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Jungkook, meticulosamente, ajustó los botones de su camisa, dedicando un momento a contemplar su reflejo en el espejo. La tenue luz del atardecer nublado acariciaba su rostro, resaltando sus rasgos y su sonrisa irresistible, el envejecimiento nunca se trato de un problema a lo largo del tiempo, tenía tanto sus ventajas como desventajas.

Un sentimiento de anticipación vibraba en el aire mientras se preparaba para el encuentro que estaba por venir.

Jungkook podía darse la ilusión de como su corazon latiría con una mezcla de emoción y nerviosismo. Había imaginado innumerables veces este momento, un encuentro con Jimin que ahora se materializaba ante sus ojos. Los destellos de esperanza que albergaban en su interior se desvanecían lentamente, pero una llamada inesperada revivió esa chispa en su corazón.

Una vez listo, enfundado en un elegante saco, Jungkook abrió la puerta de su casa con delicadeza, adentrándose en la tarde dorada. Sus pasos lo guiaron hacia el lugar acordado, un sitio que resonaba con significado, donde sus caminos se entrelazaron por primera vez. Cerca de la cafetería, un rincón encantador que parecía destinado a ser testigo de su historia.

La fama de Jeon Nabi, tanto entre los admiradores del arte como entre aquellos que solo lo conocían por su nombre, crecía con cada pincelada de sus retratos al óleo. Las calles de Seúl ardían con la expectativa del próximo capítulo en la prolífica obra de este talentoso artista.

Sin embargo, la verdadera pasión que avivaba el interés de Jungkook iba más allá de la fama y el reconocimiento, sino en lo que pretendía mostrar a través de su arte, y sumado al hecho de que múltiples personas lo reconocieran, se sentía increíble.

Actualmente, el impacto que Jimin tenía en él, el renacimiento de una inspiración que parecía perdida en el pasado, el mero acto de observar al joven apasionado danzar sobre el escenario era suficiente para encender una llama dentro de su ser creativo, tal como si esa inspiración que daba por olvidada, hubiera vuelto y no tuviese un botón de apagado.

Al llegar a la cafetería, Jungkook empujó suavemente la puerta, revelando un cálido ambiente impregnado de la fragancia del café recién hecho. El lugar parecía impaciente por presenciar su encuentro con Jimin, mientras él, con un dejo de temor y anhelo, encontró su asiento cerca de la entrada. Se esforzó por enmascarar las incertidumbres que atormentaban su mente, anhelando que su esencia vampírica no traicionara su encuentro cargado de pasión.

Decidió apartar las preocupaciones a un lado, al menos por un instante, y sumergirse en la compañía de Jimin. Mientras esperaba, consultó la hora en su celular, consciente de su puntualidad. Sus dedos jugaron distraídamente con una servilleta, trazando líneas caprichosas con la pluma que siempre llevaba consigo. En ese acto aparentemente trivial, su imaginación se desató, preguntándose qué historia podría surgir de aquellos garabatos efímeros.

La mente de Jungkook había soñado innumerables veces con que aquellos trazos, plasmados en papel o lienzo, cobraran vida y susurraran una narrativa cautivadora en lo más profundo de su conciencia. Anhelaba que algún día esos trazos pudieran contar una historia que lo hiciera sentir que había cumplido su deber como artista. Y de alguna manera, esperaba encontrar las respuestas en la esencia misma de Jimin, en los misterios que envolvían su ser.

Sin que él lo notara, sus trazos caprichosos comenzaron a moldear una delicada flor sobre la servilleta, como si la propia magia del encuentro con Jimin infundiera vida a sus creaciones. En ese instante, la puerta de la cafetería se abrió de par en par, capturando la atención de Jungkook. Sus ojos, de un enigmático y profundo color ámbar, se encontraron con los del joven danzante, emanando una conexión inexplicable.

Un brillo fugaz de alegría iluminó el rostro del vampiro, aunque se esforzó por ocultarlo detrás de una sonrisa serena. En ese preciso instante, una ilusión casi imperceptible se apoderó de su ser, como si su corazón latiera al unísono con las suaves pulsaciones que emanaban de Jimin. Era una mezcla de felicidad y dolor, una sensación enigmática que revivía el momento en que vio al joven danzar con sus cabellos azules.

𝐁𝐮𝐭𝐭𝐞𝐫𝐟𝐥𝐲 || ➵ 𝐊𝐨𝐨𝐤𝐦𝐢𝐧 [𝐑𝐞𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐛𝐢𝐞𝐧𝐝𝐨]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora