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No le hice caso a su pregunta. Ni a ninguna otra de sus peticiones absurdas, cumplidos, o lo que fuese que quisiera decirme, en esos lapsos de segundos eternos. Andaba presa de mi ira incontrolable desbordante de tirria. Tanto tiempo la desee tener oculta y cautiva tras la careta de una chica sonriente preocupa por los demás, medianamente era verdad. No puedo fingir contra mi peor enemigo, porque sin dudas los ojos de ese demonio decían claramente lo que mi corazón ansiaba matar saldando asì mis cuentas con la vida. Luna superior dos en kanjis brillantes. 

— Nadie me dijo que la pillar del insecto era tan callada… — De su comisura se formó una especie de mueca triste, y con su abanico se cubrió la cara como damisela de una época antigua — Que pena. Yo quería comenzar a hablar en cuanto pudiese acercarme a ti. Eres cruel, ¿Te lo han dicho? — Arrastraba demasiado sus palabras, las decía muy lento, tanto que parecía el viento calmo de invierno. 

Un gruñido de furia inmensa llegó a oírse entre tanto silencio llano, luego de tanta palabrería filosa sin sentido alguno. Me fui contra él al ataque, controlar los impulsos era una idea olvidada, esperar la oportunidad se veía tan lejano e inalcanzable. Mi ceño fruncido creando mil arrugas, los dientes que dolían de tanto apretarlos, soportando las ganas de gritar, y la adrenalina dominaba todo en mi, siendo igual al espíritu que poseyó a la persona más ingenua. 

Pensé, realmente que llegaría a hacerle algo, el entrenamiento que hice debía funcionar de algo, ¿No? Al menos lograr que me tomase para devorarme. Pero, en cuanto intenté realizar un daño más saltando lista para inyectarle veneno, él con sus manos huesudas me tomó de la cintura y del rostro. Tuvo el increíble descaro de comenzar a olerme, desde la unión del hombro con el cuello donde se encontraban las glándulas de olor, hasta bien cerca de mi mejilla apoyando su nariz en ella. Sentía el asco de su respirar chocando contra mi piel una y otra vez en un tortura eterna, literalmente mis pelos se erizaban del estremecimiento, la ira e impotencia reinaban nuevamente en el intento de alejarlo.  

— Un olor exquisitamente a uva embriagante… Hueles como el más fino vino caro de alguna finca prestigiosa de renombre. ¿Acaso sabes a uno? Amaría saborear tu piel — Me susurró en el oído, separó levemente su boca sin dejar de mirarme, y pasó sus manos de la mejilla al mentón elevando apenas un poco — ¿Me permites el placer de tomar el trabajo del vampiro? Ya sabes. Clavar mis dientes en tu nívea piel perfecta. Tan tersa… Tan suave como el terciopelo, vulnerable al tacto, y a los toques de un ser invasor como yo — Otra vez su maldita sonrisa se formó, la de alguien sumamente deleznable. 

— Atrévete a probar un solo pedazo de mi, imbécil — Mascullé con dificultad, sus manos en mi rostro me impedían poder gesticular. 

La brisa de la noche chocó violenta contra nuestros cuerpos, moviendo ambos cabellos al cielo nocturno antes de caer al cesar. Se reía restando importancia, parecía que el destino conspiraba cada vez más en mi contra y favoreció, a quien para mi no merecía ni una pizca de buena suerte, sino más bien los peores infortunios que alguien pudiese vivir. Más sin embargo mis pedidos eran como hablarle a una pared, porque aquel demonio seguía jugando conmigo al igual que lo hace una araña con su presa. No, me autocorrijo, al menos el insecto tiene la excusa de que no es un ser con raciocinio, ni juega con su alimento tanto como él lo estaba haciendo conmigo. No lo entiendo ni voy a pensar en hacerlo, ¿Qué le cuesta comerme de un bocado? Ambos cómicamente moriríamos. Yo en una especie de suicidio asistido, y él de un asesnato efectuado de una extraña forma. 

— ¡Qué divertida eres Shinobu-san! Demasiado cómica — Su expresión se tornó en una más sombría — Pero no he venido a comerte. No de manera literal al menos — El agarre de sus dedos se tornaba más fuerte, clavaba sus uñas en mi piel dejando marca en ella — ¿Sabes por qué estoy aquí? — Me quedé totalmente quieta, no di ni una patada, aún así mi mirada seguía siendo la furia en carne y hueso, mis brazos agarraban el suyo con fuerza — Juguemos un rato a las adivinanzas, ¿Quieres? 

Tela de arañaWhere stories live. Discover now