Capítulo 37: Un pez fuera del agua

224 24 97
                                    

Lamento la demora, he vuelto al cole (lloren por mí)

=Astrid=

Con la esperanza de que Dios me ayude por madrugar, salí temprano del departamento de Frank prometiendo volver el fin de semana a almorzar. Para ese entonces deseaba que todo esto terminara.

También esperaba encontrar a Hipo antes de que vaya a la escuela, conociéndolo debe estar preocupado y cómo lancé mi teléfono a la calle no le pude responder. A pesar de eso creo que está tranquilo, creo.

Me cubrí la cabeza con la capucha huyendo de lo que podía del frío mañanero e invernal. Vi el cielo claro y solté una bocanada de aire dejando una nubecita por el cambio de temperatura evidenciando mi frustración. Y seguí caminando como si ayer no hubiera sido suficiente, me mantuve callada, con la vista perdida en algún punto de la nada.

¿Y si estaba equivocada? ¿Qué tal si el asesino no esta donde estoy buscando? ¿Podría condenar a alguien solo para conseguir tiempo? No, pero puede que lo que crea es en realidad solo una salida para mi desesperación ¿Si quiera podría encontrar algo en dos días? No pude hacerlo en meses ¿Qué es distinto? Fácil, la condena de mi padre ¿pero por eso saldrían las respuestas?.

Se me erizaron los pelos de mi nuca, sintiéndome observada, de nuevo. Creí que había terminado cuando volvimos del campamento tortuoso de Heather, esa desagradable sensación había desaparecido por completo, hasta ahora.

Disimuladamente acelere mi paso mientras intentaba ver de reojo mi alrededor. Nada, ni una mísera sombra. Acomodé mi capucha en un tic nervioso, el pecho empezó a subir y a bajar notablemente junto con una punzada, advirtiéndome, como si me dijera: no estas sola, tonta. Y yo lo sabía.

No me detuve, sería estúpida de lo contrario, caminé, prácticamente trote hasta que encontré una tiendita en una esquina, no dude dos veces y entre. Me paseé por el pequeño lugar, al fondo provenía el aroma del pan recién preparado y al lado una maquina para preparar café, creando tiempo fui al mesón a la derecha donde una señora me miraba cariñosamente, vi también que tenía unos pasteles y aunque yo ya desayune, tal vez podrían servirme para calmar a Hipo.

Así que compré unos junto con un café.

La señora me pidió que esperara un minuto en lo que va a buscar un vaso, hace unos minutos que habían abierto, aproveché ese minuto para asomarme por el vidrio de la puerta, buscando algo o alguien que no pillé.

Unos autos empezaron a aparecer yendo a sus trabajos, observé cada árbol, cada arbusto, cada esquina que la puerta me brinda para ver, pero nada. Repasé de nuevo, en especial el mini parque del frente, mi vista se detuvo como mi corazón al ver a alguien sentado en una banca, iba vestido de negro y por los árboles no me dejaban ver su cara.

—Aquí tienes—habló la señora tendiéndome el vaso, di un salto para atrás con mi corazoncito en la garganta, yo le sonreí con inocencia y con un gracias fui hacia la maquina

Y en un dos por tres ya me encontraba afuera mirando a todas direcciones como una paranoica, ese alguien seguía ahí, podía sentirlo, ese extraño sentimiento de ser un bicho a quien lo observan con lupa me golpeaba el pecho con fuerza.

Crucé, doble, subí, bajé, me metí y salí de sectores, calles y locales hasta que esa desagradable sensación que me revolvía el estómago desapareciera. Cerca de una cuadra de mi destino, recién ahí probé mi café, para ese entonces ya helado.

Caminé con cuidado hasta la esquina, revisado que todo estuviera despejado, hasta que mis ojos se detuvieron en la casa de Hipo como si fuera el mismísimo Valhala, podía verle brillar incluso. Todo su esplendor fue opacado con dos hombres de traje en la puerta hablando con mi suegra.

Un Misterio en BerkWhere stories live. Discover now