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─No, basta, está bien tú ganas ─cede el menor cayendo al suelo con toda su ropa cubierta por varios colores.

─No puedes llenarme de pintura morada todo el cabello y luego rendirte, se hombre Erick─regaña encimándose en él.

El ojiverde solo tenía planeado pasar una tarde tranquila junto a su amigo, retratándolo y así poder practicar sus habilidades.

Pero todo le resultó extrañamente más satisfactorio, las manchas en su sala será algo con lo que deberá lidiar más adelante pero ahora no puede planear una mejor actividad que terminar hecho un desastre librando una batalla épica contra al maestro de baile.

Con Joel sobre su cuerpo y a solo centímetros de su boca solo puede pensar en la sala de baile donde fue besado por el torpe pero guapo maestro.

Y no se arrepiente para nada de ello.

─No podré salir de aquí así ─dice Joel cortando su recuerdo.

─¿Eh? Sí, ammm, lavaré tú ropa o puedo prestarte algo, ¿Quieres tomar una ducha?

─¿Es molestia?

─Para nada ─niega sonriendo─ anda.

El rizado asiente, se levanta y extiende una mano para ayudar al anfitrión a ponerse de pie.

Suben las escaleras al cuarto de baño y Erick le señala el lugar, este entiende, saca su teléfono celular y se lo muestra.

─¿Podrías cuidármelo?

─Seguro, hay toallas adentro para que te seques, buscaré algo de ropa que te quede.

Joel asiente y le entrega el móvil, entra al cuarto de baño y cierra tras él.

Erick sonríe y entra a su recamara para buscar algunas prendas que le puedan ser útiles, Joel es extraño pero encantador, más bien ese es su encanto.

Ser fuera de lo común.

Jamás había conocido a alguien como él, que sea amable, tímido y cuya torpeza solo es equivalente a su atractivo.

Un raro pero gran hombre.

El teléfono del rizado comienza a sonar y no sabe qué hacer así que corre al baño, abre la puerta y entra rápidamente.

─Joel, tu teléfono está son...

─¡Oye! ─se queja ocultándose tras la cortina.

Para este punto Erick se pregunta si la torpeza es contagiosa porque a quien rayos en su sano juicio se le ocurre entrar al baño cuando sabe que alguien desnudo está del otro lado.

Aunque si ese alguien desnudo es el hombre que se la ha pasado en su mente no suena tan loca la idea.

─Er, ¿Pasa algo? ¿Estás bien? ─pregunta Joel preocupado porque el menor se quedó estático.

Con rapidez toma una de las toallas, se cubre la cintura baja y se acerca a él.

─Erick ─menciona sin obtener respuesta.

El nombrado solo tiene cabeza para pensar en lo bien que se ve Joel con el cabello desalineado, gotas de agua paseándose por todos lados incluyendo una en especifico que corre de sus pectorales haciendo un camino hasta su abdomen e incluso llega hasta debajo de su toalla.

Quisiera ser esa gota.

─Erick... ─repite pero esta vez en un susurro, se da cuenta a dónde va la mirada del maestro de arte.

Le gusta lo que ve.

─Erick, deja el teléfono sobre el estante ─pide acercándose más.

─¿Por qué?

La respuesta llega en forma de un beso sobre sus labios, el leve toque que logró encenderlo en la escuela no es nada comparado con la boca salvaje que ahora intenta poseerlo.

Con la poca cordura que le queda deja el móvil donde le fue indicado, lleva sus manos tras la fuerte espalda de Joel y deja que haga de sus labios lo que quiera.

Siente como pasa suavemente su lengua sobre su labio inferior así que abre la boca para darle lo que quiere, pronto su lengua invasora entra a su boca provocando cosas que hasta entonces consideraba desconocidas.

El mayor con más confianza toma las nalgas de Erick y las presiona fuertemente sacándole un gemido que encuentra excitante.

Sonríe en medio del beso, se aleja un poco y le quita la camisa en un solo movimiento, toma su cintura y lo acerca junto con él al chorro de agua que cae de la regadera.

Ya dentro le desabrocha el pantalón, lo baja y hace que se lo quite.

Erick sorprendido por lo hábil que es arroja la prenda lejos quedándose solo con un par de bóxer y le retira la toalla para ver lo que oculta tras esa tela blanca.

Y se maldice por no haberlo hecho antes.

Joel no espera más y arrincona a Erick contra la pared entre besos en el cuello y caricias en el cuerpo, toma sus manos entre las suyas y las alza dejándolo inmovilizado mientras pasea sus labios por su pecho.

Erick suelta un jadeo al sentir una minúscula mordida sobre uno de sus pezones y sonríe cuando esa boca vuelve a la suya para continuar con el beso.

La erección de Joel choca contra la de Erick que sigue cubierta por la ropa interior así que la baja rápidamente para crear más contacto.

Sus pieles húmedas se reconocen con cada segundo que pasa, sus bocas que pelean por oxígeno se niegan a separarse.

Es el rizado quien corta la interacción para que puedan respirar.

El agua que sigue cayendo sobre ambos no hace más que aumentar el deseo del uno por el otro, a Joel le gusta como se ve Erick, empapado y dejando atrás su faceta seria.

─Me sorprende que seas tan buen en esto ─se burla Erick─ para ser torpe parece que sabes exactamente qué hacer.

─Es fácil cuando prácticas ─responde sonriendo.

─¿Practicaste?

─En mi mente contigo una y otra vez ─confiesa volviendo a acercarse a su cuello y deja más besos.

Erick muerde sus labios encantado con esa confesión.

─¿Qué más practicaste?

─Sí quieres saber date la vuelta, bonito.

Con toda la excitación concentrada en su entrepierna obedece quedando de espaldas y totalmente expuesto.

Joel sonríe y se hinca, toma las nalgas de Erick y las separa siendo cuidadoso, hunde su rostro entre ellas y comienza a hacer círculos con su lengua en la entrada del menor.

Erick deja salir un gemido de sorpresa al sentir la invasión de la lengua del rizado en su interior, jadea con cada movimiento que siente y cree que podría venirse con solo esa lengua.

Pronto se siente vacío con la ausencia de esa parte de Joel pero pronto otra y más grande llega llenándolo por completo.

Joel lo toma de la cintura y muerde su labio inferior al ver como poco a poco su miembro desaparece entre las nalgas de Erick hasta que logra entrar por completo.

─Mhh ─gime el ojiverde agitado.

─¿Al maestro le gusta cómo se siente? ─pregunta Joel empezando a retroceder su pelvis.

─S-sí, me gusta ─afirma muy seguro de que esto es justo lo que le hacía falta para caer por completo por él.

Joel sonríe y vuelve a clavarse, deja un beso en su hombro y empieza a crear un vaivén de movimientos embistiéndolo una y otra vez.

El agua hace tiempo que se enfrío pero para un par de cuerpos calientes debajo de ella no es problema, los gemidos y jadeos de ambos combinados con la fricción entre sus cuerpos.

No necesitan un calor ajeno teniendo el suyo. 

Joerick: Obra Maestra (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora