Capítulo 01| Mi chica linda de ojos extraños

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CASSIOPEA BROOKE ROUTLEDGE, ¿cómo podría comenzar a describir Cassiopea Brooke Routledge?

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CASSIOPEA BROOKE ROUTLEDGE, ¿cómo podría comenzar a describir Cassiopea Brooke Routledge?

La preciosidad serena interna en una persona. Cassiopeia se describía como cobarde más el mundo la veía convertirse en una honesta jovencita pura cada día que vivía en la tierra. Su forma de ver a sus alrededores hacía que se enamorasen de ella, de una forma romántica o platónica. Perfección en persona.

Las apariencias engañan, dice Moliere, y le creo.

Ella no es una mala persona, ella mucho menos piensa que la humanidad está hecha para acatar órdenes de un superior o el mundo da vueltas únicamente alrededor suyo. Lo inferior que se sentía a las personas la destruía poco a poco.

Y no lo merecía.

Demonios, era la última persona que merecía las huevadas de problemas en su vida.

Todos tenemos demonios internos, aquellos cuáles arruinan tu sueño por las noches. No podemos alejarlos de nuestro entorno por más que los añoremos, siempre nos perseguirán.

Huir de ellos podría llamarse cobardía, pero lo veo más como valentía. Vivimos hechos de pura cotidianidad, sin nuevas actividades, nuevas experiencias. Resignados a vivir en un mundo lleno de hechos terribles que debemos acatar porque son nuestra realidad.

Si podemos evitarlos, de alguna manera, la que sea. Créanme que, personalmente, estarían dispuestos a todo.

Cassiopeia vivió el mismo infierno en el mismo lugar llamado su hogar. ¿Qué fue lo que hizo? ¿Acaso huyó o elaboró un plan súper específico contra sus abusadores? Ella actuó con el corazón y no con la cabeza, lamentablemente. Deseaba meterse en la cabeza que la familia que le tocó solo fueron mal influenciados, no quería meterlos en problemas, tampoco permanecer un minuto más en su dicho hogar.

Entonces se fue.

Y fue la mejor decisión tomada.

—¿Una... patata? —pestañeé varias veces mediante la confusión me azotaba. Bebí una vez más de mi té con limón caliente y miré extrañada a James—. Le regalaste una patata... en su aniversario. Y se enojó.

—Exactamente.

—Pues, ¿esperabas felicidad de su parte?

—Obviamente.

—Eres un baboso. —sus cejas se alzaron por mi comentario, cuando pensé que me regañaría por faltarle el respeto al ser mayor que yo sé echó a reír.

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