xxxviii. scare

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prometiste que nunca serías así.

El ojimiel conducía con serenidad, golpeando de vez en cuando el timón para hacer un ritmo y acabar con el silencio incómodo entre todos allí dentro. Su hermana estaba de copiloto, indicando según el mapa hasta llegar al depósito cual le hablaron.

—¿Estás segura de qué me estás diciendo bien? Estamos en medio de la nada. —el mayor arrugó el entrecejo y pronto hizo lo mismo con su nariz.

—Según esto debemos estar ya en el lugar, pero aquí solamente hay pura vegetación.

—¿Aquí guardan el dinero?

—Es lo que ella dijo.

—Ni siquiera había escuchado hablar sobre la calle Resurrección. —Sarah frunció su ceño desde atrás, haciendo un mohín característico en ella.

JJ rodó los ojos comiéndose un chocolate de su mochila, —Es porque eres rica.

—Tampoco oí sobre este lugar.

—Gracias, Cass.

La ojimiel miró por la ventana, apoyándose en su palma al no observar ningún depósito y el malestar en su pecho no se iba. —Pues solo hay mucha vegetación, ¿creen que nos mintió? Parecía buena persona.

—Eres muy ingenua. —la mirada sofocante del rizado hacia el rubio lo aturdió por completo, el mayor daba mucho miedo observando en silencio desde atrás, solo cuidando de su hermana, como un guardaespaldas—. Digo, no debes creer mucho en lo que te diga la gente.

—Jack deja de mirarlo así. —Cassie se asomó desde su asiento dándole una mala mirada al ojiazul—. Lo estás asustando.

—No me esta asustando. —Maybank arrugó su entrecejo indiferente, pasando saliva—. Solo porque haya mucha vegetación, no significa que...

Unos ruidos parecidos a las sirenas de los policías hizo que detuvieran el auto, Jack miró por el retrovisor sin hacer ningún movimiento del cuerpo, reconociendo al sujeto de atrás al instante.

—¡Es una broma!

—¿Qué hicimos?

—Guarda el oro. —Kiara le habló al rubio con rapidez, apresurando su acción junto con los demás desesperados—. Más rápido.

John B dio una rápida mirada hacia el auto detrás, antes de girarse hacia su mejor amigo preocupado. —¿Trajiste el arma?

—Me dijeron que la dejará, así que lo hice.

—Gracias a Dios.

—Cassie. —su hermano la llamó desde atrás, queriendo llegar hasta ella para advertirle—. Tienes que salir de acá antes que...

Su oración no pudo ser finalizada porque cuando ella quería bajar de la camioneta, una escopeta estaba apuntando hacia su rostro demasiado cerca, con un hombre tapado por una mascarilla de tela y sus ojos fríos.

—¿Por qué no levantas las manos ahora mismo? —un azabache habló tranquilamente sosteniendo el arma, pero estaba ansioso—. ¡Todos levanten las manos ya mismo! Y tú, sal del vehículo, vamos.

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