Prólogo

1.4K 92 38
                                    

       
Lunes 20 de agosto.

Hace dos días que te fuiste.
No sé dónde estás ni por qué te marchaste así de la nada sin si quiera avisarme. Tu madre ha venido buscarte al departamento, pregunta por ti constantemente, incluso hoy, a pesar de haber venido hace unas horas, me ha hecho varias llamadas preguntando ti, por su preciada y perfecta hija. Perfecta, eso es lo que eres para ella, eso es lo que eras para mí.
Cada una de las veces que ha llamado le he dicho lo mismo, lo único que todos por aquí sabemos, que no sé dónde demonios estás. Esto está comenzando a fastidiarme de una manera alarmante. No le he informado nada a Doris sobre ti, porque es verdad que no tengo la más mínima idea de dónde te encuentras, no sé siquiera por qué te fuiste, o quizá sí lo sé, pero me cuesta comprenderlo. No hay peor idiota que el que se niega a abrir los ojos en un cuarto alumbrado.
Y es que es así, siempre he sido un jodido  idiota, y estoy seguro que en eso estás de acuerdo conmigo. Me casé contigo porque te amo, nunca había amado a nadie tanto como a ti,  y cuando digo que a nadie no hay excepción, ni a mis padres los amé con tanta intensidad, tal vez sea porque el amor de hijo es un amor diferente, pero si hubiera una forma de cuantificar cualquier tipo de amor, el tuyo sería el de mayor masa.
Ayer domingo regresé al trabajo, si hay algo que detesto es trabajar en domingo, pero qué puede hacer un endeudado como yo. Solo para eso he salido de casa, cuando volví de la jornada laboral permanecí en nuestro departamento esperando tu regreso, las dos noches que llevo sin ti se me hicieron eternas, como si fueran mil, el café es mi único aliado, la verdad es que a veces tengo demasiado sueño, pero el constante dolor de cabeza no me deja dormir.
Espero que regreses Melody, que de repente, cuando mis pensamientos te abandonen, entres por esa jodida puerta y me digas que todo ha sido un plan para ponerme a prueba o para que escarmiente, pero conforme van pasando las horas me voy percatando que hay mucho más detrás de todo esto, mucho más que una estúpida prueba amorosa.
En realidad no sé qué hacer, no he intentado buscarte minuciosamente, no sé si estaría siendo muy exagerado al llamar a la policía y decirles que mi esposa está desaparecida, hace unos minutos estuve a punto de hacerlo, pero no hago nada, me sentiría demasiado estúpido yendo a poner una alerta de tu desaparición.  Y eso se me hace poco comparado con lo que soy capaz de hacer para encontrarte. Te conozco y sé que esto no es uno de esos berrinches que te arrastran a casa de tu madre por un par de días, no te has perdido en el supermercado, ni en alguna calle, tienes tan buen sentido de la orientación que si te pusiera en medio de el bosque sabrías como regresar a casa con los ojos vendados y me llevarías ahí de nuevo sin siquiera mirar una vez por debajo de la venda.
La razón por la que no voy a poner una alerta es porque no me parece conveniente ir, siendo que es muy probable que te marcharas intencionalmente. Por mi mente pasan los más variados pensamientos,  meses atrás habría dicho que no eres el tipo de mujer que toma esas decisiones, pero por cómo van las cosas con nosotros, ya no sé ni qué pensar de ti. Luego el fatalismo me hacía consciente, no eres una mujer de hierro o una súper heroína que se pueda salvar siempre a sí misma en esta ciudad insegura, cabe la posibilidad de que algo malo te haya ocurrido, imploro porque no sea así, por último, tengo un minúsculo sentimiento que me orilla a suponer que has huido de mí por más que me duela aceptarlo.

He adoptado una actitud evasiva, debí reconocerlo antes, siempre traté de evadir ese tema que tanto me cuesta hablar y estoy seguro que a ti también, creo que esa puede ser la razón por la que te escondes como una niña aterrada por el monstruo en el armario. Y si yo soy ese monstruo, por favor, enciende las luces que mis garras y dientes afilados se han contraído.
Sin darme cuenta me convertí en uno de esos idiotas de los que alguna vez me burlé, ahora estoy portando ese manto que tanto despresiaba,  me he comportado como un maldito imbécil, fingiendo que todo está bien, aunque en realidad no era así. Trataba de enmascarar todo aquel dolor con alcohol y fiestas nocturnas innecesarias, eso fue lo que finalmente te hizo desistir. Y si no fue eso, Melody, entonces no se qué.
El sábado no me importó el pequeño avance para reparar nuestra relación que conseguimos casi sin querer y me fui con mis compañeros de trabajo a embriagarme, no sé cómo conseguí volver ni quién me trajo de vuelta a este lugar que solíamos llamar hogar, porque mi auto se quedó en el bar, no tengo idea de a que hora regresé, pero amanecí en mi cama, y por la mañana cuando desperté ya no estabas. Supongo que cualquier mujer en su sano juicio se habría ido sin más.
¿Recuerdas lo que hiciste una semana antes de que yo fuera a emborracharme? Tú me hiciste exactamente lo mismo, parece que estamos jugando a ver quién pude caer más bajo, aunque a decir verdad los dos ya estábamos juntos el fondo del pozo con el agua entrándonos por la nariz.
Ese día te fuiste a bailar con tus amigas a un lugar que te negaste a mencionarme ya que temías que te siguiera, pero no lo iba a hacer, o bueno, quizá sí. Regresaste en plena madrugada, te importó un bledo que yo estuviera preocupado y que ese mismo día, dentro de cuatro horas, tenías que irte a trabajar. Eran las 3 y cuarto, lo recuerdo perfectamente porque a esa misma hora todas las noches te levantas para ir al baño. Yo había estado bebiendo café toda la noche, taza tras taza solo para mantenerme despierto y recibirte cuando llegaras. La cafeína fue suficiente para ponerme más irritado y enojado de lo que me encontraba, sentía la rabia y la impotencia quemar mi garganta como si me hubiera preparado el café hirviendo, y cada minuto que pasaba esos sentimientos crecían más en mí y se mezclaban como café en el agua. Pero esa no fue la primera vez que llegaste tarde, Melody, antes de esa vez lo habías hecho unas cuantas veces más, incluso llegué a creer que mientras estaba trabajando tiempo extra, partiéndome el lomo y soportando al pendejo de mi jefe que por alguna razón desconocida se ha vuelto un hijo de puta conmigo, tú muy probablemente te encontrabas bebiendo y pasándola increíble con tus compañeros de trabajo en una de esas fiestas que suelen hacer casi todos los fines de semana. Pero me dejaré de reclamos,  me concentraré en esta última noche que llegaste tarde.
Yo cerré la puerta con seguro para que nadie entrara, la seguridad en nuestro departamento y en todo el edificio es muy mala, por no decir que pésima. ¿Necesito hacerte recordar lo que le pasó a la anciana que vivía antes en el 15 B? La que fue asaltada. La señora dejó abierto para salir un momento y mientras conversaba con la dueña de la tienda, su casa estaba siendo saqueada, se robaron todo, ni los marcos de fotos dejaron, desde ese día nadie deja de ninguna manera y por ninguna circunstancia la puerta sin seguro y menos tú, incluso ese ha sido uno de nuestros muchos pleitos. Fue por eso que la cerré y también para que no consiguieras entrar sin que yo me diera cuenta. Si hay algo que hace más ruido que nuestros gritos, es esa puerta.
Te esperé un buen rato, tocaste justo cuando ya estaba por rendirme e irme a dormir, tres fuertes pero mal logrados toquidos, por supuesto que tú también tienes llaves del departamento, me sorprendió que no hubieras abierto tú misma, pero a los pocos segundos aclaré mis dudas. Me quedé parado mirando fijamente la puerta, pensé que podrías no ser tú, pero después de un minuto volviste a tocar, esta vez tan fuerte que estoy seguro que los vecinos se despertaron, conocía esos golpes en la madera, pues son los mismos que le das a la puerta del baño cuando me tardo tanto, te abrí esperanzado de que estuvieras bien, que no te hubiera pasado nada malo y al mismo tiempo preparado para hacerte un drama que no olvidarías en meses. Qué idiota fui, mientras tambaleabas te quedaste mirando fijamente a mi pecho. ¿Qué buscabas?, ¿el collar o mi corazón? Intentaste decir algo, pero debido a tu estado de embriaguez la lengua se te trabó y no fórmulaste bien ni una sola palabra. Lucías demacrada, con un aspecto muy descuidado, el olor que despedías y la manera en que actuabas no fueron lo que te delataron, fueron tus ojos los que me lo dijeron todo, estabas muy borracha. Por eso no usaste las llaves ya que ni de tu bolsa podías sacarlas. Retrocedí un paso hacia atrás, no sabía que hacer o decirte, te sentí como una desconocida, no fuiste mi Melody por unos segundos, me sentí tan raro, como si todo fuese un mal sueño, pero después regresé a la realidad, por supuesto que eras tú. El coraje que acumulé en las últimas horas se mezcló con un sin fin de sentimientos negativos, traté de mantener mi rostro neutro, no lo logré, una lágrima resbaló por mi mejilla y cayó al piso justo como  tú lo harías unos segundos después. Apartaste tu mirada de la mía, no me di cuenta cuando decidiste encararme, creo que me viste llorar, pero aún así no dijiste nada y ni siquiera lo intentaste. Quitaste tu agarre del marco de la puerta, el único apoyo que te quedaba eran tus piernas temblorosas en esos tacones peligrosamente altos que tan bien te lucen, y luego te armaste de valor para caminar, pero al segundo paso que diste te caíste al suelo, era deducible que sucedería.
No alcancé a atraparte porque no intenté hacerlo, dejé que te cayeras, la alfombra amortiguó tu caída, sonará mal, pero de alguna forma me gustó verte en el piso, estaba tan molesto que durante esos minutos me sentí tremendamente complacido de que te pasarán cosas malas. Aún así continúe agradecido de que llegaras a casa sana y salva a pesar de estar muy borracha. Te miré tirada en el suelo, el enojo se fue, dando lugar a  la decepción, ya te había visto en el piso una vez antes, pero en aquella ocasión no fue por estar ebria, fue por una razón demasiado diferente, una incluso más dolorosa, esa que nos negabamos a hablar, era un trato que ni siquiera habíamos organizado. Te levanté para llevarte hasta nuestra cama, te desvestí dejándote solo la ropa interior y luego te tapé con el cobertor hasta la barbilla. No quise acostarme contigo, me repugnabas, tal vez hice mal en pensar así, pero no solo me daba repulsión tu aspecto, la decepción no me permitía pensar bien de ti en absoluto. Me puse a buscar una manta en el armario para irme a dormir al sofá. Te observé por última vez antes de salir de nuestra habitación, pensé cuan diferente eras a aquella chica de la que años atrás me enamoré, algún tipo de desagrado crecía. Te pasaba también conmigo, estoy seguro de que sí porque un par de veces te escuché murmurar problemas imaginarios entre tú y yo.
Me dirigí al sofá, pero antes de cerrar la puerta finalmente comenzaste a hablar, no me di la vuelta para ver tu rostro, me mantuve todo el rato dándote la espalda, eso y más merecías.
—Te amo, gracias por amarme también, Walter —murmuraste.
Milagrosamente capté tus palabras, no por el hecho de que casi no se te entendía ni una mierda de lo que hablabas, sino porque no era lo que esperaba escucharte decir ni siquiera sobria. 
Fue un maldito segundo después cuando me di cuenta que te seguía amando y que lo sigo haciendo, pero dadas las circunstancias pude sentir como mi amor por ti se deteriorió considerablemente.
Apostaría cualquier cosa a que te pasó lo mismo que a mí el día que yo llegué borracho. Te decepcionaste de mí tanto como yo una semana antes. La diferencia aquí es que tú te fuiste, no le dijiste a nadie, ni siquiera a tu hermanito Jaffet a dónde mierdas te ibas. Sonará a obviedad, pero solo tú sabes dónde y cómo estás, con eso te basta, ¡¿verdad?! Espero que te encuentres bien y si lo estás imagino que en este momento has de pensar que no tenemos que preocuparnos por ti. Te conozco lo suficiente para deducir que eso puede estar pasando debajo de tu rubia cabellera. Lástima que tus padres, tus hermanos y yo estemos hechos un lío esperando el momento en que volverás.

Palabras del autor sobre este capítulo:

Estoy muy feliz de traer de vuelta esta historia para ustedes y hasta para mí. Sé que varios de ustedes le tienen un cariño enorme a este libro tanto como yo, no puedo más que agradecer todo ese apoyo que recibió el libro en su momento. Muchas gracias a los que se toman su tiempo de leer esto otra vez a pesar de haber leído todo antes, también a aquellos que se quedaron medias y esperaron todo este tiempo, y por supuesto a los que la leerán por primera vez.

Les pudo que no olviden dejar su voto y comentarios. Me ayudaría muchísimo.
Cabe aclarar que no tengo lectores 0 (beta reader). Y es que el libro antes contaba con una narrativa diferente, así que posiblemente tendrá algunos errores que corregiré después poco a poco.

¡Nos leemos en el próximo capítulo!
¡Gracias!

¿Cuándo fue la última vez que la vi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora