Capítulo 31. Mentes criminales.

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   —No sé, creo que ya está mejor —escucho a Yanis susurrar.
   —Ojalá Hawking no presente ningún cargo, no creo que Walter se ponga muy feliz si lo hace y menos en estos momentos —John habla en tono serio— Deberías ir a descansar un poco, te noto agotada —dice cambiando de tono de voz, sonando preocupado.
   —No, estoy bien, me quedaré un rato más, verás que se pondrá...
   Me muevo un poco, escucho a Yanis callarse de golpe, no abro los ojos, no quiero hacerlo, sé dónde estoy, el olor a enfermedad, medicamentos y cloro inundan mi olfato, el silencio es incómodo, sólo se escuchan un par de voces susurrantes a lo lejos, sólo hay un lugar donde ocurren cosas como estas.
   Oigo como alguien se levanta del asiento, siento un punto de apoyo recargándose de la camilla.
   —¿Sé movió? —pregunta John.
   —Creo, creo que sí —responde Yanis dudosa.
   Melody está muerta, jamás hubiera imaginado algo como eso, creí que lo peor que ella me podía hacer era ser infiel, irse lejos y no volver, pero no, lo peor que me ha hecho es haber muerto. Sé quién la mató, sólo dos personas pudieron haberlo hecho, y de esos dos Jonson sobresale entre él y Daniel Carter.
   Todas esas fotos en su cuarto, sobre las paredes y dentro de los cajones, las cosas que robó de Melody y las juntó como reliquias, una enferma colección, su extraño olor a perfume de mujer que Gabbe había mencionado, era uno de los perfumes de Melody. Jonson la siguió por mucho tiempo, entre las fotos había imágenes tanto recientes como antiguas. Es un maldito obsesionado, a tal grado que no sólo robó cosas de Melody, sino que también le robó la vida. Soy un imbécil por no haber sospechado de él.
   —¡Maldito asqueroso hijo de perra! —grito dejando caer mis puños sobre el blando colchón de la camilla.
   Abro los ojos de golpe, aprieto los puños y los dejo caer de sopetón en la camilla. la pequeña manguerilla encajada en mi mano se tensa un poco por el jalón que he dado. Me duele la mano donde está el pequeño tubito insertado en mi vena, el tubo está pegado en mi piel con cinta blanca, por suerte no se ha desprendido de mi piel. Por lo visto me han puesto suero. Hay cables sobre mi pecho, de esos que están conectados a una máquina que mide la frecuencia cardíaca, de esas que siempre están emitiendo pitidos. Tengo tubos en mi nariz, he estado recibiendo oxígeno.
   Miro a mi izquierda y veo a Yanis alejarse de mi, asustada por mi repentina forma de despertar, John la sostiene de los hombros desde atrás de ella mientras Yanis se lleva las manos a la boca haciendo unos ojos enormes por el susto que le he pegado.
   —Llamaré al Doctor —dice John Cate.
   Yanis suelta un apresurado «sí» en respuesta a lo que John ha dicho.
   —No, no lo hagas, estoy bien —digo fingiendo tranquilidad.
   Yanis levanta una mano y señala mi mano, haciendo un gesto como si preguntara «¿te duele?», veo mi mano, aún tengo los puños cerrados, un pequeño moratón se a formado alrededor del pequeño tubito. Yanis se acerca a mi despacio como si dudara en hacerlo. Se me queda mirando como quien ve a alguien que ha perdido a un ser querido y no sabe qué palabras usar. Y es porque justo eso me ha pasado.
  Se acerca un poco más a mi, toma mi mano y la aprieta, aflojo mi apretado puño y extiendo la mano para tomar la suya. Me sigue mirando con cara de tristeza. Tiene los ojos hundidos y unas grandes ojeras que ha tratado de disimular con maquillaje en un intento fallido, está un poco despeinada, lleva una coleta rápida hecha en un mechón desordenado. Sus ojos delatan que no ha dormido mucho.    
   —Lo siento —dice llorando levemente mientras cubre mi mano con sus dos manos haciendo un ovillo.
   Sé a lo que se refiere, no es a que hayan querido llamar al doctor o a que esté en este maldito hospital otra vez, se refiere a la muerte de Melody.
   Cierro los ojos y los aprieto, hago lo mismo con mis labios secos, muevo la cabeza hacia los lados y trago saliva.
No puedo creer que esto haya ocurrido, me llevo las manos a la cara y me pongo a llorar con todas mis ganas.
   Yanis coloca una mano sobre mi hombro, al menos creo que es ella, ya que tengo los ojos cerrados para que no se salgan las lágrimas, esto es inútil por completo, siento como las lágrimas se deslizan en mis mejillas haciendo arroyos en mi cuello. Yanis me envuelve en un delicado abrazo, como si temiera lastimarme, susurra una vez más lo mismo que ha dicho antes «lo siento», aparto las manos de mi rostro, le respondo con un flojo abrazo, la abrazo lo más fuerte que mi debilidad y la manguerilla me permiten. Colocó mi cara sobre su hombro, lloro aún más fuerte que antes. El aire se me va, me cuesta respirar.
    —¡¿Por qué?! Esto no debió de haber pasado, no a ella, yo...
   —Tranquilo, Walter —susurra Yanis con voz tierna y calmante.   
  —...La amaba, ¡la amo, carajo! —continuo hablando, sintiéndome frágil y derrotado.
   Permanezco con los ojos cerrados, llorando, apretando a Yanis contra mi pecho, Yanis continúa murmurando palabras de consuelo.
   Abro los ojos, John Cate ya no está aquí adentro, tal vez se ha ido a traer al doctor. Cierro los ojos otra vez, me gustaría seguir dormido, inconsciente o lo que sea que estuviera haciendo hace unos minutos. Me gustaría estar muerto.
   Yanis se aparta despacio de mí, aflojo mi agarre sobre ella, abro despacio los ojos. John ha vuelto, adelante de él hay un hombre de estatura baja, con un bigote canoso, poco cabello y bata blanca. Trae una pequeña placa con su nombre arriba del bolsillo de la bata «Dr. Thomson».
  —Hola, Walter, ¿cómo estás? —habla el doctor con su voz profunda. 
   Conozco a este hombre, es el mismo que atendió a Melody la vez que perdimos a nuestro hijo.
  «Que pregunta tan estúpida» casi respondo.
  —Mal.
  —Lo imagino —hace una mueca, aparta su mirada de mi y luego ve a Yanis y después a John— Salgan, por favor —ordena.
   John sale evitando mi mirada, Yanis sí voltea a verme, se pasa su mano sobre sus mejillas limpiando las lágrimas, mueve sus labios diciendo «volveré», respondo asintiendo.
   Cuando Yanis y John salen y cierran la puerta tras de si, el Doctor Thomsom continúa hablando.
   —¿Sabes por qué estás aquí? —pregunta de una forma que hace evidente que él sí lo sabe. La típica forma que se usa para informar sobre algo que no se ha preguntado.
   —No —respondo sollozando.
   El llanto se niega a ceder, los solloso continúan uno tras otro, me sigue costando respirar.
   —Perdiste el conocimiento cuando te estaban entrevistando por lo de tu esposa, te trajimos aquí, despertaste un rato, hablaste conmigo, ¿lo recuerdas? —respondo negando con la cabeza— me dijiste todo lo que has sentido —señala su cabeza tocando su sien derecha.
   —¿Qué tengo? —pregunto sin mucho interés. 
   —Verás, es, es algo serio, con los síntomas que se te presentaron llegamos a la conclusión de que tienes un tumor cerebral, y hemos acertado, te hicimos exámenes de resonancia magnética y las imágenes muestran el tumor, es un ependimoma son poco...
  —¿Moriré? —lo interrumpo.
   Mi voz suena demasiado entusiasmada, me encantaría morir. No tengo motivos para seguir vivo.
   —No, por suerte fue detectado a tiempo, recurriremos a la cirugía, tendremos que extirparlo lo más rápido posible, no podemos seguir esperando, entre más rápido mejor —responde informándome.
   Me llevo las manos a la cabeza, no me duele pero lo hago por la decepción de saber que no sirve de nada el maldito tumor. 
   —Me da gusto que hayas despertado, eso es bueno para ti —agrega.
   Un toqueteo sobre la puerta hace que el doctor aparte su mirada de mi y voltee hacia ella, yo también volteo.
   —Adelante —dice el doctor. 
   La manija gira y la puerta se abre, Doris entra seguida de Jaffet, ambos con rostros serios y preocupados.
   —¡Despertaste, cuñado! —dice Jaffet cambiando de semblante preocupado a un rostro contento.
   Corre hacia mi y toma mi mano, trata de quitarse el cubre bocas que lleva puesto, Doris le aparta la mano y se lo acomoda mientras hace un ligero moviento de cabeza desaprobando lo que Jaffet intentó hacer.
   —Hola, Walter —susurra Doris mirándome.
   Sus ojos están rojos y llorosos, tiene enormes y oscuras ojeras, su nariz también esta roja y su cabello corto está despeinado y descuidado como si no se hubiera peinado desde hace días.
  —Hola —murmuro.
  —Los dejo —dice el doctor mirando a Doris.
   Doris asiente y él también.
   El doctor me mira de nuevo, hace un ligero levantamiento de cejas, aprieta sus labios mientras hace un pequeño cabeceo asintiendo, camina hacia la salida, Doris y Jaffet se apartan de la puerta y el doctor sale apresurado. Es probable que tenga más pacientes que atender.
   —Que bueno que despertaste —dice Doris con su voz apenas audible. Su voz fuerte y potente que la caracteriza a desaparecido.
   —¿Dónde está Thomas? ¿No ha podido  pasar?—pregunto.
   Se me hace extraño que Doris y Jaffet hayan venido y mi suegro no, son pocas las veces que los he visto separados, y en estas circunstancias me sorprende aún más.
   Jaffet mira de inmediato a su mamá al escuchar lo que dije, le toma la mano y se pega a su cuerpo, aprieta sus labios y sus ojos se ponen llorosos, Doris se queda seria, no me responde pero me mira fijamente, se coloca una mano sobre su boca y nariz, comienza a llorar.
   —¿Qué pasa? ¿Está enfermo de nuevo? —pregunto preocupado.
   Mi suegro ha estado muy enfermo del corazón, no quiero imaginar cómo se encuentra en estos momentos por la muerte de su hija, de mi amada Melody.
  —Mi papá se murió hace días —me responde Jaffet con voz temblorosa.
  —¿Qué? Pero él...
   —Tranquilo, entiendo lo que pasa, lo olvidaste, el doctor me explicó lo que ocurre —mira hacia mi cabeza—, creo que es por el tumor, te hizo a olvidar eso —me interrumpe Doris aguantando el llanto.
   Aparto mi mirada de la suya, miro hacia la nada, lo que ha dicho me ha hecho pensar detenidamente, no recuerdo mucho de los días anteriores. Me asusto al darme cuenta que no recuerdo ni siquiera lo que hice después de ver a Melody muerta sobre aquellos troncos.
  —Me gustaría que todo esto fuera una broma, o algún mal sueño, una terrible pesadilla —confieso.
  —A mi también —Doris mira a Jaffet mientras él se pasa la mano sobre sus ojos llorosos– A nosotros también —agrega.
   —¿De que murió?
   —La asesinaron...
   No hablo, me quedo callado, yo preguntaba sobre Thomas, pero Doris no ha entendido bien.
   Miro mis manos, están hinchadas, el moratón que me acaba de salir no es la única herida que tengo en ellas, pequeñas costras se están formando en mis nudillos inflamados. He dado golpes, mis manos se sienten así, no recuerdo haber usado mis puños en ningún momento.
  —Me refiería a Thomas —murmuro.
  —Ah, él, bueno...
  Doris vuelve a llorar, se deja caer en el sofá como si temiera perder el conocimiento, son pocas las veces que la he visto llorar, es terrible ver a mi suegra en un estado de animo como este, ella no es de mucho sonreír, pero tampoco es que se la viva de amargada o triste.
   Deja de tratar de explicarme, se aclara la garganta y sigue hablando:
  —Nos tenemos que ir, no puedo, no tengo fuerzas para estar hablando de esto, Walter, perdón —confiesa Doris.
  —Está bien —respondo mintiendo. No quiero que se vayan, me siento extraño, sólo ellos me pueden entender, hemos perdido a la misma persona que tanto amamos.
   Doris se levanta del sofá apoyándose de los laterales de este, me mira un par de segundos, cierra los ojos en un tardío parpadeo, los abre y luego asiente, coloca una mano en mi hombro.
   Me siento terrible al enterarme de la muerte de Thomas, y más por haber olvidado algo como eso, muy en el fondo puedo recordar el día en que se murió, cuando fui al velorio y todo eso, pero se siente como un sueño borroso, como si fuera eso, sólo un sueño y no la puta realidad.
   Doris se da media vuelta, Jaffet me dice adiós con la mano y sigue a su mamá hacia la salida tomando su mano.
  Miro como se detienen enfrente de la ventana. Los veo entre las persianas entreabiertas, escucho a Jaffet preguntarle algo a su mamá, Doris se agacha y le da un beso en la frente, toma su mano y desaparecen de mi vista.
  Melody está muerta. Lo está. No puedo creer que lo esté. ¿Cómo es que todo esto terminó de una forma tan horrible y dolorosa?
  Me acomodo un poco en la camilla, trato de recordar lo que hice antes de estar en esta lugar, de saber lo que hice después de ver a Melody en el bosque, cierro los ojos.
 
 
   Despierto consiente de dónde estoy, soñé con ella, no recuerdo qué fue.
   No quiero estar despierto, creo que dormir es como estar muerto por períodos cortos de tiempo.
   Miro hacia la ventana de mi lado izquierdo, John está recargado en la pared, mirando hacia afuera, sigue siendo de día. Volteo hacia la derecha, Yanis está sentada en el sofá, está leyendo un libro, el título está en un idioma que no entiendo. Baja el libro al darse cuenta que la estoy observando, hace una leve sonrisa melancólica.
   —¿Cómo sigues? —pregunta colocándose en la esquina del sofá para estar más cerca de mí.
   —¿Eh? —escucho a John preguntar confundido.
  —Le decía a...
  —A Walter —termina John.
  —Sí —dice Yanis.
  Respondo con un fuerte suspiro seguido de un gruñido.
  —¿Ya habló el doctor contigo? —me pregunta John.
  —Sí —contesto mientras asiento, hago una mueca de decepción.
  —Vas a vivir amigo, no te preocupes —dice John creyendo que mi reacción es por querer vivir.
   —Lo sé —respondo con voz decepcionada.
   —El Doctor Thomsom nos informó sobre el ependinoma que tienes. ¿Recuerdas lo que pasó antier? —pregunta Yanis inclinándose hacia mi.
   John rodea la camilla interesado al oír la pregunta de Yanis, le hace señas a Yanis para que le haga un espacio en el pequeño sofá café, Yanis se recorre un poco y John se sienta colocando una mano sobre la pierna ella. John y Yanis me miran atentos esperando respuesta.
   —¿Antier? —pregunto confundido.
  —Sí antier fue cuando...
  —¡¿Qué día es hoy?! —la interrumpo alarmado.
  —Jueves por la tarde —responde John Cate con voz baja, como si temiera decirlo.
  —¿Qué? Pero ella, fue el martes cuando...
  —Han pasado dos días, Walt —susurra Yanis tragando saliva.
  Me deslizo hacia atrás, para no seguir  acostado por completo, saco mis piernas de entre la sabana y me siento en la orilla de la camilla, John y Yanis se miran al mismo tiempo como si quisieran decir algo más.
  —¿Dónde está Melody? ¿Dónde está su cuerpo? —musito.
  Se me hace nudo la garganta, siento como si una enorme manzana se me quedara atorada impidiéndome respirar.
   Yanis y John se miran de nuevo, decidiendo quién responderá.
  —La sepultaron ayer por la noche —responde John incómodo. 
  —Pero yo... No debieron... Yo estaba...
  Hablo entrecortado, me percato que me cuesta hablar porque una ola de tics se apodera de mi temblorosa voz. Doris se ha ido por temor a que haga estas preguntas, a todo esto se refería al decir que no quiere hablar del tema.
   Yanis toma la mano de John, se miran otra vez, John asiente, con eso me doy cuenta que ya tenían planeado hablarme sobre esto.
   —Escucha —John se levanta y se pone frente a mi, coloca sus manos sobre mis hombros y finalmente me mira a los ojos— Ya saben quién es el asesino, todo lo que dijiste fue suficiente para saberlo, no lo han atrapado, pero están en su búsqueda, al igual que en la de Daniel Carter, también creen que él puede estar involucrado en el  asesinato de Melody, encontrar restos de piel del asesino entre las uñas de Melody...
  —No fui a su entierro —murmuro casi ignorando lo que John está hablando.
  –Walter, ella ya tenía varios días en el bosque, bajo la lluvia, no estaba en buen estado, no podían seguir con su cuerpo...
   —¡No fui a su maldito entierro! –grito furioso.
   Me levanto de la camilla de un salto, el suero se mueve un poco, lo he jalado con la manguerilla, no me importa si se desconecta de mi dorso. Me quito el tubo de oxígeno de la nariz, también quito los cables del pecho. El cuarto se llena del pitido largo que emite la máquina que han dejado de medir una frecuencia cardiaca.
   Miro hacia la salida, necesito irme de este lugar. Yanis adivina la acción que estoy por hacer, se levanta apresurada del sofá, cierra la puerta y se recarga en ella firme como un tronco. Las piernas me comienzan a temblar, me siento desorientado y mareado, estoy más débil de lo que creí.
   John trata de seguir hablando musitando un par de palabras, al verme como estoy se percata que es en vano, mira hacia atrás y ve lo que Yanis ha hecho, voltea de nuevo hacia mí, acerca su mano a mi rostro y seca una de mis muchas lágrimas.
   —Lo siento tanto, amigo —me abraza apretándome con sus fuertes brazos, se que hace esto para que no me vaya del cuarto, ambos temen que lo haga.
   Me pongo tenso, John sigue apretándome mientras yo trato de aflojar su agarre, tengo las brazos sobre mis costados, no los puedo levantar, el abrazo de John es muy fuerte y me siento demasiado cansado para competir con su fuerza.
  —Suéltame, John. ¡Que me sueltes!
   Sigo con la vista hacia la salida, ignorando a Yanis, luego prestó atención a su rostro, está preocupada y temerosa. Dejo de moverme y me quedo tranquilo, John afloja su agarre, me sigue abrazando, consigo levantar mis brazos y lo abrazo también, coloco mi cara entre el hombro y el cuello de John, al igual que como lo había hecho con Yanis, y lloro despacio. Permanecemos así por más de veinte segundos.
   Yanis se aparta de la puerta, se acerca a nosotros, coloca una mano sobre mi hombro dándome unas palmaditas.
   —Continua, John —murmuro apartándome.
   Me siento en la camilla y les hago un gesto para que ellos se sienten también.
   —¿Estás seguro? —pregunta John indeciso.
   Asiento.
   —Cuentame todo, no recuerdo nada después de ver a Melody en el —un sollozo me interrumpe impidiéndome hablar, pero me aferro a terminar— en el bosque —termino la frase atropellada.
   –Bien, yo... ¿En qué me quedé?
   John se queda callado, mira a Yanis como si le pidiera ayuda, creo que le he cortado la inspiración. Yanis se aclara la garganta y comienza a hablar.
   —Llegamos como media hora después que tú al bosque, te vimos hecho un desastre, estabas empapado, muy sucio, lleno de lodo y hojas secas, una de las policías, detective o no sé qué sea, no se apartaba de ti en ningún momento, querían hablar contigo pero tú no dejabas de decir que querías estar junto a Melody, respondías todas sus preguntas a medias, de algún modo lograste acercarte a ella, a pesar de que no debías hacerlo, me dijeron que no te lo permitían por que dañarías la escena del crimen, la detective me dijo que ella te había dejado pasar, que entendía por lo que estabas pasando. 
   Al escuchar lo que Yanis me relata  comienzo a recordar un poco, me pierdo entre mis lagañosos recuerdos.

¿Cuándo fue la última vez que la vi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora