Capítulo 21. El amor nunca muere.

174 18 5
                                    

Subimos a mi auto, Hanna se sienta en el asiento de copiloto mientras yo me estoy poniendo el cinturón.

—¿Funciona la radio? —pregunta pasando el cinturón por su pecho.

—Sí.

Enciende la radio, sólo se escucha estática, su mano tiembla mucho al igual que sus labios, pareciera que tiene frío, presiona el botón haciendo una mueca cada vez que la estática continúa.

Agarró firme el volante, pensamientos y recuerdos de Melody me invaden sin avisar, veo pasar momentos felices de nuestra vida en cada parpadeo que doy, escucho su voz, su melodiosa y agradable manera de hablar, escucho sus gritos heridos y su llorar desenfrenado ante la mas mínima cosa mala que ocurría.

No puedo negarlo, la extraño, no debe ser así, después de todo lo que me hizo y lo que le hice, pero aun así puedo sacarla de mi puta mente.

Manejo sin parar hasta la casa de Hanna, en realidad no tengo ni la mas mínima idea de como esta eso de morir en un hospital, es algo raro todo el entorno de la muerte.

—Bájate aquí —le digo a Hanna mirándola con el rabillo de los ojos.

La saco de sus pensamientos, apaga la radio, al cual dejé de prestarle atención desde hace rato, agarra el cinturón pero no lo desabrocha, sólo lo aprieta entre sus manos.

-¿Que estás loco? -pregunta confundida y molesta.

No se si es una idiota o se hace la que no sabe.

Me detengo dos calles antes de nuestro destino.

-No podemos llegar juntos, sospecharan.

Si, definitivamente soy un patán.

-No se van a dar cuenta -farfulla mirándome a los ojos con enojo.

-Si, claro, y llegamos así casual al mismo tiempo, los dos ebrios y en el mismo puto auto, apuesto lo que quieras que hasta Jaffet se dará cuenta que eso no es normal entre su cuñado y su hermana.

-Ese niño y toda mi familia son unos imbéciles, soy perfecta mintiéndoles, te aseguro que no sospecharan, ¿Y si lo hacen que importa?, ninguno de los dos tenemos pareja ya -habla de manera burlona en la última frase.

Pendeja idiota.

Enciendo el auto, no le respondo, sólo hago una mueca de disgusto.

De todas formas que más puede ocurrir, por una parte tiene razón, Doris y Jaffet están lo bastante perdidos por la muerte de Thomas que seguro no notarán nada.
Eso espero.

Detengo auto en la entrada de su casa, miro para los lados para ver quién me ve, nadie aquí me conoce, pero los vecinos siempre son entrometidos.

Hanna saca un espejo de su bolso y se pasa maquillaje sobre su rostro, cubriendo sus ojeras y el enorme moretón que le hice en su cuello con mi boca.

Me bajo del auto y camino un poco, estoy a corta distancia de la puerta, miro para atrás y en eso Hanna me ve disgustada, abre la puerta del auto y la cierra haciendo un ruido estrepitoso.

Hanna es de verdad una mujer imbécil.

Toco el timbre, pero nadie habré, Hanna saca las llaves de su bolso, pasa el dorso de su mano sobre sus ojos, llenándolo de lágrimas y después abre la puerta.

Contengo la respiración haciendo una gran exhalación.

-¡Mamá, hermanito! -grita Hanna entre llanto.

Nadie responde, la casa esta sola, no hay ni un alma aquí.

Nos adentramos un poco más, cada paso que doy sin verlos me siento mejor, no quiero ver a mi suegro muerto y tendido sobre la cama.

¿Cuándo fue la última vez que la vi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora