Capítulo 23

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Tan pronto como el médico a cargo de Serena realizó una revisión de rutina, fue dada de alta. El desmayo que había sufrido se debía solo a la presencia de un excesivo estrés, así que no había una razón para que continuara internada.

Era una verdadera fortuna que Michiru continuara bajo supervisión médica durante algunos días más.  Aunque eso no me daba una solución definitiva, al menos me hacía ganar un poco de tiempo para poder explicarle todo a Serena.

Al salir del hospital, lo primero que hice fue llevarla a un pequeño establecimiento para que pudiéramos desayunar algo y posteriormente ir a casa y poder descansar un poco, y es que tal vez ella no habría sufrido estragos en cuanto a cansancio se refería, pero yo, había pasado la noche en vela atendiendo los asuntos de mi hija, de Michiru y de Serena misma.

Eran apenas las diez de la mañana por lo que decidimos ordenar algo ligero pero nutritivo. Yo opté por un pequeño tazón de fruta, pan tostado y una taza de té, mientras Serena había ordenado una ración de yogurt con fruta picada, jugo de naranja y un par de hotcakes con miel. Era tan agradable verla por primera vez disfrutar de sus alimentos, y es que en casa apenas si probaba bocado.

Serena parecía una niña pequeña, hacia múltiples combinaciones entre lo que había ordenado. Parecía como si ya no tuviera preocupación alguna, y es que, a decir verdad, se notaba la enorme evolución que había tenido de un día para otro. Ayer se mostraba débil e insegura y hoy la tenía aquí, frente a mi, divirtiéndose y regalándome con ello, uno de los momentos más gratificantes de mi vida.

Salimos del inmueble y por fin llegamos a casa. Era una fortuna que al fin ella tendría un poco de paz después de todo lo que había sufrido. Finalmente tendría la libertad de recorrer cada rincón de la casa sin la presión constante de Seiya, quién ya se encontraba preso esperando el día de su juicio, ni de Michiru, quien estaría lejos durante los próximos tres días.

No quería amargarle la felicidad a Serena, así que decidí no contarle nada por el momento, aunque sabía perfectamente que tan solo contaba con ese pequeño lapso de tiempo para organizar la que sería mi nueva vida.

Después de instalar a Serena en su habitación y recordarle que la casa entera estaba a su total disposición salí rumbo a mi propio cuarto para dormir un poco y reponerme de la pesada noche que había tenido, pero justo cuando mis ojos estaban por cerrarse, se escuchó el timbrar de mi teléfono móvil.

En un inicio no hice caso y dejé que la llamada fuera enviada directamente al buzón de voz, pero un insistente segundo intento logró llamar mi atención solo para observar el nombre de Haruka parpadear de forma intermitentes en la pantalla del teléfono.

—Darien ¿Cómo estás?— me cuestionó algo emocionado.

—Hola Haruka, me disponía a dormir un poco, pero no te preocupes, mejor dime ¿Hay alguna novedad?

—¡Lo logramos! Presenté toda la documentación y las prueban sobre el caso de Serena y ya tengo la fecha de audiencia. En un principio querían dármela para dentro de un mes, pero después de mover algunos contactos accedieron a adelantarla. La cita será dentro de siete días. Será mejor que vayas preparando a Serena, seguramente tendrá que encontrarse cara a cara con Seiya y no queremos que vaya a retractarse por miedo. Por cierto ¿Cómo siguió? ¿Ya hablaste con ella?

—Aún no. Preferí dejarla descarnar un poco más, pero no te preocupes, Michiru estará aquí pasado mañana, así que debo decirle a Serena toda la verdad lo más pronto posible.

—Darien, piensa bien las cosas antes de hacerlas. Michiru es mi hermana pero no merece tu sacrificio— en el fondo sabía que Haruka tenía toda la razón, pero una vez más vino a mi mente toda esa cátedra de valores que mis padres me habían inculcado durante toda mi vida. Cómo todo un caballero me haría cargo de mis responsabilidades como padre y como esposo.

La novia de mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora