Capítulo 5

70 23 2
                                    



Mi madre y hermano llegaron a New York, tres días antes de mi graduación. A penas los vi y los abracé con fuerza, para acto seguido llorar como una niña pequeña, mi madre y hermanito solo me abrazaron. Fue un momento conmovedor. Tome su equipaje y abordamos un taxi, durante el camino íbamos conversando, hasta que llegamos a mi departamento en donde mi madre miraba con ojos llorosos el lugar.

—Perdóname por ser una mala madre. Ni siquiera he sido capaz de enviarte dinero para ayudarte con tus gastos.

—Mamá, tú eres la mejor mamá del mundo y yo soy muy afortunada de tenerte. Has sido una guerrera, pues tú sola has logrado sacarnos adelante. Ahora es mi deber apoyarte con los gastos de Alexander, ustedes lo son todo para mí.

—Dios, me ha bendecido contigo mi cielo.

—Y, a mi con ustedes dos. Los dejare para que descansen, yo debo ir a la oficina—dije desanimada.

—Cuando regreses, te tendré algo delicioso preparado—dijo cariñosamente mi madre.

Tras despedirme de mi madre y hermano, tome mi bolso y me dirigí directo a la oficina, para mi buena suerte iba con tiempo suficiente, tome el autobús, y me senté hasta atrás, iba mirando por la ventana, cuando de pronto mi celular sonó, grande fue mi sorpresa al ver registrado el número de Rebeca.

—Dime Rebeca.

—Amberly, que bueno que contestas, el jefe está de vuelta y desea verte en cuanto llegues.

—Por supuesto, gracias por avisarme.

—>>Yo también quiero verlo, pero para reclamarle lo que ha hecho<<

Tras quince minutos de viaje, finalmente llegue al imponente edificio, salude al guardia y tome el elevador que me llevaría hasta el último piso. Deje mi bolso en mi lugar y armándome de valor, el cual no tenia, ingrese sin pedir permiso a la oficina de mi jefe.

Grande fue mi sorpresa al ingresar a la oficina, él estaba recargado en la esquina de su escritorio, con una sonrisa pícara.

—¿Quién piensa que soy? —pregunte sin controlar mi voz de furia—. ¿Cree que soy una de esas mujerzuelas a las que puede comprar con su dinero?

Su sonrisa desapareció al instante.

—Supongo que ya...

—Mi madre me llamo, incluso ella y mi hermano llegaron esta mañana—lo mire fijamente. Había tanto que quería decirle, pero todo estaba hecho un nudo, como las lágrimas que me quemaban la garganta.

—Sólo quería ayudarte—dijo intentando explicarme.

—¿Por qué? Ni siquiera me conoce.

—Por eso precisamente. Quiero conocerte...

—¿Por qué yo? ¿Por qué lo rechace?

—Por que me gustas desde el primer día que te vi.

Ante aquella confesión, solté una risa sarcástica y amarga que hasta yo misma me asusté.

—Usted, no sabe lo que le gusta. Todas esas mujeres, solo las utiliza para después tirarlas. Y le ofende el simple hecho de que yo no haya accedido a ser otra más en su interminable lista.

—Eso no es cierto Amberly. Contigo es diferente.

—¿No? ¿Me está diciendo que habría estado interesado en mí, incluso si yo no lo hubiera rechazado?

—Estoy diciendo, que no soy la persona que tú crees—dijo tomándome de la mandíbula—. No soy un mujeriego. Simplemente, les sonrió a las mujeres y ellas piensan que ya estamos comprometidos. Sé, que esa no es una buena explicación, ni mucho menos una buena excusa, pero no soy el ser tan vil que piensas que soy.

Un amor inesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora