Capitulo 7

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—Siempre he dicho que no se puede disfrutar un día de campo o una carne asada sin huevos rellenos, son lo máximo, hacen la diferencia –Peg comentó con emoción.

Aquel día, después de que Edward había podado, Peg habían recibido visita de todas las mujeres que vivían en las casas contiguas a las de la familia Boggs. Querían conocer a la nueva persona que vivía con ellos. Sophia no sabía la razón de porque se en el fondo se había molestado tanto con la noticia, tratándose de al menos una docena de mujeres adultas examinando a un chico. Sabía que las vecinas en todos los lugares solían ser bastante chismosas, pero ver al indefenso Edward se le hacía una barbarie.

En ese momento Edward cortaba la lechuga rápidamente con sus tijeras, mientras que Sophia ayudaba a preparar la carne. Peg había pedido a todos ayudar, puesto que habría muchas personas presentes y necesitaban tener todo a tiempo para que no se molestaran. Peg amaba ser el centro de atención de los vecinos, ya que muchas veces la excluían y aquello era algo completamente nuevo.

—¡Oh Edward, eso es maravilloso! No sabía que la habías cortado toda, disfrutemos una gran ensalada —Peg dijo con emoción, acercándose al chico.

—¡Oh no! —Sophia exclamó en el momento en que Edward se cortó el rostro con una de sus afiladas navajas. De un segundo a otro la sangre había comenzado a gotear en su mejilla— déjame ayudarte.

—Tranquilo, no fue nada —Peg dijo con preocupación, pasándole una toalla a Sophia para que lo ayudara.

Ella de inmediato se puso de pintas debido a la altura de Edward, y con tacto comenzó a pasar la toalla por su mejilla. Las manos le temblaban, ya que lo quería lastimarlo. No solía ser tan delicada como cualquier cosa que hiciera, así que se estaba esforzando bastante por no causarle dolor alguno.
Podía sentir las viejas cicatrices del chico bajo sus dedos, así que pensó en lo doloroso y difícil que debía ser tener aquellas cosas filosas todo el tiempo.

—Te lo agradezco —Edward le dijo con delicadeza, dándole una sonrisa pequeña, pero aún así bastante tierna.

Peg tomo una servilleta húmeda y se acercó al chico para terminar de limpiarle la sangre seca que le había quedado como mancha.

—No te pongas nervioso, Esmeralda no vendrá —Peg le comentó mientras lo ayudaba. Sophia no sabía quien era ella, pero sabía que lo le caería bien— y el resto de los vecinos son muy agradables.

—Espero que tenga razón —Sophie hizo una mueca, haciendo que ambos la miraran. Edward tenia la misma expresión linda de siempre, mientras que Peg le dio una mirada para que no volviera a comentar eso frente al chico.

—No te pongas nervioso. Están deseosos de conocerte. Tienes que actuar en forma natural —Peg le dijo, tomando una lata y abriéndola.

—¿Natural? —Edward preguntó con algo de nervios.

—Si, tal como eres. Una gran persona—Peg le respondió.

—Le caerás bien a todos, ya verás —Sophia sonrió— la tía Peg tiene razón, solo se tú mismo.

Edward le dio una sonrisa mucho más amplia que antes, lo que causó que Sophia se quedara sin palabras por unos segundos. No sabía lo que le pasaba. Para su sorpresa, el chico se quedó con la mirada perdida por bastante tiempo, parecía estar ensimismado en sus pensamientos, así que mejor no le comentó nada más para dejarlo tranquilo por unos segundos. Ya tenía más atención de la que una persona debería. Eso debía ser bastante incómodo en su punto de vista.

Las horas que quedaban libres pasaron más rápido de lo que habían pensado. Cocinar había sido bastante agotador, en especial porque tuvieron que esperar que el tío Bill tuvo que ir al supermercado para traer todo lo que faltaba. Por lo que tenían entendido, la mayoría de los vecinos estarían ahí a las cinco para conocer a Edward. La tia Peg le habían comentado que también querían saber sobre  ella, pero era obvio que la atención era por aquel extraño chico.
Se sentía mal por el, pues se veía que no convivía mucho con las personas, y ver una multitud tan grande solo empeoraría las cosas. Esperaba estar a su lado todo lo que pudiera, para que al menos tuviera una cara conocida si se desesperaba.

Los vecinos llegaron a la hora exacta y no dudaron en entrar sin pedirlo antes. En ese momento lo único que querían era conocer a la persona nueva que vivía con los Boggs. Edward seguía dentro de casa, pero Sophia estaba en el patio trasero acomodando un par de sillas, además de que ayudaba a los invitados con las comidas que habían llevado para compartir. Las miradas de asombro se las llevó el enorme Tiranosaurio Rex de arbusto, al igual que las figuras de la familia en los más pequeños.

—¡Querida! No me digas que ese chico hizo todo esto —comentó una de las vecinas. Llevaba puesto un conjunto amarillo mostaza, lo que supuso era del color de su casa.

—Lo hizo y fue demasiado rápido. Tiene talento —Sophia respondió con una sonrisa. No quería ser mala con los vecinos.

—Cuando lo vea le pediré que haga esta maravilla en mis arbustos. Mi esposo lleva años diciendo que hará algo, pero así quedó, en solo palabras —la mujer se quejó— en fin, ¿cuando saldrá el muchacho?

—Esta a punto de venir. Estaba un poco ocupado dentro con la tía Peg —Sophia respondió.

—¡Oh! Así que tú eres la sobrina. Con razón te veía algo de parecido —la señora la miro de pies a cabeza. Ella solo se movió algo incomoda— tienes mucho parecido con Kim.

—Me lo han dicho antes —Sophia le dio una sonrisa ladeada. Era una completa mentira, jamás le habían dicho algo parecido, incluso habían comentado a los atrás que no tenían parecido alguno. Su prima era hermosa y que le dijeran aquello fue como un pequeño halago.

Sabía que la conversación no iba a terminar, así que le pidió permiso para retirarse. La mujer ni siquiera le presto atención, ya que se distrajo nuevamente mirando a su marido y después al arte del arbusto. Y así viceversa. Parecía quejarse internamente por el gran trabajo que pudo haber tenido si su hombre cumpliera sus promesas. Era obvio que tenía algo de envidia y por eso estaba ahí.

Hold Me ⟨••Edward Scissorhands••⟩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora