Capítulo 22

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Se oyen susurros contando una historia, una historia mal contada que llega a los oídos de todo aquel que exista en Aeistian. Los susurros desaparecen con el tiempo y quedan en silencio como leyendas.

La mente es muy fácil de controlar cuando se utilizan los sueños.

No respiro, siento el sofoco entrar en mí ¿Qué clase de loca debo ser para echarme una maldición y culpa a otra de hacerla? Definitivamente un monstruo, un monstruo despiadado.

Abro los ojos. Aparte de sentir mi cuerpo débil como siempre, también noto magulladuras en mis muñecas y moretones en mis brazos. Se me escapa un quejido cuando siento el abrazo de un hombre. Noto el picor entre mis piernas e imágenes de una violación llegan a mi mente. Por acto de inercia o no sé, me asusto y salgo de la cama, cubro como puedo mi ropa desgarrada, entonces observo al agresor en cuestión.

No lo he visto nunca, pero siento que lo conozco.

Al fin abre los ojos, pero me mira de mala manera.

—Nayiri ¿Qué estás haciendo? —me pregunta, parece indignado—. Regresa a la cama —me ordena y niego moviendo la cabeza.

Imágenes de él forzandome a tener relaciones siguen apareciendo en mi cabeza.

—¡Soy tu esposo, te digo que vengas! —me grita.

—No —formulo en un tono leve.

—Encima que gasté todos mis ahorros para comprarte, ¿te quejas? Eres una descarada, deberías estar agradecida de que alguien te quisiera.

Se inclina para pararse e intento usar mi poder, pero no funciona.

Mierda.

No puede ser que haya olvidado cómo usarlo.

Se levanta, así que respondo:

—Sí, me disculpo, querido, es que pensé en ir a comprarte leche y pan, pero no sé donde está el dinero, así que no puedo complacerte con un buen desayuno.

Su malhumor se esfuma y por suerte me regala una sonrisa.

—Así está mejor, al fin te comportas como debes, ya me estaba preocupando de haber hecho una mala compra. —Señala el piso—. ¡En el suelo, mujer, no soy tan rico para tener muebles con cajones!

—Ah, sí. —Me agacho a recoger las monedas.

—Ahí tienes una bolsa. —Señala al lado de la puerta y la agarro de forma veloz—. Y vuelve rápido que quiero repetir —me aclara e ignoro la tensión que crece en mí por su comentario, para luego salir de la choza como puedo.

Él sabe que no voy a escapar, porque no tengo a dónde ir.

Miro el lugar y lo reconozco, es uno de los pueblos del Reino de los Siete Desiertos, solo que su edificación es más antigua.

No creo que esta sea una de mis primeras vidas ¿Por qué Océano me trajo aquí? Me siento confusa como ella cuando me mostró su vida en el inframundo. He estado luchando con Océano desde que entré a estos sueños, sabía que me estaba cambiando la historia y no se lo permití ¿Se estará cobrando mi rebeldía? Quiere vengarse, estoy segura. Algo me dice que esta es una de las vidas en las que me encuentro con Jaelyne.

La conciencia de Nayiri me envía imágenes. Tuvo una vida triste, una como la mía. Piensa bastante como yo, quiere sobrevivir.

Me confundo, soy yo, pero es difícil combinar los fragmentos.

—Rebecca. —Alguien me llama.

Me sobresalto cuando una tela me cubre y me giro, entonces sonrío.

—Askar. —Suspiro—. He querido preguntar esto hace mucho tiempo. —Toco su mejilla—. ¿Eres el real?

—Ya te lo dije, estoy inconsciente, así que sí.

—¿Cómo sabes tanto?

Se ríe.

—No lo sé, solo saco la información como buen portador de sueños que soy, sin contar que eres la Belleza de los Sueños, tú puedes hacer que lo sepa.

—No soy tan poderosa como Océano, pero lo intento. —Río también.

—¿No? Mira lo que has logrado, no te engañó como a todos, además que ahora tú eres la consciente en este sueño.

—No podía engañarme a mí misma para siempre. —Me abrazo a la tela que me dio—. Soy un monstruo —digo triste.

—No lo eres, Rebecca. —Me agarra de los brazos y alzo la vista—. Tú vas a ganar, confío en ti y lo que hayas hecho en el pasado, no es lo que eres ahora.

—Askar. —Mis ojos se humedecen y lo abrazo—. Gracias. —Cierro los ojos y formulo mi deseo—. Quisiera estar abrazándote ahora y de verdad.

—Lo estás, es un abrazo en un sueño, pero sigue siendo un abrazo.

Abro los ojos.

—Te extraño —confieso—. Ni recuerdo cuando fue la última vez que te vi cuando estaba despierta.

—Eso ya no importa, ahora estamos aquí, juntos.

—Sí.

Belleza de los Sueños #5Where stories live. Discover now