Una invasión

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— ¿Nos has hecho llamar... Kazekage. —preguntó la pelirroja, pronunciando con cierta mofa el título de su padre.

— Sí. Muy pronto atacaremos Konoha con la intención de invadirla, aprovecharemos los exámenes Chūning para ello, vosotros solo tendréis que llegar hasta las finales, y una vez estemos listos Gaara liberará al demonio de una cola para crear una distracción mientras, el segundo frente, romperán las paredes que rodean la aldea.

— ¿Liberar al Shukaku? —alzó una ceja inquisitiva.— ¿A caso tienes idea de lo peligroso que es eso, viejo? Gaara podría no volver en sí.

— Todo está controlado, yo mismo volveré a encerrar al Shukaku una vez cumpla con su misión.

— ¿Y si te matan a tí? —lo miró de forma amenazante, casi como la mirada de una serpiente hacia un pequeño ratón.— ¿Qué pasará si el karma decide que ya es hora de devolverte todo lo que has hecho y mueres seis veces. —dijo haciendo alusión a las ocasiones que mandó matar a Gaara.

Una espeluznante risilla comenzó a sonar por el despacho, haciendo que los gemelos se tensaran y miraran a su alrededor.

— Vaya, vaya, vaya, tienes una hija muy mordaz Kazekage.

La figura esbelta de un hombre de pelo largo y tez blanca emergió de una de las paredes, ninguno de los pelirrojos se había percatado de su chakra, era la primera vez que veían algo así.

— ¿Quién es ese? —habló por primera vez Gaara, su tono era de desagrado y por acto reflejo había empezado a envolver a Eri con su arena para protegerla.

— Oh~... Pero mira qué monada, el pequeño gatito protegiendo a su querida hermanita con un poco de arena... ¿Sabes que si controlaras a tu bestia serías imparable niño? —sonrió de forma bifida.

— Él es Orochimaru, será parte de la invasión, pero no tendría que estar aquí ahora mismo. —paró Rasa mientras hablaba con los ojos cerrados.— En 2 meses tendréis que ir a esos exámenes.

Estábamos a punto de irnos cuando el Kazekage me llamó.

— Eri.

— ¿Qué? —contestó con un tono bastante enfadado.

Rasa no continúo, estaba mirando tras ella, seguramente quería que Gaara se fuera de la habitación, chasqueó la lengua molesta pero se giró hacia Gaara y con la mirada le dijo que todo estaba bien, él no dijo nada más y se marchó.

— ¿Qué quieres? —volvió a insistir cruzándome de brazos.

— Has estado faltando a tus entrenamientos. ¿Por qué?

No se refería a los entrenamientos normales, de eso estaba segura. No, se refería a los que la enseñaban a convertirse en un arma. Pero le resultó algo extraño que lo dijera en frente de aquel tipo, puesto que muy pocas personas sabían de su poder oculto.

No respondio, simplemente apartó la mirada.

— Es sumamente importante que aprendas a controlarlo de una vez, no has hecho ni un solo progreso desde que eras una niña.

— ¿Por qué? ¿¡Para ser otro arma en tus manos!? —gritó golpeando la mesa. Su expresión se había deformado por el odio.— ¡Lo siento pero no! Prefiero ser una inútil.

— Oh~... ¿Y si te dijera que podrías proteger a tu hermano? —habló después de mucho tiempo aquella serpiente, sonriendo.

— ¿A qué... Te refieres? —su pregunta la confundió, y la risa sarcástica que soltó después no ayudó en absoluto.

— Oh, vamos, Rasa-chan, ¿no me digas que no le has explicado nada a esta dulce niña sobre sus tan deliciosos poderes?

Mientras hablaba Orochimaru se iba acercando a ella mientras cogía un mechón de su rojo cabello y lo olía, soltando un “qué dulce”. Rápidamente Eri se apartó, algo shockeada, nunca le habían hecho algo así.

— Aléjate de mi hija. —ordenó Rasa.

— Pero mi pregunta iba en serio. —dijo mientras se apartaba con las manos en alto y volvía al lado del kazekage.— ¿Le has dicho que si el Shukaku se descontrola ella podría volver a sellarlo con sólo una orden?

Abrio mucho los ojos, eso no podía ser posible.

— Claro que... Esa es sólo una de las muchas cosas que como la bruja de los demonios puedes hacer... Creo que es hora de que te tomes tus habilidades en serio, jovencita, y que tu padre comience a decirte la verdad. —su voz sonó con reproche mientras miraba al Kazekage.

— Deberías irte ya. Hoy entrenará toda la tarde, al igual que el resto de los días hasta que llegue el momento de la invasión. —ordenó.

Le echó un último vistazo a él y después a esa serpiente sonriente, para después, sin ninguna palabra más marcharse de ahí. Al salir pudo ver que Gaara estaba fuera de la puerta, una forma suya de arena más bien.

— ¿Lo has oído todo? —le preguntó. a lo que la figura asintió.— Bien, porque nos toca investigar a nosotros, no me creo que padre diga la verdad. —contestó mientras caminaba hacia la salida, la figura de arena se descompuso y comenzó a envolverle el cuerpo, como para protegerme hasta que estuvieran juntos de verdad.

• • •

— Esa pequeña tuya... Es muy especial, ¿no crees? —comentó Orochimaru justo cuando Eri salió.— Además de una belleza.

— Es una niña. —dijo con asco, arrugando la nariz.— Como vuelvas ha hacer algún comentario de ese tipo ya puedes irte por dónde has venido.

— De acuerdo, de acuerdo... Era una broma~. —sonrió cerrando los ojos.

“Mejor no le digo que podría ser candidata a mi marca” pensó. “Si tan solo no estuviera tan protegida... Ese talento es muy especial.”

Mi Pecado ObsesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora