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DIECINUEVEI BARELY A SHOWERED FOR THIS

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DIECINUEVE
I BARELY A SHOWERED FOR THIS

Alguien tocó la puerta de su habitación, para después abrirla. Klaus asomó su cabeza, viendo que Elizabeth se miraba en el espejo de cuerpo completo que él le había conseguido.

Sin duda, escogió un vestido que le quedaba como anillo al dedo.

Rojo, maquillaje sutil, peinado simple y tacones medianos de color plateado. La miró con amor, con amor de hermano. Esa mirada ni siquiera se la había dedicado a Rebekah nunca, pero a ella si, siempre.

—¿Estás lista? —preguntó Klaus con una sonrisa extendiendo su brazo.

—Cada minuto menos es un minuto más en mi cama durmiendo así que si. Estoy lista.

Entrelazaron sus brazos, caminando de manera sincronizada y con elegancia. En cuanto llegaron al borde de las escaleras, vieron a Elena, quien tenía en cada brazo a un Salvatore.

—Quién te viera y quién te ve, Elena Gilbert —habló para ella y Klaus, quien rió, a sabiendas de que los otros vampiros la escucharían.

La verdad era, que Stefan no podía moverse por estar mirando a Elizabeth. Él no era el único, había acaparado bastantes miradas, como la de los hermanos y hermana Mikaelson, Esther, Damon y Elena.

Finn pensaba que se veía hermosa, pero que era la mujer más peligrosa de la velada; Elijah pensaba cómo Klaus consiguió a alguien como ella en su vida, y por qué le molestaba que él no tenía alguien así; Esther la miraba con desprecio, la había estado observando desde el Otro Lado y la potente conexión que tiene con su hijo sería un inmenso problema; Rebekah apretó la mandíbula al ver que acaparó toda la atención, admitiendo muy dentro de su ser que se veía hermosa; ¿Kol? Ni siquiera pudo completar alguna frase en su mente; Stefan no podía ver a nadie más que no fuese ella, Damon cambiaba miradas entre Elizabeth y Elena. Sí, Elizabeth se veía hermosa y lo admitía, pero él siempre tendría ojos para Elena; Elena, en cambio, admitió que era la chica más linda de la velada.

—Al parecer te acaparaste la atención para ti sola —habló Klaus mientras bajaban las escaleras con el mismo derroche de elegancia.

—Si esta gente supiera que ni siquiera me esforcé. Apenas me bañé para esto.

Klaus se rió, yendo hacia la barra. Él recibió champaña, pero le dio jugo.

—¿Qué? —se quejó.

—No me haré responsable de una borrachita como tú —sonrió orgulloso, mientras bebía un sorbo.

—Injusto e inválido —contestó, bebiendo el jugo de mala gana.

Ambos hablaban de distintas estupideces, cuando Klaus vio a Caroline entrar. Elizabeth lo notó, y le dio palmadas en el hombro a su amigo para que reaccionara.

𝑩𝑳𝑶𝑶𝑫 // 𝑾𝑨𝑻𝑬𝑹 • 𝐈.𝐋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora