Capítulo 11

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Sus párpados lentamente fueron abriéndose hasta acostumbrarse a la iluminación de esa sala completamente blanca, se fue reincorporando despacio hasta quedar sentado en la camilla y una vez que todos sus sentidos se activaron correctamente, logró deducir que se encontraba en el hospital.

-¿Pero qué cojones pasó?- Llevó una de sus manos a su cabeza y al hacerlo pudo notar su brazo vendado. -¿Pero qué...?- Inspeccionó el otro brazo y vio que se encontraba en la misma situación.

Quitó la sabana que lo cubría para poder examinar en qué condiciones estaba su cuerpo, al hacerlo pudo observar que sus piernas estaban con un par de vendas, solo logró ver hasta donde la bata le permitió, pero eso fue suficiente para saber por qué estaba en este lugar.

-Veo que haz despertado, ¿Cómo te encuentras?- No supo en qué momento había entrado la enfermera asique al escucharla hablar fue inevitable que haya tenido un pequeño sobresalto.

-Eh... Bien, creo- Con sus ojos repasó la habitación. -Disculpa ¿Dónde están mis cosas?- Interrogó al no verlas por ningún sitio.

-¿No tuvo dolores al mover sus brazos, mareos o algo por el estilo?- Ignoró la pregunta del rubio mientras anotaba lo que el paciente le informaba en unas planillas.

-Solo un poco de molestia en la cadera, pero no es la primera vez- Respondió sin interés, dio una segunda barrida con sus orbes azulinas al cuarto y esta vez su mirada se posicionó sobre un armario en una esquina.

-De acuerdo- Al terminar subió su vista de los papeles donde anotaba para mirar al ojiazul. -Le avisaré al doctor para que le haga el chequeo correspondiente- 

La mujer abrió la puerta para salir pero antes de hacerlo se dio media vuelta, miró fijamente a Gustabo y dijo unas cosas para finalizar.

-Antes de irme ¿Necesita algo más?- Se acercó nuevamente al paciente, demasiado cerca para el ojiazul. -Por cierto sus cosas están en el armario ¿Quiere que se las alcance?- 

-Por favor- Se limitó a responder el rubio.

La enfermera fue hasta el mueble, sacó las cosas de allí y se las dejó en una silla que estaba al lado de la camilla de Gustabo.

-Gracias- Fue lo único que expresó 

-No es nada, pero si necesita otra cosa, sea lo que sea, no dude en llamarme- Le regaló una sonrisa que parecía ir con segundas intenciones pero el rubio hizo caso omiso y se dedicó a buscar su móvil.      

La mujer se alejó hasta la puerta y se detuvo nuevamente allí, estuvo observando varios minutos el semblante serio del ojiazul, vio como sacaba su celular y como se lo llevaba a una oreja después de haber tecleado algo en el. Gustabo notó varios minutos después que la enfermera seguía ahí, le incomodaba bastante la mirada fija de la mujer sobre él.

-Eh ¿No iba a avisarle al médico?- Quería que se fuera de alguna forma.

-Sí, disculpe- Abrió la puerta para salir. -Nos vemos en un rato, señor García- le dedicó una última sonrisa y finalmente se fue.

Gustabo soltó un largo suspiro que ni él sabía que contenía, hasta que un grito le llamó la atención hacia su móvil.

-¡Gustabo!- Alejó un poco el aparato de su oído.

-Joder, no grites cabrón- 

-Perdón pero es que hace un rato que estoy llamándote, me hiciste sonar el móvil pero no me contestabas cuando atendí- Exclamaba con reproche la persona que se encontraba del otro lado de la llamada. -Y te escuché decir algo pero creo que no era para a mí-

-Ah sí, es que había una mujer molestando- Contestó con simpleza. -Se me había quedado viendo en silencio y no se iba, daba un miedo de cojones- Soltó una minúscula risa sin gracia. -Encima después va a volver-

-¿Quieres que vaya a rescatarte?- Su voz reflejaba un tono con gracia por la situación que le contaba su compañero. -En unos minutos salgo para allá, resiste- Risas se escapaban de sus labios mientras hablaba.

-Uff eres mi héroe, macho- Respiró con alivio el ojiazul. -No tardes, mi rey- Dijo en forma de broma como siempre hacían.

-Tranquila mi reina, tu héroe va en camino- Entre risas, el rubio cortó y guardó su móvil al ver que el médico estaba entrando al cuarto.

-Bueno señor García, haremos un chequeo para ver que todo esté correcto y se podrá ir de aquí- Notificó el profesional. -Veremos como está el golpe que tiene en el torso y las heridas- 

Pasó bastante tiempo y finalmente le dieron el alta el ojiazul pero advirtiéndole que debía cuidar de las heridas hasta que cicatrizaran y recetándole algún calmante por el golpe fuerte que había recibido en el torso y cadera.

-Siga al pie de la letra lo que le expliqué y todo estará bien- Aseguró el doctor. -La enfermera te acompañará hasta la salida- Se despidió con un apretón de manos.

-Muchas gracias, que tenga un buen servicio- Correspondió al gesto, se dio media vuelta para dirigirse a la salida y vio como la mujer de antes comenzaba a caminar al lado suyo.

-Señor García- Habló un poco cohibida. -¿Le gustaría salir más tarde?- Estaban afuera ya pero la enfermera no le dejaba irse, no lo haría hasta obtener una respuesta del contrario. 

-¿A qué se refiere?- Preguntó nervioso, la situación le ponía muy incómodo.

-Ya sabes, a salir por ahí, tomar algo- Le dedicó una mirada que se podría definir claramente como una seductora- Y quien sabe... dejar pasar lo que tenga que pasar- 

La mujer se acercó hasta invadir el espacio personal del rubio y con una mano le extendió un papel, lo iba a meter en el bolsillo del pantalón del ojiazul pero su misión fue interceptada por un par de brazos bronceados que tomaron de la cintura y un hombro a Gustabo para alejarlo y recuperar la distancia entre él y la enfermera. 

-Perdón bebé, no me dejaron entrar a verte asique te estaba esperando en el coche- El de ojos bicolor se inclinó hacia un costado para besar la mejilla del mayor, acción que hizo sonrojar al rubio ya que no esperaba el actuar de su mejor amigo.

La mujer, sorprendida con sus ojos abiertos de par en par, soltó un resoplido muy notorio, su ceño se frunció y terminó dando media vuelta para entrar al hospital. Una vez que no pudieron divisar mas la silueta de la mujer, El más alto se separó del mayor y juntos comenzaron a reír a carcajadas.

-¿Viste su cara? Esa tía me debe estar odiando a morir- No podían contener las sonoras risas que salían de sus bocas.

-Hostia ¿Pero a qué vino todo ese teatrito?- No pudo evitar preguntar.

-Es que te vi, se notaba a metros que la estabas pasando mal y cuando vi las intenciones de la mujer decidí intervenir- Explicó sencillamente. -¿Y qué mejor plan que hacer de cuenta que no estas disponible y sobretodo que eres gay? Ahí si que la tía no va a molestar más- Seguía riendo hasta que tuvo que detenerse por un ataque de tos.

-Gracias Horacio, me hiciste la salvadiña- Suavemente golpeaba la espalda del menor hasta que logró recomponerse.

-Te dije que iba a ser tu héroe, mi reina- Le guió un ojo y lo guió hasta el auto que estaba estacionado a unos metros.

El mayor simplemente sonrió, Horacio había sido su salvador y no era la primera vez. Pero así como Horacio le había salvado la vida de niños, él mismo siempre se encargaría de protegerlo... Costara lo que costara.

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Otro capítulo más para agradecer el apoyo que le están dando a la historia ^-^
Gracias por leer, los votos y comentarios, gracias por tanto y perdón por tan poco :''3

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