Capítulo 27

199 38 17
                                    

-¡Ya, basta! ¡Pogo por favor, detente!- Gritaba desesperadamente el de cresta azul. -¡Déjalo en paz!-

El peli morado hacia oídos sordos a lo que su pareja le decía y continuaba golpeando al rubio fuertemente, hasta que después adentró la mano en su bolsillo y sacó su navaja. Acercó el filo hasta el cuerpo del contrario y la clavó en el hombro, no tan profundo pero tampoco no tan superficial como había echo con Horacio, y marcó un recorrido hasta su codo.

-¿A mi también me dibujarás en un pectoral una P y en el otro una G igual que hiciste con Horacio, payaso? - El rubio de ojos azules soltaba gruñidos de dolor, pero ni un grito salió de él, no le daría al peli morado ese placer de escucharlo sufrir y rogar.

-¡BASTA!- El menor veía como después del recorrido que hizo la navaja sobre el cuerpo de su amigo, la sangre brotaba de él, estaba asustado de lo que sería capaz su pareja. -lo odio...- Soltó en un susurro.

A pesar de que fue algo dicho en voz muy baja, los dos oji azules fueron capaz de escucharlo. García dirigió su vista al que estaba frente a él y pudo observar como el rostro de éste estaba tenso, sus ojos abiertos de par en par con miedo y su cuerpo se había quedado estático.

La habitación quedó sumida en un gran silencio por varios minutos, solamente se escuchaba el resonar de las gotas rojizas que caían de las heridas abiertas del rubio. Ninguno se movía, el ambiente se sentía tenso, hasta que lentamente el mayor de los tres se dio vuelta dándole la espalda al rubio para mirar al menor con ojos dolidos por las palabras dichas de la boca del de cresta.

-Eso no es cierto...- Murmuró con una sonrisa de lado, pero la diferencia a todas las anteriores era que esta no era de burla o altanería, era una que demostraba la esperanza de haber escuchado mal, que esas palabras fueron un error, un malentendido. Sus ojos miraban con suplica al peli azul para que se retractara de lo dicho, pero al ver que este no lo hacía, que solo le devolvía la mirada en silencio, comenzó a alterarse y a perder la calma. -¡Eso no es verdad! Tu me quieres... ¡TU ME AMAS! ¡Lo único que puedes hacer es amarme Horacio, amarme a mi y solo a mi!-

-¡Pero lo que estas haciendo ahora mismo no!- Respondió el de mirada bicolor con dolor en sus orbes y su voz rota. -¡Odio que lastimes a Gustabo, lo odio!-

-¡Entonces terminaré con esto de una buena vez!- Vociferó ya fuera de sus cabales posicionándose detrás de García y acercando el filo metálico a la garganta, haciendo que la navaja y la piel estuvieran en contacto.

-¡NO! ¡No lo hagas Pogo!-

-¡Todo esto es culpa de él!- Contestó ya exasperado por todas las emociones que estaba sintiendo chocar dentro suya. -Si acabo con él, todo esto se terminará- Le dio una sonrisa al peli azul para convencerle que lo que decía era cierto, que todo sería así, volverían a ser ellos dos como antes de la llegada del rubio.

-Si haces esto espero que estés preparado para hacer lo mismo conmigo- Declaró con firmeza en sus ojos heterocromáticos, despidiendo algunas lágrimas que recorrían sus mejillas. 

Despacio separó el arma del cuello del rubio mirando con sus ojos de par en par al menor impactado por sus palabras. Con su mirada perdida observó al oji azul frente suyo y con una sonrisa que más que expresar alegría expresaba dolor, se colocó frente a él.

-Esto es culpa tuya...- Una lágrima salió de uno de sus ojos, atravesó su mejilla y terminó el paso por la sonrisa torcida del peli morado. -¡Todo es culpa tuya!-

El rubio simplemente le miraba en silencio soportando el sufrimiento de que todavía ardían sus heridas, con la respiración cortada intentando no ceder al dolor. Mientras el menor miraba fijamente las acciones de su pareja, asustado por lo que podía suceder a continuación.

-¡Si tu nunca hubieras aparecido Horacio nunca me miraría así!- Su voz se desgarraba en dolor, más lágrimas salían de sus orbes azulinos. -¡Solo seríamos él y yo! Solo nos tendríamos el uno al otro y a nadie más metiéndose en medio... Pero tuviste que llegar tu y joderlo todo ¡TODO!- 

-Pogo, basta... Suelta a Gustabo, deja que se vaya- Rogaba el peli azul intentando que su novio accediera a su pedido. -Déjalo ir y habla conmigo, desquítate conmigo si quieres pero deja que Gustabo se vaya-   

-No puedo hacer eso... Él sabe demasiado- Le señaló con el filo de la navaja. -Perdóname cariño, tengo que hacerlo-

-Entonces sabes que sigue- Habló decidido el menor con seguridad en su voz y cristalinas lágrimas aún surcando por su rostro.

El peli morado se acercó al menor, posó su mano en una de las bronceadas mejillas acariciándola con suavidad, sonriéndole con algo de ternura y expresando cariño a través de sus ojos.

-Sabes que no puedo hacer eso, asique tendrás que perdonarme- 

-Si lo haces y no me haces lo mismo a mi con lo que harás con Gustabo, me iré- Habló con tristeza en su voz. -No volveremos a vernos nunca más-

-No voy a permitir eso, aunque te enojes conmigo nunca voy a soltarte ni dejar que te vayas de mi lado- Acarició el labio inferior del de cresta y se levantó para dirigirse al rubio pero la mano libre de Horacio se lo impidió. -Cariño...-

El fuerte golpe de la puerta abriéndose de par en par asustó a los tres que se encontraban dentro, eran los dos compañeros del peli morado entrando agitados, de lejos se escuchaban unas sirenas que al parecer se encontraban en la cuadra del establecimiento.

-Pogo hay que salir de aquí ¡Rápido!- Habló el castaño con rapidez tomando al peli morado del brazo para sacarle de allí, pero el mayor no se movió ni un centímetro queriendo cumplir su objetivo contra el rubio de ojos azules, pero el otro compañero se acercó a los dos para así poder sacar a Pogo de allí. Entre los dos le sacaron del sótano a paso apresurado aunque el peli morado oponía resistencia, no quería salir de allí sin Horacio al menos. -¡De prisa, vámonos! La jodida policía está aquí-

ºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoºoº


     

Lo que dicen tus ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora