Track #7

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- Vamos a extrañar a Trelawney, claro, pero no me van a negar que la clase fue hermosa. - expresó Alexa de camino a la Sala Multipropósito. La profesora había sido despedida por órdenes de Umbridge pero Dumbledore impidió que la echaran del castillo. Firenze, un centauro con cabello rubio y unos ojos azules espectaculares; ocupó su lugar como profesor de Adivinación.

- Lo fue - aseguró Mattheo - con todas esas estrellas.

- Y todo ambientado como el bosque, simplemente maravilloso.

- A veces creo que si Dumbledore te dejara vivir en el bosque lo harías. - opinó Ron burlándose.

- Claramente. - afirmó ella.

- Y yo te acompañaría. - le sonrió Mattheo guiñándole un ojo.

Después que todos llegaron y completaron el ED; empezaron a trabajar en el encantamiento patronus, que todos estaban deseando practicar.

- ¡Son tan bonitos! - exclamó Cho mirando los Patronus de los demás mientras de su varita salía un cisne plateado.

- Lo que importa no es que sean bonitos - repuso Harry pacientemente - sino que te protejan.

- ¡Y yo sigo..sin...conseguirlo! - añadió Lavander con enojo.

Neville también tenía problemas. Estaba muy concentrado, pero de la punta de su varita solo salían unas débiles volutas de humo plateado.

- Tienes que pensar en algo alegre - le recordó Harry.

- Lo intento - dijo Neville desanimado; se estaba esforzando tanto que el sudor brillaba en su redonda cara.

- ¡Mira, Harry, creo que lo estoy logrando! - gritó Seamus, a quien Dean había llevado por primera vez a una reunión del ED - ¡Mira...! ¡Oh, desapareció! Pero ¡era algo muy peludo, Harry!

- ¡Quiero ver! ¡Quiero ver! ¡Quiero ver! - decía felizmente Alexa dando saltitos junto a Mattheo.

- Pensaré en cuando nos conocimos. - comentó este con la varita en alto.

- ¿Cuál de todas? - preguntó ella con una sonrisa burlona.

- En la que no recuerdas - le sacó la lengua.

Mattheo suspiró, cerró los ojos y pronunció: Expecto Patronus.

De su varita salió un lindo y tierno pingüino plateado.

- ¡Oh, es adorable! - comentó mirándolo con ternura, él seguía con los ojos cerrados pero los abrió rápidamente después de escuchar las palabras de la chica.

- ¡¿Qué?! ¡No! No es un pingüino adorable, es un pingüino..peligroso.

El animal fue y rodeó las piernas de Alexa con sus aletas con total admiración.

- Y sumiso - gritó Fred en el fondo.

- Cuando los pingüinos encuentran una pareja se quedan con ella hasta el resto de sus vidas. - comentó Hermione a su lado, donde una reluciente nutria plateada retozaba a su alrededor.

- Mi pingüino te eligió

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- Mi pingüino te eligió. Y yo también. Eres mi principio, mi medio y mi final. - se acercó a sus labios lentamente mientras colocaba una mano en su mejilla, pero antes de que sus bocas rozaran...

- ¡Lo logré! - gritó Ron de la nada - ¡Mira, Harry! - un perro salió de su varita e hizo caer a Neville.

- Bueno, es tu turno pingui

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- Bueno, es tu turno pingui. - inquirió Mattheo ya habiéndose separado.

Alexa rió — A ver.

De su varita emergió un cóndor fuerte y grande que todos detuvieron sus acciones para observarlo.

- ¿Un cóndor? ¿No había algo..más lindo? Sin ofender a los cóndores, claro. - rió nerviosamente.

- ¿Qué significa el cóndor? - le preguntó Mattheo a quien antes había respondido por su Patronus.

Hermione se encogió de hombros en respuesta a su ignorancia mientras el ave volaba por la sala.

Mattheo se encontraba buscando a Alexa por todos lados, hasta que al fin la encontró en la biblioteca

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Mattheo se encontraba buscando a Alexa por todos lados, hasta que al fin la encontró en la biblioteca.

Rodeada de libros, Alexa dormía con los brazos cruzados y su cabeza apoyada en ellos.

Él se acercó serenamente y se inclinó para quedar a su altura.

- Alexa, amor, despierta - le tocó levemente el hombro. Ella abrió los ojos lentamente, pero luchaban por volverse a cerrar. - Ven, vamos a dormir - la tomó de las manos para que se levantara.

- Pero - bostezó - yo quiero..yo necesito saber por qué es un cóndor. 

- Ya es tarde pingui, ven - la alzó. Él rodeó su cintura con sus piernas y ella abrazó su cuello con fuerza mientras se volvía a dormir.

- Me gustó tu pingüino - dijo al borde del sueño y él sonrió. - Mi principio, medio y final - tarareó bajito.

- Ya estamos llegando - anunció subiendo las escaleras de la Torre de Gryffindor - Preferiría que vengas a mi habitación pero no es una opción.

- Me gusta tu pelo. Es lindo acariciarlo.

- Bueno, llegamos - la bajó - Sube a tu cuarto ¿sí? - dijo tomándola de los hombros para que lo mirara.

- No soy una niña pequeña Mattheo. - reprochó ella con los brazos cruzados y un tono infantil.

- Lo sé...pero también sé que si te dejo te duermes acá en la sala común.

Ella se acercó y rodeó su torso con sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo. Hundió su pómulo derecho en su pecho, la estatura era notable entre ellos. Él acariciaba su espalda y su cabello con un suave tacto que hacía a Alexa volver a un estado de sueño incontrolable.

- Te quiero - susurró ella casi inaudible.

- Yo también. Descansa Alexa - le dio un beso en la cabeza y procuro que ella efectivamente subiera por las escaleras a su habitación.

Mattheo Riddle y Alexa WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora