Continuando con la historia del niño que sobrevivió; Alexa Weasley se encuentra en su 5to año en Hogwarts junto a su mellizo, Ron Weasley. Por otro lado, el segundo hijo del que no debe ser nombrado vuelve a Inglaterra para reencontrarse con su padr...
- Vamos a extrañar a Trelawney, claro, pero no me van a negar que la clase fue hermosa. - expresó Alexa de camino a la Sala Multipropósito. La profesora había sido despedida por órdenes de Umbridge pero Dumbledore impidió que la echaran del castillo. Firenze, un centauro con cabello rubio y unos ojos azules espectaculares; ocupó su lugar como profesor de Adivinación.
- Lo fue - aseguró Mattheo - con todas esas estrellas.
- Y todo ambientado como el bosque, simplemente maravilloso.
- A veces creo que si Dumbledore te dejara vivir en el bosque lo harías. - opinó Ron burlándose.
- Claramente. - afirmó ella.
- Y yo te acompañaría. - le sonrió Mattheo guiñándole un ojo.
Después que todos llegaron y completaron el ED; empezaron a trabajar en el encantamiento patronus, que todos estaban deseando practicar.
- ¡Son tan bonitos! - exclamó Cho mirando los Patronus de los demás mientras de su varita salía un cisne plateado.
- Lo que importa no es que sean bonitos - repuso Harry pacientemente - sino que te protejan.
- ¡Y yo sigo..sin...conseguirlo! - añadió Lavander con enojo.
Neville también tenía problemas. Estaba muy concentrado, pero de la punta de su varita solo salían unas débiles volutas de humo plateado.
- Tienes que pensar en algo alegre - le recordó Harry.
- Lo intento - dijo Neville desanimado; se estaba esforzando tanto que el sudor brillaba en su redonda cara.
- ¡Mira, Harry, creo que lo estoy logrando! - gritó Seamus, a quien Dean había llevado por primera vez a una reunión del ED - ¡Mira...! ¡Oh, desapareció! Pero ¡era algo muy peludo, Harry!
- ¡Quiero ver! ¡Quiero ver! ¡Quiero ver! - decía felizmente Alexa dando saltitos junto a Mattheo.
- Pensaré en cuando nos conocimos. - comentó este con la varita en alto.
- ¿Cuál de todas? - preguntó ella con una sonrisa burlona.
- En la que no recuerdas - le sacó la lengua.
Mattheo suspiró, cerró los ojos y pronunció: Expecto Patronus.
De su varita salió un lindo y tierno pingüino plateado.
- ¡Oh, es adorable! - comentó mirándolo con ternura, él seguía con los ojos cerrados pero los abrió rápidamente después de escuchar las palabras de la chica.
- ¡¿Qué?! ¡No! No es un pingüino adorable, es un pingüino..peligroso.
El animal fue y rodeó las piernas de Alexa con sus aletas con total admiración.
- Y sumiso - gritó Fred en el fondo.
- Cuando los pingüinos encuentran una pareja se quedan con ella hasta el resto de sus vidas. - comentó Hermione a su lado, donde una reluciente nutria plateada retozaba a su alrededor.
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- Mi pingüino te eligió. Y yo también. Eres mi principio, mi medio y mi final. - se acercó a sus labios lentamente mientras colocaba una mano en su mejilla, pero antes de que sus bocas rozaran...
- ¡Lo logré! - gritó Ron de la nada - ¡Mira, Harry! - un perro salió de su varita e hizo caer a Neville.
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- Bueno, es tu turno pingui. - inquirió Mattheo ya habiéndose separado.
Alexa rió — A ver.
De su varita emergió un cóndor fuerte y grande que todos detuvieron sus acciones para observarlo.
- ¿Un cóndor? ¿No había algo..más lindo? Sin ofender a los cóndores, claro. - rió nerviosamente.
- ¿Qué significa el cóndor? - le preguntó Mattheo a quien antes había respondido por su Patronus.
Hermione se encogió de hombros en respuesta a su ignorancia mientras el ave volaba por la sala.
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Mattheo se encontraba buscando a Alexa por todos lados, hasta que al fin la encontró en la biblioteca.
Rodeada de libros, Alexa dormía con los brazos cruzados y su cabeza apoyada en ellos.
Él se acercó serenamente y se inclinó para quedar a su altura.
- Alexa, amor, despierta - le tocó levemente el hombro. Ella abrió los ojos lentamente, pero luchaban por volverse a cerrar. - Ven, vamos a dormir - la tomó de las manos para que se levantara.
- Pero - bostezó - yo quiero..yo necesito saber por qué es un cóndor.
- Ya es tarde pingui, ven - la alzó. Él rodeó su cintura con sus piernas y ella abrazó su cuello con fuerza mientras se volvía a dormir.
- Me gustó tu pingüino - dijo al borde del sueño y él sonrió. - Mi principio, medio y final - tarareó bajito.
- Ya estamos llegando - anunció subiendo las escaleras de la Torre de Gryffindor - Preferiría que vengas a mi habitación pero no es una opción.
- Me gusta tu pelo. Es lindo acariciarlo.
- Bueno, llegamos - la bajó - Sube a tu cuarto ¿sí? - dijo tomándola de los hombros para que lo mirara.
- No soy una niña pequeña Mattheo. - reprochó ella con los brazos cruzados y un tono infantil.
- Lo sé...pero también sé que si te dejo te duermes acá en la sala común.
Ella se acercó y rodeó su torso con sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo. Hundió su pómulo derecho en su pecho, la estatura era notable entre ellos. Él acariciaba su espalda y su cabello con un suave tacto que hacía a Alexa volver a un estado de sueño incontrolable.
- Te quiero - susurró ella casi inaudible.
- Yo también. Descansa Alexa - le dio un beso en la cabeza y procuro que ella efectivamente subiera por las escaleras a su habitación.