Final Alternativo

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POR CASI UN AÑO ENTERO, JIM Y BRIAN HABÍAN FORMADO SU PLAN MAESTRO. Recogiendo información que podría ser de utilidad, moviendo su dinero a cuentas bancarias en el extranjero en pequeñas cantidades para no levantar sospechas, buscando un lugar remotamente alejado de la sociedad, fingiendo decadencia en un alta escala frente a todo el que los conocía.

Su objetivo: Fingir sus muertes y reaparecer en alguna parte del planeta como personas nuevas.

—Será divertido, como si todos estuvieran viendo cuando estamos entrado al triángulo de las bermudas en cámara lenta—Jim le aseguró una noche de febrero a Brian en Cotchford Farm mientras bebían un vino a su salud, estaban solos y ese último viaje de más de una semana de Jim, fue el detonante. Fue la señal de que sus artimañas, debían de ponerse en marcha.

—¿Y ya tienes un lugar?—Brian le preguntó.

—Pensaba en África. Kenia o Sudáfrica no parecen mala idea, sería como tomar unas vacaciones permanentes en la sabana.

—Ajá, ¿Y qué haríamos allá? Tendríamos que tener un trabajo para que no sospechen de donde viene el dinero—Sí, Jim era el principal orquestante de ese rebuscado plan, pero a veces habían cosas que se le escapaba o no tomaba en cuenta, pero para eso estaba Brian, quien era el observador.

—Buscaré trabajo en una oficina.

Brian lo miró incrédulo, nunca se imaginó a Jim sentado frente a un escritorio, no iba con su personalidad salvaje—¿Cómo qué? ¿Hombre de negocios?

El castaño se acercó hasta darle un beso corto, sonriendo tan filosamente que cortaba el aliento.

—Con traje y corbata, amor.

—Creo que podría funcionar, pero sólo como un punto de encuentro. Creo que podríamos volver a Europa un año o meses después, cuando haya cesado un poco la noticia—Comentó el rubio caminando haca la mesa, donde tenía un globo terráqueo—Estocolmo me parece buena opción, ¿Qué dices?

Jim bebió de su copa y pasó una mano por su barba, pensativo.

—Podrías ir buscando en estos meses un lugar, un departamento.

—Demasiado pequeño y muchas escaleras, sería mejor una casa. Piensa que cuando seamos ancianos odiaremos que hagan ruidos.

El americano rio, pero ahora más que nunca, le parecía posible imaginarse una vida así. Juntos y envejeciendo tal vez hasta sus cincuenta o más, nunca que sabía.

Jean de Breteuil era el playboy, camello de las estrellas, claro que sí, pero sus padres más allá de su evidente título de conde, eran dueños de la mayor cadena de periódicos en francés que se publicaban en el Magreb francés y tenían gran influencia, no sólo en los asuntos legales, también en los ilegales de África del Norte.

The Court of Music  ───  Brim ✓Where stories live. Discover now