Capítulo 5: "La estudiante nueva".

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Nunca estuve tan emocionada por volver al colegio. Sonó el reloj a las seis de la mañana y a pesar de que odiaba salir de la cama en invierno, esta vez lo hice con más ánimos. Deseaba ver a mi mejor amigo ¡Lo había extrañado tanto! También quería a ver a mis compañeras de curso, pero ellas no eran tan cercanas a mí como él.

Tomé un café con leche con una medialuna, y justo cuando acabé el desayuno, sonó el timbre. Me despedí de mi madre, tomé mi mochila y salí apresurada de mi vivienda.

Ni bien abrí la puerta, me arrojé en los brazos de Lucas. Sentía que había pasado una eternidad desde la última vez que lo había visto.

Él no sabía lo de Haider. De hecho, nadie lo sabía. Ella no había vuelto a comunicarse desde nuestro beso, y debo reconocer que eso me inquietaba bastante. Sin embargo, hacía de cuenta que nada había ocurrido.

—¿Cómo has estado? ¿Has superado lo del robo?

—Sí —no pensaba contarle que había tenido problemas para dormir por ello, quería olvidar el asunto de una buena vez y para siempre—. Me he aburrido mucho durante las vacaciones. He estado castigada porque desaprobé historia, entonces no pude reunirme con Agostina y las demás. He dedicado mi tiempo libre a usar internet. ¿Vos qué has hecho en Salta? No me has contado mucho el día que me llamaste.

—Estuve la mayor parte del tiempo con la familia. Me he llevado algunos libros clásicos para entretenerme, y los fines de semanas he salido de fiesta con el menor de mis primos.

Sentí una punzada de celos al imaginarlo bailando con otras chicas. No dije nada.

—¿No vas a hacerme un interrogatorio? —preguntó, y pasó su brazo sobre mis hombros. Me encantaba cuando hacía eso: podía sentir su calor y su exquisito perfume.

—No hace fata. Sé que vas a contármelo todo —repliqué.

"Quien busca donde no debe, encuentra lo que no quiere". No deseaba indagar sobre un posible nuevo romance de mi mejor amigo.

—Tenés razón —sonrió, y empezó a narrar los sucesos de su último sábado en Salta—: bailé con una chica muy bonita. Tenía el cabello castaño y los ojos azules como el cielo...

Una modelo, pensé con resentimiento.

—La discoteca tenía buena iluminación entonces —mascullé irónicamente.

Él no notó que me había puesto celosa.

—Hablamos un buen rato, hasta que empezamos a besarnos en el sofá del boliche. Ella me desabrochó la camisa y pasó sus labios por mi pecho hasta que se detuvo. Se arrepintió de lo que estábamos haciendo y se marchó.

—¿No te dejó su celular?

—No.

Eso era un alivio para mí. Pronto olvidaría a esa bella muchacha.

—Pero sé su nombre —agregó—. Puedo buscarla en Facebook.

—¿Lo harás?

—Cuando vuelva a viajar para Salta, quizás. No lo sé —replicó, mostrando desinterés.

Continuamos dialogando sobre su viaje y sobre diversas temáticas, hasta que llegamos a la escuela.

Saludé a mis amigas y me senté donde siempre.

—Hay un banco demás —observó Camila de pronto.

—Creo que vendrá un estudiante nuevo —comentó Agostina, sin mostrar mucho interés.

El profesor de geografía ingresó a la clase.

—Buenos días, alumnos...

En ese momento, alguien lo interrumpió abriendo la puerta.

Medealis [COMPLETA].Where stories live. Discover now