— Oh, tener sexo con ella significa no caminar bien durante días. Tus piernas te fallarán desde el primer instante y, posteriormente, lo único que lograrás será caminar con una pequeña cojera mientras tratas de ignorar la inquietante molestia en tus caderas.
— Yelena es demasiado dura contigo al momento de follarte, y ciertamente te encanta lo mucho que puede llegarlo a ser.
— Sus días agobiantes y llenos de papeleo que la comandante le dejó sólo le harán sentirse cargada completamente de una inmensa frustración, por lo que ella probablemente llegue azotando con fuerza la puerta de tu habitación a la par que te toma y comienza a devorarte el cuello sin aviso alguno, su mente sólo pensando en las ganas que tiene de atascarte contra la cama.
— Te ordena, y a una mujer tan intimidante como ella, no piensas protestarle en lo más mínimo, aún si sus peticiones son de lo más vergonzosas para ti.
"Bájate las bragas, ahora".
"Siéntate, abre las piernas para que yo pueda ver qué tan húmeda estás".
"Ahora arrodíllate, cariño".
— Claro está que desobedecerla no es una opción, seguramente ella te castigará si lo haces.
— Cuando ella no pueda soportar más los juegos y caricias previas que ambas se tienen, simplemente te volteará con brusquedad, presionando tu espalda baja contra la cama y tomándote con una de sus firmes manos tu nuca, sus dedos entran y salen de ti sin piedad alguna.
— Te hace derretirte lo bien que se ve ella entre tus piernas.
— Le gusta tomar y amasar tus glúteos cuando ambas están en un lugar público; quizá ella haciendo ese trabajo cuando alguien como Jean te mira repentinamente y señala cuestionando abiertamente ese fuerte sonrojo que llevas en el rostro.
— Ella te hará que seas lo suficientemente ruidosa sin importarle en lo absoluto que alguien las escuché, es más, lo hace con esa intención. Quiere que tus gemidos y gritos de su nombre queden grabados en la mente de cualquiera que las estuviese escuchando.
— No se contiene, si desea algo de ti en cualquier momento, ella lo llevará acabo. Probablemente colando su delgada mano dentro de tus bragas cuando observa una minúscula oportunidad de estar a solas.
— El sentarse en su regazo no es una petición, es una orden. No importa sí ambas están en una reunión importante o si simplemente están tomando el té, ella te querrá sentada en sus piernas sin objeción.
— Suele rodear tu cuello su fría mano, estrangulándote contra la suave almohada mientras observa como arqueas la espalda y dejas salir tus fluidos.
— Sus penetrantes ojos parecieran que están desnudándote con su mirada pero no sólo eso, ella también está follándose tu alma.
— No le gusta verte demasiado cerca de nadie, mucho menos si se trata de la comandante Hange, realmente no hay persona que la haga salirse de sus cabales como esa enérgica castaña rodeando cerca de ti. Así que no esperes una suave charla después con ella, se portará completamente indiferente y lo más probable es que todo su ser irradie una fuerte molestia que te haga tragar saliva.
— Aún así, una vez se sienta satisfecha de la dura sesión de amor que tuvieron, ella rodeará tu cintura con una suave delicadeza mientras tratas de recuperar el aliento, acercándote aún más a su cuerpo, proporcionándote cálidas caricias en tu espalda desnuda y besándote dulcemente, totalmente dispuesta a que tomen una siesta juntas.
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