6.

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Olivia

Había pasado una semana desde que llegué a Londres. Estaba agotada, aún tenía cajas sin desempacar y aún no ordenaba por completo mi mente. Tenía que acostumbrarme al horario de la universidad, ni siquiera había ordenado bien el departamento, ¡Oh! y ni hablar del clima. Admito que Londres era hermoso, o al menos lo que había visto, pero el clima era horrible.

Ahora estaba en la segunda clase de la mañana: Teoría del Arte. La verdad, me gustaba, pero el profesor era un poco lento para explicar y me daba mucho sueño su voz.

Miré a mi alrededor un segundo. La mayoría no prestaba atención, todos hacían diferentes cosas. Unos pintando, otros escuchando música, incluso algunos dormían.

Bueno, al menos no era la única se aburría.

La mañana pasó lenta, en especial en la clase de teoría, pero al menos, ya iba hacía el departamento y no tenía más clases durante el día.

Mientras caminaba, respondí algunos mensajes de mi familia, que me enviaba fotos o me preguntaba como era la universidad, o si ya había hecho amigos. Guardé el teléfono en mi bolsillo del pantalón luego de responder el último mensaje y seguí caminando por la acera. El departamento estaba a treinta minutos a pie, así que no veía necesario tomar el autobús o el metro.

Luego de un rato vi el letrero de una tiendita donde vendían dulces horneados que había visto durante toda la semana, eso significaba que estaba por llegar.

Al fin llegué a la puerta del edificio, entré y apreté el botón del ascensor, pasaron unos segundos antes de que las puertas se abrieran, bajó una señora ya mayor que me hizo un gesto con la cabeza en forma de saludo, le medio sonreí y entré.

Me miré al espejo del elevador, mi pelo estaba hecho un desastre por unas gotas que cayeron en la mañana mientras iba hacía la universidad.

Definitivamente debo empezar a llevar paraguas.

Las puertas se abrieron y salí. Segundos después estaba dentro del departamento. Suspiré por el desorden que había, las cajas aún selladas, y faltaban todavía más, pero Henry no había tenido tiempo de viajar a Londres por asuntos de la empresa.

Tomé una caja, la abrí y comencé a sacar las cosas. En esta habían solo libros y al menos solo tenía que acomodarlas en la estantería. Los libros estaban ordenados en la repisa por tamaño y color, me gustaba cambiarlo cada cierto tiempo, así no me aburría.

Mientras ponía los libros en orden escuché que llamaban a la puerta. Dejé las cosas encima del sofá y fui a abrir.

Me sorprendí al ver a Lia. Tenía una pequeña sonrisa y sus mejillas estaban ligeramente sonrosadas.

—Hola, Olivia—saludó alegre—. Paso rápido por aquí, para invitarte a cenar esta noche, vendrán algunos amigos y habrá mucha comida.

—Eh...

Pestañeé varias veces. Me había quedado sin palabras, me tomó por sorpresa.

Concéntrate, Olivia.

Podría decirle que si, tendría conocidos aquí en Londres. Mi hermana me hubiera obligado a salir, además me había mudado por eso. Un cambio.

𝐋𝐚 𝐜𝐚𝐧𝐜𝐢𝐨́𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora