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Agosto (2 años después)

Olivia

Un mes. Faltaba exactamente un mes para irme de Castle Combe. Me habían aceptado en una de las mejores y más grandes universidades de Londres, y no podía estar más aterrada.

Toda mi vida había vivido en este pueblo. Bonito, pero pequeño, y como odiaba que fuera así de pequeño. Todo el mundo se conocía, la gente solía ser muy chismosa, no había mucha privacidad. Para las festividades se reunía todo el pueblo para celebrarlo, lo que era siempre un caos al otro día. Las noticias viajaban rápido, muy rápido, al igual que nunca se olvidaban de las cosas que hacías, por más tiempo que haya pasado. No había muy buena conexión de internet, ya que por lo general vivía gente más mayor, así que debías entretenerte con otras cosas.

No sabía exactamente como iba a salir todo esto. No tenía una suerte muy buena, que digamos. Cada vez que me emocionaba por algo solía salir mal, así que trataba de no darle muchas vueltas, aunque la verdad no paraba de pensar en todas las maneras en que esto podía salir mal.

Me levanté de la cama suspirando y me dirigí hacía las escaleras bajándolas rápidamente cuando oí a mi abuela gritar mi nombre como por tercera vez para que fuera a cenar. Llegué a la cocina y saludé a mis abuelos dándoles un beso en la mejilla, ya que había estado ocupada en el día viendo unos asuntos pendientes que tenía y no había podido verlos.

Me senté a la mesa junto a mi abuelo, mientras la abuela Kate se paseaba por la cocina y el comedor, tratando de arreglar lo último para la cena.

—¿Cómo estás hoy, galletita?— me preguntó mi abuelo con una sonrisa dulce.

—Todo bien—contesté—. Ya terminé los últimos trámites para la Universidad, ahora solo falta empacar.

Mi abuelo suspiró con desgano mirando un momento la mesa y luego volvió a entornar su mirada en mi.

—Ahora alegro de que tu padre haya decidido comprar ese departamento impulsivamente, no hubiera estado tranquilo sabiendo que te quedas por ahí en esa ciudad tan grande.

Me removí de mi puesto y asentí ligeramente con la cabeza. Mi padre, hace unos años atrás había comprado un departamento en Londres, cerca del centro de la ciudad. Allí era donde viviría.

Aún así, desde lo qué pasó, nunca se ha hablado mucho de ellos o eso. Lo que solía ser un poco incómodo cuando los nombraban. El abuelo Peter sacaba el tema generalmente cuando estaba nostálgico, recordando en especial a su hijo y en cuánto lo extrañaba, o que pudo enseñarle un poco más.

Siendo sincera no me gustaba el rumbo de esas conversaciones. No porqué tuviera algo contra mis padres, o que no me gustara que se hablara de ellos. Solo era que a veces los recuerdos dolían mucho más cuando alguien te los decía de frente. Cuando alguien te los hacia recordar.

Nos quedamos en silencio mientras la abuela Kate llamaba a los demás para que bajaran a cenar.

Me removí una vez más en mi asiento antes de levantar la cabeza y ver a mi sobrino pequeño cruzando el umbral de la puerta con un puchero en sus labios mientras mi hermana negaba con la cabeza.

—Es injusto—murmuró Dylan sentándose en su silla alta a la vez que se cruzaba de brazos con la mirada baja.

Mi hermana siguiéndolo, hizo lo mismo pero esta vez lanzando un suspiro de cansancio y con la cena de Dylan en su mano.

𝐋𝐚 𝐜𝐚𝐧𝐜𝐢𝐨́𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora