IX

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Natalia no había pegado ojo en toda la noche. Tan pronto como el primer rayo de sol atravesó la ventana de su habitación abrió los ojos de par en par y, tras frotarse los párpados enérgicamente, reparó en que por fin iba a volver a Alba. Su desvencijado Casio emitió el característico sonido de las horas en punto, indicándole que eran las 8 de la mañana. Se planteó remolonear durante un rato más en cama, pero desechó enseguida la idea al ser consciente de no iba a volver a dormir. Imposible.

Se levantó enérgicamente, sintiéndose como si hubiese dormido diez horas, aunque en realidad no habían sido ni seis. Antes de lanzarse a por su taza de café matutina se dirigió al tocadiscos para poner una de sus últimas adquisiciones: el vinilo de One Way Or Another que tanto le había conseguido encontrar. Mientras los primeros versos de la canción retumbaban en las paredes del piso sirvió el contenido de la jarra de la cafetera en una taza, bailando al ritmo de la música. 

Entre sorbo y sorbo repasaba el itinerario del día; punto uno. Llamar a Alba, pensó emitiendo una leve carcajada para sí. Si bien ya le había indicado la dirección del local y la hora a la que debían encontrarse en la puerta trasera del mismo, había pasado parte de la noche dándole vueltas a la idea de pasar a recogerla, dudando entre sí le parecería bien o no, y más teniendo en cuenta de que iría su hermana. Después de una extensísima valoración del a situación, había concluido que le caía lo suficientemente bien a Marina como para que no fuese a poner pegas y que se lo propondría.

Así pues, una vez que consideró que la mañana había avanzado lo suficiente, marcó el número de casa de Alba. Tras un par de tonos, la voz de la empleada de los Martínez Reche respondió con un tono que denotaba cierto hastío.

-Residencia de los Martínez Reche. ¿Qué desea?

-Buenos días – enunció neutra – Me gustaría hablar con la señorita Alba si se encuentra, por favor

-¿Sería tan amable de decirme quién pregunta por ella?

-Soy Natalia. Soy compañera de la universidad

-Espere

Tamborileó enérgicamente contra la mesa del salón, impaciente ante lo que le parecieron minutos eternos. ¿Pero esta señora se mueve en taca taca o qué? bufó

-¿Sí? –. La dulce voz de Alba había sustituido por fin a la de la asistenta

-Hola nena – bromeó como de costumbre

-Hola bombón – correspondió ella sonriendo contra el auricular

-¿Estás sola o tienes compañía de nuevo? – preguntó divertida

-Esta vez tenemos la suerte de que la señorita Marina Reche se encuentre en estos momentos preparándose para el evento de esta noche

-¿Ya? Pero si quedan… - consultó su reloj rápidamente – unas nueve horas

-Lo sé – rio - ¿No conoces acaso esa necesidad primaria del género femenino de adecentarse con tiempo antes de un evento?

-Sí, pero no con taaaanto tiempo – replicó rodando los ojos -. Bueno, sólo llamaba para decirte que, si te apetece, puedo pasar a recogeros esta tarde. ¿Qué te parece?

-Creo que no es buena idea – respondió veloz la rubia, dejándola planchada

-Ah, bueno – carraspeó – Nos vemos allí entonces. No pasa nada

Al ver que el tono de Natalia había menguado considerablemente ante la broma que no había captado, procedió a rectificar.

-Natalia, era broma – carcajeó avergonzada – Me parece estupendo

Un garito en Madrid Where stories live. Discover now