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Termina por bajar de ahí, con la mente mucho más revuelta que antes, no sabía que hacer o que sentir, no tenía idea de que era lo que había pasado, porque así como él lo había perdonado ahora, seguramente lo había perdonado en el futuro y... y seguramente lo perdonaría siempre.

Fuese lo que fuese, Vegetta seguramente había amado a Rubius hasta el final, seguramente...

- No quiero pelear... - susurra, dejándose caer sobre el suelo, con la espada a un lado y el sudor sobre el rostro, pegándole el cabello a la frente. - no quiero...

- Yo tampoco. - admite el peliblanco, arrodillándose frente a él. - Pero quiero que me escuches, por favor, soy yo... - insiste, sonriendo suavemente cuando los ojos violetas vuelven a mirarlo. - ¿está bien? ¿Podemos hablar?

- De acuerdo... - susurra Vegetta, con un suave asentimiento de cabeza. - hablemos...

Y seguramente habrían seguido juntos después de eso, porque ya lo había perdonado una vez, y lo volvería a hacer, de nuevo.

- ¡Pido el divorcio!

A pesar de las cosas malas que hubiese hecho, él lo perdonaría, porque en el fondo sabia que no las hacía siendo consciente del daño a largo plazo.

Estaba de pie frente a la puerta, con las manos ocultas en los bolsillos, tenía la pálida nariz de un color sonrosado, seguramente porque había estado llorando y los ojos mieles parecían más opacos que nunca, en cuanto miró a Samuel los ojos se le llenaron de lágrimas.

Se miraron por largo rato, con Rubén llorando en silencio, hasta que el mayor suspiró, abriendo los brazos. - Anda... - susurró. - ven aquí...

Y el menor lo había abrazado con tanta fuerza que pensó que podría dejarlo sin aire, mientras le repetía que lo sentía, tanto tantísimo, mientras Samuel le respondía que lo sabía, porque así era.

Samuel sabia que había hecho eso por la presión, que él no quería casarse, pero tampoco quería dejarlo, así que lo único que hizo fue abrazarlo, mientras lo dejaba disculparse.

m e m o r i e sWhere stories live. Discover now