Capítulo 6: El maestro de este venerable

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Xue Meng creció en la Cumbre Sisheng, así que conocía todos sus recovecos y atajos. Al final, logró atrapar a Mo Ran.

Xue Meng arrastró al capturado Mo Ran hasta el bosque de la montaña. El área detrás de la Cumbre Sisheng era el punto más cercano entre el reino mortal y el reino fantasma. Entre ambos reinos había una barrera, y más allá estaba el inframundo.

Cuando Mo Ran vio el espantoso estado de la zona, comprendió inmediatamente por qué la señora Wang había recibido a los visitantes en el salón principal, incluso cuando este otro individuo estaba presente.

No era que este individuo no quisiera ayudar, sino que no podía alejarse. La barrera del reino fantasma se había roto.

En este momento, todo el bosque estaba impregnado con la esencia maligna. Fantasmas incorpóreos se arremolinaban en el aire, aullando de desesperación, sus alaridos llenos de rencor. Una brecha había rasgado el cielo, tan inmensa que podía verse desde tan lejos como la puerta de la montaña. Desde la grieta de la barrera se extendía una larga escalera de piedra azul, de miles de escalones, y más allá de ella se extendía el reino fantasma. Un gran número de fantasmas amenazadores que habían cultivado una forma física se arrastraban por los escalones para cruzar del reino de los muertos al de los vivos.

Si una persona normal viera algo así, seguramente se moriría de miedo. La primera vez que Mo Ran vio esto, también se empapó de sudor frío. Ahora ya estaba acostumbrado.

La barrera entre el reino mortal y el fantasmal había sido creada en la antigüedad por el Emperador Fuxi. Con el paso del tiempo, se debilitó y deterioró: a menudo se agrietaba y se rompía en varios lugares, necesitando reparaciones por parte de los cultivadores. Sin embargo, una tarea como esta no solo no ayudaba mucho a elevar el cultivo de uno, sino que también era increíblemente agotadora para el poder espiritual. El trabajo duro sin recompensa era una tarea ardua, y pocos cultivadores en el mundo del cultivo estaban dispuestos a hacerlo.

Cuando los espíritus amenazantes entraban en el mundo, atacaban primero a la gente común del reino de cultivo inferior. Como protectores del reino de cultivo inferior, la Cumbre Sisheng se encargaba de reparar las brechas. Las montañas detrás de los terrenos de la secta daban al punto más débil de la barrera; todo ello con el fin de poder hacer tales reparaciones a tiempo. Además, la barrera andrajosa fallaba al menos cuatro o cinco veces al año, como una maceta a la que hubiera que poner parches constantemente.

Un hombre estaba de pie en lo alto de la escalera de piedra azul de la entrada al reino fantasma. Su túnica blanca como la nieve ondeaba y sus amplias mangas volaban al viento, y el aura de su espada lo envolvía en una brillante luz dorada. Sin ayuda alguna, arrasaba con aquellos espíritus amenazantes, alejaba a los fantasmas malignos y reparaba la brecha de la barrera con su poder.

El hombre era esbelto y de porte elegante, su aura grácil y etérea y su rostro extremadamente apuesto y bello. Desde lejos, era fácil imaginárselo como un digno erudito bajo un árbol en flor, estudiando un pergamino con aire místico y estudioso. Pero al mirarlo de cerca se descubrían unas cejas afiladas como espadas, ojos de fénix con las esquinas inclinadas hacia arriba y una nariz estrecha y recta. A pesar de estos rasgos refinados y majestuosos, había algo agresivo en su mirada que lo hacía parecer particularmente inaccesible.

Mo Ran lo observó desde la distancia. Aunque se había creído preparado, siendo sincero consigo mismo, al ver aparecer aquella figura ante él, sana y salva, sintió escalofríos hasta en los más pequeños fragmentos de sus huesos. Mitad pavor, mitad... emoción.

Su maestro.

Chu Wanning.

La persona por la que Xue Meng había llorado y suplicado ver cuando llegó al Palacio Wushan en su vida anterior.

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