🥀XIII

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Horas después del asesinato:

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Horas después del
asesinato:

Elite impuso un nuevo toque de queda para que todos los Saltein estén a dentro a las siete, la cual es la hora de la puesta de sol.

La noche aquí dura nada más que cinco horas, lo que nos dejaría diecinueve horas de día
Horas en las que ningún Saltein se atrevería a salir a menos que quiera ser quemado por el sol y por lo tanto este toque de queda nos obliga a estar a dentro las veinticuatro horas del día.

Es una locura, nadie podría salir a alimentarse, lo cual yo necesito hacer con urgencia ya que el asesino sigue suelto y si vuelve por mí yo no tengo ni un cinco por ciento de las fuerzas que necesitaría para defenderme.

A demás, mi cuerpo duele, mi alma también y sin un Saltein que me proteja y comparta sus fuerza conmigo, mi espíritu no podrá curarme.

No sé nada de Uriah, ni de Marco y tengo claro que ellos no querrán saber nada de mí tampoco.

Por suerte no estoy dentro de la cueva y nadie podrá ver la tristeza en mis ojos ya que huí antes de que Elite impusiera las nuevas reglas.

Mi plan era correr por el bosque con una capa cubriendo por completo mi cuerpo, pero al bajar de la cama y sentir un fuerte dolor recorrerme de pies a cabeza, supe que eso no funcionaría.

Sé que estoy bien para mantenerme despierta y alimentarme, pero no para correr, así que ahora me encuentro caminando por el bosque evitando las ramas, los troncos y los enormes árboles que se cruzan en mi camino.

Tardé mucho en llegar a la parte del bosque en que Uriah me hizo una corona de flores y provocó una lluvia de pétalos sobre mi cabeza. De solo imaginarlo el recuerdo me quema y los recuerdos de sus gritos, su desesperación y la de Marco me hacen querer llorar.

El camino es demasiado largo, los árboles se extienden y apenas logro llegar al final del bosque cuando la noche cae.

Tengo unas inmensas ganas de detenerme, poder descansar y ver cómo me encuentro, pero no puedo darme ese gusto, estoy haciendo mucho esfuerzo al caminar y si me detengo jamás voy a llegar antes de que estas cinco horas de noche acaben.

Con dolor esfuerzo a mis lastimados pulmones a seguir respirando y a mi corazón a seguir latiendo, no voy a parar.

Ahora estoy sola y eso se aplica para todo, nadie me alimentará si yo no lo hago, mi cuerpo no curará si yo no lo curo y aunque me niego a aceptar ser una hembra de nadie, lo hago y continúo mi camino.

Al llegar a mi segunda visita a la ciudad descubrí que está superpoblada, el bulliceo es infernal y la sed aparece como pinchazos en mi garganta.

Los donantes se atreven a caminar cerca de mí, algunos me ven con expresiones que no sé identificar, otros intentan ver mi rostro pero no se los permito y lo cubro con mi espeso cabello negro.

Hembra de nadieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora