🥀XIV

147 37 32
                                    

No podíamos correr, si lo hacíamos íbamos a revelar lo que somos y esa es la primer regla sobre ser un Saltein que no se debe romper

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No podíamos correr, si lo hacíamos íbamos a revelar lo que somos y esa es la primer regla sobre ser un Saltein que no se debe romper. Así que caminamos, cada tanto debíamos detenernos, la sed era cada vez más intensa y con cada humano que pasaba cerca, esta aumentaba.

Llegué a un punto en el que el dolor fue tan insoportable que Uriah se vio obligado a cargarme y llevarme en sus brazos hacia donde sea que íbamos.

Las calles pasaban, con cada paso nos alejábamos del bosque, de la cueva y yo me preguntaba ¿Qué lugar es al que él llama casa?

-Uriah, me duele-subí mis manos a mi garganta, sentía como esta se iba cerrando y me molestaba tanto que por la desesperación de tener aunque sea una gota de sangre me mordí los labios obligándome a sangrar y saborear mi propio líquido rojo.

-Ya falta poco, pequeña Ubiytsa- colocó un beso en mi frente y tal y como él dijo, faltaba poco.

Llegamos a una enorme mansión ubicada en una parte solitaria de la ciudad, a diferencia de la que supongo era el capitolio, esta zona tenía nada más que algunas casas y sorprendentemente todas ersn mansiones, como en un barrio privado.

-¿Dónde estamos?- le pregunté en susurros, ya ni siquiera tenía voz.

-En casa- dijo y se detuvo frente a un enorme murallón.

De la mansión se veía el alto y gran tejado, el resto era tapado por el muro y no había entrada, ni una reja, ni una puerta, pero Uriah supo meterse.

Él saltó impulsándonos con su fuerza y caímos del otro lado del muro, dentro del enorme patio de la mansión la cual aparte de las luces que la iluminan por dentro, es negra y demasiado oscura.

-Uriah, ya no aguanto- mis párpados comenzaron a cerrarse y él me besó.

El beso que dejó sobre mis labios me quemó, sentía su piel demasiado caliente y la mía demasiado fría, pero me sirvió para morderlo y disfrutar de al menos un traguito de sangre lo suficientemente fuerte como para mantenerme por algunos minutos más despierta.

-¿Estás lista?- me preguntó y en vez de que atravezáramos el hermoso humbral oscuro de la entrada él nos hizo saltar una vez más y se coló en la mansión por una ventana.

Caímos en una habitación color rojo vino, tenía muy pocos muebles, tan solo contaba con una cama king, espejos en las paredes y una mesa rectangular con cadenas en cada punta.

-¿Por qué estamos aquí?- le pregunté asustada. Mi miedo continuaba, estoy sedienta y soy consciente de lo que cualquiera podría hacerme en este estado.

Observé más de cerca la mesa y pude oler la sangre que alguna se había derramado allí.

-Estamos aquí para el reencuentro- me bajó y colocó sobre mis pies, entrelazó nuestros brazos para asegurarse de que yo no me cayera y me sacó por el marco rojo vino el cual no tenía puerta.

Hembra de nadieWhere stories live. Discover now