Momento 22

28 1 21
                                    

Cuando me decidí por ir a ver a mi papá eran las seis de la tarde. Nunca olvidé aquella hora, ni esa habitación tan blanca y al mismo tiempo tan ensombrecida. Respiré hondo ante aquella puerta y entre y vi a mi viejo, con los ojos aun saltones y las mejillas rosadas.

-Hijo- sonrió emocionado- ¡ No sabes cuánto te extrañé! Ven y dale un abrazo a tu papá.

Sabía que no podía llorar pero no lo evité. Lloré al verlo, al sentirlo entre mis brazos, al oler su aroma a menta, ese que recordaba desde niño. Me costaba tranquilizarme y mi voz se perdía en mis lágrimas.

- No llores hijo. Llegaste a tiempo, todavía estoy vivo- decía mientras limpiaba mi rostro mojado.

- ¡Luces terrible! - sonreí.

Rio.

- Lo sé. Pero ahora me siento bien. estás conmigo y era todo lo que necesitaba

Lo abrace de nuevo. Tenía miedo de que se rompiera en mis manos. Estaba muy delgado y las maquinas que tenía conectadas a su cuerpo eran incontables.

-Lamento que me veas con estos tentáculos en el pecho.

Solté una risa melancólica, mientras miraba al suelo para no volver a llorar.

-Yo también te extrañé tanto papá y...necesitaba...

-Está bien hijo- me tomó la mano- no te culpo por llorar, llora todo lo que necesites. No todos los días te despiertan con la noticia de que este viejo fastidioso al fin se va ir al inferno.

Una carcajada salió de mi ,con la intención de que no me viera llorar de nuevo y el río conmigo a pesar de su propia debilidad.

-Te amo papá.

Sopesó su mirada en mi rostro por unos segundos, guardándolo en su memoria.

-Y yo a ti hijo.

Después decidimos que era mejor hablar. Hablamos durante mucho tiempo y no dejaba de preguntar por sus nietos y Lucia. También me reclamo el hecho de que estuviera tan flaco. Tenía 45 años y sabía que él jamás entendería que yo sería así por siempre.

-Marcos.

-Dime papá.

-No le digas a los chicos que vengan ahora.

Sabía a quiénes se refería.

- Ellos Vendrán, papá. Quieren verte.

-No quiero que me vean así.

Busqué palabras que en el diccionario no existían.

-Ellos te aman sin importar nada, incluso tu vejez - dije con ironía.

Soltó una risa

- Hijo no nos engañemos, sabemos que el anciano aquí no soy yo.

Reí para mis adentros.

- Me dijeron qué viniste con un jovencito.

-Es mi amigo.

-Tengo que conocer a ese amigo tuyo. Blanca me dijo que es igual de flacucho y aburrido que tú.

Este hombre no dejaba de lado sus extrañas ocurrencias.

-¿De verdad te dijo eso?

-No así exactamente, pero la verdad es que nunca he conocido al primer pintor gordo. Todos se mueren de hambre

Se carcajeaba de su propio chiste y yo solo lo miraba con atención.

- Eres terrible papá. No sirves como comediante.

Laurent  [COMPLETA]Where stories live. Discover now