Momento 28

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Al salir de la galería quise entrar con él a la basílica del Sagrado corazón, pero terminamos por ir hasta el "Champs de Mars", ya que de camino a la entrada de la basílica habían muchos turistas y queríamos pasar una mañana tranquila. Compramos  una botella de vino''Châteaux Margaux'', unos baguettes y un poco de queso de cabra. Llegamos al jardín a las diez de la mañana.

Había un poco de sol, pero el ambiente estaba cálido y nada fastidioso. Los rayos del sol se asomaban y el viento nos acariciaba la cara. El lugar se sentía sereno a pesar de todas las personas que se encontraban ese día, la mayoría turistas, vendedores ambulantes, parejas de jóvenes enamorados. Sin importar el idioma, los rasgos o cualquier otra distinción, todos disfrutaban de la torre Eiffel y de su esplendor.

Laurent y yo conversábamos de forma amena y pacífica. Mientras tomábamos aquel delicioso vino, un pequeño niño de aproximadamente dos años corría en nuestra dirección ya que su hermano lo estaba persiguiendo para atraparlo. El bebé venía tan apresurado que se tropezó y cayó, inmediatamente se puso a llorar. Fuí rápidamente y lo tomé en mis brazos; su hermanito se quedó viendo como sostenía al pequeño. Después de un momento se calmó y se lo entregué al niño.

-Mercy*- dijo él, un poco asustado.

Le sonreí y me devolvió la sonrisa. Se fueron tomados de la mano hasta donde estaba su madre.

Laurent me sonreía.

-El instinto paternal que posees es intrínseco. Me hubiese gustado ser padre también...

-Ser padre es una de las mejores cosas del mundo. Ver crecer a un ser que fue creado a partir de tí es un verdadero milagro.

-Cuándo nos casemos, ¿Te gustaría adoptar? – me preguntó, riendo.

-¡Guau! Cálmate, vamos despacio- me reí- me gustaría una niña que tenga los ojos como los tuyos.

- Y yo quiero un niño con tus ojos.

...Estuvimos así, juntos, hablando de todo, durante toda la mañana. Nos recostamos en el césped viendo el cielo. Su sonrisa al hablarme y sus ojos centellantes eran el más bonito de todos los paisajes. Él miraba al cielo y yo lo miraba a él.

Él era mi paisaje.

Ese día fue uno de los mejores de mi vida. Permanecimos disfrutando de la compañía del otro sin ataduras ni miedos. A las once la botella estaba por la mitad y a la una ya se había terminado.

Nos sentíamos perfectamente embriagados de amor.

Paseamos por las calles de París lo que resto del día. Tomados de la mano recorrimos nuestro mundo. Estuvimos en el Louvre, donde Laurent saludó a varios conocidos que indiscretamente me veían con curiosidad, confirmando sus sospechas de que Laurent era gay y preguntándose si tal vez era su amante. Pero eso no me importó, ese día era nuestro y de nadie más.

Casi al anochecer, caminamos la Av. des Champs-Élysées. Recorrimos algunas tiendas, comimos unos helados y fuimos hasta el Pont Neuf, como última parada.

-Aquí nos conocimos- dijo, entrelazando sus dedos en los míos- Aquí empezó todo. Ese día recuerdo que estaba muy ocupado. Pensé varias veces en no venir, en esperar el otro día.

-Qué bueno que no lo hiciste- lo besé en la frente- así, no hubiese surgido este milagro.

Nuestro milagro.

Nos besamos bajo la caricia de una noche próxima. Entre mis labios lo escuché susurrar "quiero estar contigo" y entonces todo se movió en mí, sintiendo también aquel deseo.

Laurent  [COMPLETA]Where stories live. Discover now