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En silencio y con cuidado, Kim subió las escaleras que llevaban al techo de la comisaría cargando un rifle en su espalda. Por un segundo se detuvo a apreciar la noche. Una suave brisa nocturna acarició su rostro, su sucio peinado se sacudió brevemente y pudo ver su aliento gracias al frío. Alzó la mirada hacia el cielo y, como había hecho muchas veces durante su niñez, se preguntó si alguien la estaba mirando desde las estrellas, tal vez en algún planeta lejano.

Desde aquel tejado podía observar el bosque en el horizonte y supo que lo único que la estaba observando eran los Lupus Tenebris. Apretó el rifle con fuerza. Habían trabajado en su plan durante toda la tarde mientras Dave se recuperaba, todos tenían una tarea específica y una mínima falla podría significar el final para todos.

Debajo, Phil y Noah compartieron una última mirada en la puerta de entrada de la estación y empujaron las puertas de vidrio. A Noah le bastó con olfatear una vez para saber que sus enemigos estaban cerca, acechando, esperando el momento justo para atacar. Phil por su parte apoyó en su hombro la culata de la escopeta que había logrado recuperar de la estación. Habían hecho un recuento de proyectiles en medio de la planificación, solo le quedaban cinco balas en el revólver, quince balas del rifle de Kim y habían encontrado una caja abierta con siete cartuchos de escopeta. No era mucho, Phil sabía que no era suficiente para detener a todos los licántropos que quedaban, pero no tenían otra opción que seguir adelante a pesar de las circunstancias.

En cuanto estuvieron cerca del centro del estacionamiento, se detuvieron, iluminados solo por la tenue luz de la luna, y se dedicaron a esperar. La paciencia era la clave, era lo único que les había permitido sobrevivir hasta ese momento.

Suaves y ligeros movimientos comenzaron a percibirse a su alrededor. El momento se acercaba. Kim se agachó y observó cómo aquellas oscuras figuras se movían en torno a sus amigos y se preparó para apretar el gatillo. En un momento intentó contarlas, habían calculado que Marko tan solo contaba con cuatro o cinco miembros más de su manada, pero los movimientos eran tan rápidos y ágiles que le resultaba imposible, parecía que docenas de ellos inundaban las calles, y tan solo imaginarse semejante situación le heló la sangre. Se preparó para disparar.

Sin embargo, de un momento al otro, todo movimiento se detuvo y la sensación de peligro no hizo más que aumentar. Phil y Noah se tensionaron, Kim observó la zona a través de la mira telescópica, pero ya no pudo percibir ningún enemigo. Parecía como si todos se hubieran desvanecido como por arte de magia. Pero la vida rara vez era tan sencilla.

En medio de aquel infinito silencio, pasos lentos pero constantes empezaron a escucharse, se acercaban al estacionamiento. Las garras de Noah comenzaron a crecer, al igual que sus colmillos y Phil alzó la escopeta en dirección al ruido.

Con una perturbadora calma, Marko surgió de entre las sombras, totalmente desnudo y apenas iluminado por la luz de la luna. Se detuvo justo frente al sheriff y al Lupus Lux, que lo observaban con una mezcla de confusión y temor, ya no sabía que esperar de aquel monstruo.

—Tanta sangre derramada, ¿y para qué, señor Jones? —preguntó él finalmente— ¿Para proteger un monstruo? ¿Cree que él es mejor que yo? La misma maldición corre por nuestras venas, lo único que nos diferencia es que yo he decidido aceptarla y dejar de huir; he elegido proteger a los míos y no traicionarlos en un patético intento por sentirme superior, dígame, ¿realmente valió la pena?

—En cuanto pueda meterte un balazo en la cabeza creo que habrá valido la pena —replicó el oficial, sin bajar su arma.

—¿De verdad cree que puede ganar? Debo admitir que admiro su valor, pero usted jamás saldrá de Kingville, no después de lo que le hizo a Mary. Vas a sufrir, Phil Jones, pero creo que eso no te molestaría tanto como que vaya tras aquella linda francotiradora que tienes apostada en el techo de la comisaría, ¿verdad?

El tiempo de las bestiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora