༺Tsunade༻

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El frío azotaba el bosque, un fuerte vendaval calaba los huesos de todos los presentes.
Cada uno de los soldados sentía como la nieve helada aún más sus cuerpos.

El paisaje blanco se alzaba ante ellos como un esplendor que marcaba dos cosas: La paz que aún quedaba por proteger en un país en guerra y los retos de sangre y cadáveres, símbolo de una masacre que no aprecia querer terminar, hasta ese momento.

En el interior de una tienda, dónde recibían a los heridos, una dama estaba curando las heridas de alguno de los soldados.

Sus ojos castaños se mantenían fijos en su trabajo, sus dedos firmes manejaban el hilo para suturar como si estuviera hilando una prenda de la mejor calidad.

Sentía la sangre escurrirse bajo sus dedos, el olor le picaba la nariz y los alaridos del soldado le llegaban hasta el alma, como si fuera gritos de un espíritu en pena que clama ante la desolación de las profundidades del infierno.

Esa mujer no se trataba de una simple curandera. Era la viva imagen de la legendaria Onna— bugeisha,Tsunade, del clan Senju. Una leyenda viviente que por muchos años se había ganado a pulso míticas historias que se extendían en todo Japón, haciendo alusión a su increíble habilidad en batalla, portando su naginata, y sus conocimientos en las artes de la medicina.
Un suspiro de alivio se escapó de sus labios cuando su labor había terminado, el reconocido filo de una katana había lastimado la pierna de su paciente, pero no requería la amputación, sanaría con un poco de reposo absoluto. Se encontró muy decepcionada en tener la certeza de que los heridos después de todo no podrían ser tratados de forma correcta. No cuando tenían que seguir avanzando para recuperar tierras azoladas por el poderío del clan Uchiha. No cuando se enfrentaban día tras día, noche tras noche a la brutalidad del enemigo.

La Onna — bugeisha se retiró del herido, acomodó el cuerpo del inconsciente hombre lo mejor que pudo sobre la mesa. Sus heridas podrían curarse, pero su paciente también estaba batallando por el excesivo frío del exterior.

Tsunade se acercó a la pequeña mesita en la que reposaba alguna de sus invenciones, pócimas y ungüentos naturales que le servían para tratar laceraciones y heridas, también se encontraba un pequeño frasco que contenía algo preciado para ella, un sake fuerte y exquisito, sin dudarlo se sirvió un poco de ese licor y lo trago rápidamente sin dudarlo. El reconocido calor de la bebida se mezcló con esa punzada de aflicción que estaba creciendo en ella más y más.

Era muy irónica la situación de la mujer, por un lado, se encargaba de mantener a sus compañeros con vida y por el otro también de mandar al más allá a sus enemigos. La sensación de hundir el arma en el estómago de sus adversarios, sentir sus entrañas desgarradas, los huesos rotos, la sangre fresca esparciéndose por su rostro... Era una sensación que no quería volver a experimentar jamás en lo que le quedaba de vida. Sin embargo, ¿Qué garantizaba que todo terminara pronto?, ¿Estaba destinada a ser una carnicería y curandera en el campo de batalla, por lo que le quedaba de vida?.

En el interior de su tienda personal, se hizo presente una muchacha con un pergamino en sus manos, estaba visiblemente emocionada.

—Tsunade Sama —llamó su joven asistente, Shizune, una muchacha sobrina de su ex prometido, y a la que ella había tomado como su protegida.

—¿Qué quieres Shizune? —le cuestionó la mujer, acabándose de un solo tragó el sake de su copa.

—Llego este mensaje urgente para usted, parece que proviene de su propio abuelo, mi señora.

La Onna — bugeisha, levantó su mirada encontrándose con los ojos emocionados de su aprendiz. Hizo un ligero movimiento de cabeza y la joven muchacha entro a su tienda.

Le entregó el pergamino, y la mujer guerrera lo leyó sin ningún cuidado esperando  que se tratara de alguna nueva orden de avanzada o traslado. Sin embargo, no se trataba de ninguna de las afirmaciones anteriores, era una noticia aún más curiosa.

       —La guerra terminó — susurró Tsunade sin poder creer sus propias palabras, pero era una verdad absoluta. Al parecer el clan Senju había pactado un alianza pacifista con el clan Uchiha. Eso era todo. Después de tantas batallas y hambre de poder, "el clan de la guerra había pactado su rendición".

Tsunade, miró de soslayo a su discípula, tal parece que estaba igual de consternada y patidifusa que ella.

        —Dile a los hombres que se preparen a partir, regresaremos a Konohagakure del sur.

        —De inmediato, Tsunade Sama —dijo Shizune emocionada. Saliendo de la tienda a toda prisa.

Una nueva luz de esperanza brindó inigualable calidez al corazón de la mujer guerrera, la guerra terminó, todo ese infierno en el que fue participe se desmoronaría. Regresaría a casa.

❦𝗥𝗲𝗴𝗿𝗲𝘀𝗼 𝗮 𝗰𝗮𝘀𝗮 ➻【Tsunade y Jiraiya】Where stories live. Discover now