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▂▂▂▂▂▂▂ II ▂▂▂▂▂▂▂
En aquel periodo de los Estados en guerra, la violencia era la máxima divinidad que reinaba en todo ese basto territorio conocido.
La guerra entre clanes, regidos por una máxima autoridad perteneciente a la línea principal de la familia, un señor feudal. Estaba arrasando con familias y comunidades enteras, la escasez de alimento era latente, al igual que una curiosa enfermedad que temían que pudiera convertirse en epidemia, apodada entre los granjeros y aldeanos como "morbo chino". Y en medio de esa matanza innecesaria, nacían las leyendas. Una de ellas, era la del samurái Jiraiya, vástago de un poderoso clan de Kyushu.
Jiraiya, como todo buen Samurái de gran renombre, provenía de un linaje de guerreros, desde su niñez fue entrenado en las artes militares, para así, ser signo de honrar a sus antepasados.
Y a pesar de que en sus jóvenes años de entrenamiento, muchos de sus maestros le tenían pocas esperanzas, él no se rindió, conformado en esos tiempos la misma imagen de un guerrero mitológico.
Ahora, acompañado por las ventiscas de un invierno que parecía ser eterno, emprendía en regreso a su tierra natal. Estaba acompañado de una tropa de fiel soldado, todos leales a su líder y a su señor feudal.
Hace tan solo poco tiempo, él se encontraba junto a su discípulo, Namikaze Minato, celebrando la ceremonia del té en su tienda personal. Allí, de forma imprevista, se presentó un mensajero trayendo la impactante noticia de que la guerra se había acabado, los clanes habían logrado formar una alianza, dentro de poco los líderes se reunirían en persona para discutir con mayor profundidad el acuerdo de paz.
Era tiempo de regresar a casa, y así fue, Jiraiya partió junto con la mitad de sus tropas, mientras que su alumno, Minato, se encararía de reunir a los batallones dispersos de bandos que seguían guerreando y seguiría el camino de su maestro hacia Konohagakure del sur, pasando por el bosque.
Jiraiya montaba su corcel, todavía llevaba puesto su informe por precaución, no le había dirigido la palabra a ninguno de sus hombres en ningún instante durante su trayectoria.
