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▂▂▂▂▂▂▂▂ VIII ▂▂▂▂▂▂▂
Un frío suspiro escapó de los labios de Jiraiya. Se frotó las manos heladas y los coloco cerca a la pequeña hoguera, intentando mitigar la sensación de entumecimiento de los gruesos dedos en sus manos. Inhaló una bocanada de aire congelado, conforme sus pulmones se relajaban, expulsó el aire cálido, dejando atrás bocanadas de vapor, la relajación de su diafragma debido a un ciclo respiratorio repleto de aire frío le producía una incómoda sensación en el pecho.
Trituró con sus manos unas hojas secas de orégano y las colocó dentro un recipiente metálico colocado junto al fuego, en su interior hervía agua con pequeños trozos de carne.
Jiraiya revolvió el contenido de la improvisada olla, sintiendo el delicioso aroma de la carne con especias. No se trataba de una comida reservada para los nobles, pero sería suficiente para aplacar el hambre de ambos compañeros de aventuras.
Alzo su cabeza, y posó sus ojos en las estrellas que adornaban la bóveda celeste. Era una noche fría, con un cielo despejado, sin ninguna nube, interrumpiendo la contemplación de la luna, en cuarto menguante. La nevada cesó por completo y, ese maravilloso manto oscuro, decorado por constelaciones, se manifestaba ante él en todo su esplendor.
El samurái no era ajeno a lo que esté nuevo y gratificante fenómeno climático representaba, si los dioses estaban dispuestos, muy pronto la labor de la naturaleza se cumpliría, ese crudo invierno culminará.
«Es una buena señal» reflexionó Jiraiya, pasando sus manos cálidas por su rostro, tratando de brindarle calor a sus mejillas pálidas.
Las nuevas condiciones ambientales que se avecinaba de forma inevitable, le servirían a Tsunade y a él para cumplir su misión.
¡La valiente Onna- Bugeisha! Jiraiya recordó como tuvo que dar todo de sí mismo, para que su cuerpo fuera apto, un medio en buenas condiciones, de esta forma podía ser la compañía de la samurái en su travesía.
El logró cumplir las condiciones de la guerrera y, antes de marcharse, tanto Tsunade como Jiraiya redactaron un documento donde expresaban ceder su poder de liderazgo a uno de los soldados que le procedían en cuanto a Jerarquía) dejando atrás la instalación del campamento, y empezando con su viaje.
