1.8 Oliver

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EVA

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EVA

Los ojos de Oliver centelleaban con ira, brillando con un fulgor rojizo que parecía intensificarse con cada segundo.

—Espera un momento, chico —le dijo Stefan, interponiéndose entre nosotros dos, su postura firme y desafiante.

—¿¡Quién te crees que eres!? —gritó Oliver, su voz llena de furia.

—Por favor, cálmate —le rogué, situándome detrás de Stefan—. Nosotros solo bailábamos.

—¿Bailar? —rió burlonamente, tapando levemente su boca con una mano—. Ese tipo lo que hacía era manosearte.

—Lo siento si no sabes cómo es bailar, pero así es que se baila —le respondió Stefan, acercándose más en tono desafiante.

El tumulto era abrumador, todos nos observaban fijamente, susurros y miradas curiosas nos rodeaban. Sentía la presión de las miradas y el peso de la tensión en el aire.

Mientras me giraba en busca de Rosa, una camarera chocó conmigo, haciendo que varios platos se estrellaran al suelo con un estruendo. Justo en ese instante, llegó Rosa, su rostro lleno de preocupación.

—¿Amiga, estás bien? —preguntó, ayudándome a levantarme.

—Por favor, ayúdame —le pedí, mi voz temblando.

—¿Qué pasa? —preguntó, mientras yo le explicaba lo ocurrido, señalando la ubicación de Oliver y Stefan, quienes todavía estaban en desacuerdo, sus voces elevándose sobre el ruido del lugar.

—Me siento tan apenada —dije, sintiendo las lágrimas acumularse en mis ojos.

—Vete a casa. Llamaré a los padres de Oliver si no hace caso —dijo Rosa con determinación.

—¿Y los chicos también? —pregunté, preocupada.

—No te preocupes, lo resolveremos —me aseguró, su voz firme y tranquilizadora.

—Estás en lo correcto —asentí, sintiendo un poco de alivio.

Antes de partir, aboné por los platos rotos, sintiendo la mirada de la camarera sobre mí. Al caminar una corta distancia, percibí que alguien me seguía. Al voltearme, reconocí a Rosa, quien insistió en acompañarme a casa, su presencia reconfortante.

Después de la cena, Stefan apareció y me solicitó tener una conversación. Su rostro mostraba una mezcla de arrepentimiento y preocupación.

—Siento haber estropeado tus planes —dijo, su voz baja y sincera.

—No soy yo quien necesita decir lo siento por mi amigo —respondí, tratando de aliviar la tensión.

—Ya me gané su odio —dijo Stefan, suspirando.

—No me parece; es un sol, y lo conozco desde que éramos niños —le aseguré.

—Un sol enamorado de ti —dijo Stefan, con una sonrisa triste.

Me reí con incredulidad mientras me sentaba lejos de él en los muebles y respondí: —No, imposible.

—Quizás es mi imaginación... Gracias por aceptar bailar conmigo —dijo, poniéndose de pie y dirigiéndose al estudio.

Cuando creía que habíamos recuperado la cercanía, de repente sentí que la distancia entre nosotros volvía a crecer. Desde aquel día, él simplemente llegaba a dormir y tomaba mi mano sin decir una palabra, dejando un vacío inexplicable en mi corazón.

 Desde aquel día, él simplemente llegaba a dormir y tomaba mi mano sin decir una palabra, dejando un vacío inexplicable en mi corazón

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Eva y sus 7 maridos (Completa [+18])Donde viven las historias. Descúbrelo ahora