2.1 Fetiche y Peligro [+18]

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Padre de Eva(Gustave ) :

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Padre de Eva(Gustave ) :

—Su cabello es blanco —dije, con una mezcla de asombro y preocupación, al observar a mi hija por primera vez después de su nacimiento. Sus pequeños ojos me miraban con una inocencia que me hizo sentir un peso en el corazón.

En ese momento, me di cuenta de que necesitaba forjarla como una mujer fuerte e inteligente para garantizar su supervivencia en este mundo cruel, al menos hasta que diera a luz al primogénito de los Sued. No quería que terminara como mi querida hermana, quien sufrió aún más, mientras yo me quedaba impotente sin poder hacer nada para ayudarla. La imagen de mi hermana, con su mirada perdida y su espíritu quebrantado, me perseguía constantemente.

¿Acaso en algún momento llegué a verla como un padre? Le exigí perfección, algo que nunca hice con sus hermanas menores. La trataba como un objeto, una pieza clave en un juego de poder. Le brindé educación y protección en exceso, pero no amor. No cuidé a esa pobre niña que se convirtió en mujer bajo mi estricta vigilancia. Cada vez que la veía, veía mis propios fracasos reflejados en sus ojos.

Pensé que lo correcto era no aferrarme a Carol, ya que parecía destinada a estar poco tiempo con nosotros. Eva requería mi atención como mi heredera directa, mientras que Mónica, siendo la más joven y frágil, necesitaba los cuidados maternales. Mi esposa aún me culpa por haberle ocultado el destino de las mujeres de nuestra familia. Este secreto la destrozó cuando finalmente lo descubrió a través de la familia Sued, revelándole la verdad mi padre. La mirada de traición en sus ojos fue un golpe que nunca olvidaré.


EVA

Me levanté de golpe de mi asiento y exclamé: "¡Hermana!". Mi voz resonó en la habitación, llena de sorpresa y confusión.

En ese momento, una voz extraña susurró en mi oído: "No hay escapatoria para ti". Un escalofrío recorrió mi espalda y sentí que el aire se volvía más denso.

—¿Eva, estás bien? —me preguntó Rosa, extendiendo su mano hacia la mía con preocupación en sus ojos.

—Sí —respondí, tratando de sonar convincente mientras me sentaba de nuevo, algo nerviosa—. No es nada.

Esa noche, cuando estaba a punto de ir a la cama, Sam se acercó a mí. Antes de tomar mi mano, me miró con una seriedad que rara vez mostraba.

—Quiero que pienses en lo que somos para ti, Eve, y... algún día no los digas —susurró, besando mi frente con ternura antes de cubrirme con la colcha y tomar mi mano.

No puedo abrirles completamente mi corazón porque me duele que me hayan mentido tantas veces. La desconfianza se había arraigado profundamente en mi ser, y cada vez que intentaba abrirme, el dolor de las mentiras pasadas me detenía.

Eva y sus 7 maridos (Completa [+18])Donde viven las historias. Descúbrelo ahora