Hasta tocar fondo (II)

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(10 meses después del accidente

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(10 meses después del accidente...)





- Lleva metido en su despacho desde anoche. Me tiene muy preocupada, no contesta señorita Luisana.

Rosana seguía mis pasos muy angustiada.

Había recibido su llamado a primera hora de la mañana. Al parecer, había llegado a casa de Benjamín como cada mañana y se asustó al no encontrarlo ya levantado. Se dirigió a su habitación, pero la cama estaba hecha, como si no hubiese pasado la noche allí. La mujer los buscó por todos los rincones de casa y no lo encontró hasta llegar al despacho.  No pudo abrir la puerta, al parecer la habían cerrado desde dentro. Golpeó en ella, pero nadie dio respuesta y temió lo peor.

En cuanto recibí su llamado. Mientras llevaba a mis hijas al colegio, llamé a Felipe y me aseguró que iría inmediatamente a casa de mi hermano. Esta vez, quise omitir este acontecimiento a mi madre. Estábamos atravesando un momento bastante complicado con Benjamín, bastante estaba sufriendo ya.

- Benja, colega – aporreó la puerta Felipe. – Ábreme, por favor. Soy Felipe, tu amigo.

No obtuvo ninguna respuesta. Escuché los sollozos de Rosana y la abracé con fuerza intentando tranquilizarla, pero ¿a quién iba a mentir? Yo estaba igual de aterrada que ella.

Estos meses habían sido una pesadilla. Mi hermano era una persona sin vida. Un muñeco roto.  Sin alma. Sin ganas de vivir. Un muñeco difícil de arreglar porque le había arrancado de cuajo su razón de existir.

Se había retirado completamente. Ya no amaba la música. Ni tan siquiera continuó con la productora, ese proyecto que comenzó con tanta ilusión.  Ahora se encargaba Nacho. A veces lo ayudaba, pues había recaído muchísimo peso a sus espaldas, y me sentía en la obligación de dar la cara por mi hermano.

Pero mi hermano...

Mi hermano se escondió. Se apartó del mundo. Se resguardó en su casa, en su fortaleza, impidiendo que cualquiera irrumpiéramos en ella. Solo Rosana aparecía para prepararle algo de comida que, casi siempre, dejaba intacta sin apenas tomar bocado. No quería tener contacto con nadie, ni tan siquiera con sus sobrinas.

Estaba muerto en una absoluta y agonizante tristeza.

- Voy a tener que echar la puerta abajo – me dijo Felipe con rostro preocupado.

Asentí dando mi consentimiento. Temía lo peor y no podía dejar que los minutos avanzaran más. El tiempo estaba en nuestra contra. Di unos pasos atrás junto con Rosana para darle espacio. De una patada, Felipe abrió la puerta.

La imagen que se nos presentó fue aterradora. 

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas. Rosana ocultó su rostro en mi pecho abatida por el dolor. 

⫷Resurrección⫸ {Saga Vivir o Morir}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora