Capítulo 9

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Alessandra

Entreabrí los ojos sintiendo que tenía el globo terráqueo por cabeza, demasiada grande. Duele horrible y la luz me molesta. Lo primero que noté fue que estaba desnuda, incluso siento ligeras agujetas.

—Buenos días.

Miré a mi izquierda encontrándome a Jayden recostado en la pared con las manos en los bolsillos de un chándal, y sin camiseta.

—¿Qué me has hecho? —me quejo tapándome con las sábanas.

—Nada que no me hayas pedido —suelta sin más.

Tengo destellos de lo que pasó anoche en mi cabeza, pero algunas cosas no las recuerdo bien.

—Te han traído el desayuno —comenta señalando una bandeja que hay en una mesa cerca suyo.

—Estoy molesta contigo, me has pegado —farfullo, «recuerdo lo que me hizo en el coche», ignoro que me han traído el desayuno que probablemente ordenó él. Quiere chantajearme con el desayuno, como hizo con las flores.

Se despeina el pelo con los dedos al tiempo que se sienta a mi lado.

—Y volveré hacerlo cuando me desobedezcas como lo hiciste anoche —masculla con voz calmada—. Voy a pasar por alto lo que has hecho, pero que no se vuelva a repetir ¿de acuerdo?

Lo miré  con la boca abierta.

—En la bandeja hay una pastilla, te ayudará para el dolor de cabeza —añade.

Quité lentamente su mano que se había posado en mi mejilla. Y salí de la cama por la pastilla.

—No sé que te has pensado para decirme esas cosas no tienes derecho —Muerdo la pastilla y me ayudo bebiendo té para quitar el desagradable sabor—. No somos nada, no puedes…

—¿Has masticado la pastilla? —me interrumpe.

—Sí, no puedo beberla siento que me ahogo.
Frunzo el ceño al ver que dibuja una idiota sonrisa.

—¿¡De qué te ríes!? —«No le veo la gracia».
Se deja caer hacia atrás sobre el colchón apoyándose sobre sus codos.

—Anoche te metiste en esa boquita algo mucho más grande y no parecías ahogarte.
Por inercia mis ojos se fueron al centro de su pantalón.

—¿Es que no puedes dejar de pensar en sexo? —susurro, asiéndome la digna.

—Teniéndote así me lo pones muy difícil  —Se incorpora y me suelta un beso en la boca—. Vístete, nos vemos en la noche, quiero que pasemos tiempo juntos.

—¿Qué pasemos tiempo juntos?  —balbuceé.

—Sí. —Se coloca un polo y sobre esa ropa la sotana—. A las 21:00 en la fuente.

Lo veo salir y dejo caer el peso de mis hombros. Muerdo mi labio con recelo. ¿Qué tanto hice anoche?
 

       Después de ducharme y ponerme una sotana de Jayden por que solo encontré mi pantalón, ni siquiera mis bragas, fui a mi celda y me cambié a una de las mías. La pastilla me había ayudado bastante pero me sentía media ida.

Nunca un lunes se me hizo tan pesado, las primeras horas de clases fueron una tortura, más que nada por qué no entendía ni pío, no quise preguntar además el deseo de haberme quedado en la cama estaba latente, sin embargo me obligué a venir.

—El próximo lunes daré un examen sobre lo que he dado hoy, será algo de rutina nada de qué preocuparse, bien eso es todo —avisa el profesor y algunos empiezan a incorporarse.
 

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