Capítulo 12

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Alessandra

Después de haber salido de la celda de Edmon y de organizar todo en mi cabeza, terminé en la habitación de Anastasia con algunos libros. He decidido mantener la calma. Esperaré a que Jayden regrese y le explicaré todo lo sucedido, buscaremos una solución y listo.

—¿Te gustan las matemáticas?  —pregunta Anastasia colocando su cabeza en mi hombro.

—Se me dan bien, es una asignatura muy importante en mi carrera —le explico sin apartar mi vista de la página. Trato de recuperar las clases perdidas esta mañana. Y después de leer varias veces veo que no están complicado como lo plasmaba la profesora.

—A mí me gustaría ser una buena compositora, tocar para miles —susurra—. Brillar bajo la luz de un foco y que todos queden impactados con mí magnífica interpretación.

La miré interesada.

—¿Cuál es ese instrumento que te hace suspirar? —Esbocé una sonrisa, es la primera vez que la veo tan ilusionada.

—El violín… —se acomoda en la cama.

—¿Lo has tocado alguna vez? —Dejé el libro a un lado, acomodándome frente a ella.

—No. —Se encogió de hombros—. En una visita de caridad en navidad, unos señores vestidos de santa y elfos nos entregaron regalos, estábamos en el salón, todo abrían sus presentes pero yo solo miraba el instrumento que hacia sonar un villancico. Me trasmitía paz, me olvidé de todo no quería que la música se detuviera, desde entonces no he dejado de pensar en eso.

—Yo creo que tocaras para millones. —Le acaricié la mejilla—. La música es terapia sabes…

—Es solo un sueño. —Niega ante la idea de que siga alimentando sus ganas de llegar lejos—. Mírame… moriré aquí vestida como tú…

—¡Ey! —protesto y ella sonríe.

Termino sonriendo.

—No es malo soñar y desear algo diferente a lo que te imponen los demás. —Ella no responde a mis palabras, creo que una parte de ella quiere seguir sintiendo esa chispa que se enciende al querer volar alto y alcanzar lo que quiere.

Miré hacia la puerta la noche comenzaba azotar. Y los niños comenzaron a ocupar sus camas, en silencio y ordenados.

Me quedé quieta cuando una de las hermanas entro apagar la luz de la habitación, creo que no notó mi presencia de lo contrario me hubiera echado.

Cerré los ojos unos segundos. De la nada la luz se volvió a encender; una de las niñas parecía que solía hacer eso todas las noches por que se metió a la cama, con cara de pánico. Sentí los dedos de Anastasia en mi pelo y luego su estómago rugir. 

—No has cenado nada… —digo.

—No tengo hambre… —Susurra.

Asiento, comprendo a la perfección que no tenga ganas de comer yo tampoco he podido estar tranquila en todo el día, la bola de angustia que se ha formado en mi estómago no me ha permitido probar nada. Dejé la bandeja a su lado y volví a calzarme poniéndome de pie. Ya es tarde, tengo que ir a mi celda.

—Duerme conmigo —pide—. Solo esta noche.
Miré hacia la puerta y la camas, el resto de los niños ya estaban dormidos y posiblemente todos en el monasterio también. Asiento y me vuelvo a meter a su lado.

—Ok, solo esta noche —susurré. Ella asintió y en automático se abrazó a mi con fuerza.
 

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