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Ese mismo día, después de querer borrar las promesas con Seungmin y todos su recuerdos, las imágenes que se repetían en su cabeza una y otra vez sin poder pensar con claridad. Sintiendo los efectos secundarios de sus sucias acciones, sintiéndose cómplice de lo que en unas horas se haría, sintiéndose culpable por no contarle a Seungmin cuando pudo. Ahora se deslizaba con lentitud por el alfeizar en el fondo del castillo. Se arrodilló, escondiendo su cabeza entre sus manos.

―Por favor... ―apretó sus ojos― Por favor...

El dolor era terrible, recorriendo los dedos de sus pies hasta su cabellera. Tenía diecisiete años, condenado a vivir una vida en la que no sería feliz, siendo castigado por el recuerdo de que pudo haber hecho las cosas diferentes, como si la vida le dijera que podía, pero se negó, y ahora sufría por él mismo, por su culpa. Se condenaba a si mismo por no haber cuidado quien hizo su vida más brillante, brindándole el cariño que nunca tuvo y que pensaba no podía tener. Ahora Kim lo miraría con odio, y no lo culpaba, si fuera él, haría lo mismo.

―Hyunjin ―una voz fría retumbó tras él, apretó aún más sus ojos, juntando sus manos con fuerza, repitiendo oraciones sin sentido deseando que todo fuera una mentira cruel y sucia, que todo estaba bien―. Hwang Hyunjin.

Se levantó con ayuda de sus manos dando media vuelta, la mirada de su madre lo atravesaba, su maquillaje algo corrido y su vestido con algunas arrugas. Una chispa de furia pasaba por los ojos del más joven, ella lo miraba inexpresiva, como si él estuviera por lo bajo. Le repugnaba, y estaba seguro que ella también sentía lo mismo por él.

La mujer avanzó un paso, casi imperceptible:―¿Por qué no estas con nosotros? ¿Estás consciente de que te estás condenando a este dolor por ti mismo?

Hyunjin la miró con gracia, vaya pregunta.

―¿Y tú estás consciente de la mujer en la que te has convertido? Ellos me dieron un hogar, calidez, la maldita familia que nunca tuve, reina Hwang ―se acercó a ella amenazante― ¿O haces esto porque aún duele que mi padre no te ame y tenga sexo con todo Amice y parte de los otros siete reinos?

Sintió como la palma de su madre chocaba contra su mejilla con fuerza. Por inercia, colocó su mano en la parte dolorida, recuperando la compostura mientras miraba los ojos de su madre abiertos de par en par. Era un matrimonio arreglado, él nunca la amo y aún así le sigue afectando su propia realidad. Había caído tan bajo.

―¡Cállate!

La miró nuevamente, de arriba abajo, negando con la cabeza. Aveces le entristecía lo que había tenido que pasar, una mujer cegada por amor al punto que intentaba sanar sus heridas con alcohol y múltiples pastillas. A su padre no le importaba, pero tampoco podía dejarla de lado. Recordó una de sus peleas, como si soñara despierto.

Qué dirá el pueblo, Yerin. Si te dejo seré el hazmerreír entre los reyes, una deshonra a la fachada de ser una pareja perfecta ―Hyunjin veía la escena desde la puerta entreabierta de la alcoba de sus progenitores, su padre fumando una pipa mirando por la ventana.

―¡Al menos ámame! Daría todo por ti, ¿qué te cuesta hacerlo por mi? ¡He hecho de todo! ―su madre reclamó, con lágrimas asomándose.

Eso nunca va a pasar ―apagó su pipa, ahora mirando a los ojos a la mujer―, mi corazón no está contigo.

―Hyunjin, solo para que no te quedes con la duda -la voz de su madre lo hizo salir de sus recuerdos, ella lo miraba firme-, los mataremos por poder, no nos satisface el que ahora tenemos, queremos más y ellos tienen lo que nosotros no. Si quieres hacer algo ya es demasiado tarde, hijo.

En ese preciso momento, escuchó las puertas ser abiertas, mirando a su madre por última vez antes de correr por los largos pasillos, sintiéndose en un túnel infinito a la vez que se percataba de sus pies descalzos, estos ardían como su hubiera fuego en su interior. Siguió hasta llegar a la salida, allí mismo recordó su carta, las palabras de Seungmin, las buenas memorias. Cosa que se desmoronaba rápidamente.

Lo prometo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas, cayó de rodillas mirando hacia el frente. Lleno de resentimiento, de odio, de impotencia. Colocando una mascara frente a él, y ni siquiera él era quien la sostenía.

carpe diem. hyunminWhere stories live. Discover now