05

208 48 5
                                    

. . . . .

Se trasladaron callados hasta el sillón más cercano, el silencio reinaba junto con la incomodidad, incluso al sentarse cada uno estaba en la punta del mueble. Estaban confundidos, era lo único que les quedaba claro.

―Bien ―Seungmin fue el primero en hablar―, ¿qué tienes tú para decirme? Porque yo no hice ningún tipo de plan con las brujas del aquelarre de mi reino para que esto sucediera. Si es lo puedes llegar a pensar, Hwang

Kim habló con carácter, no tartamudeó en algún momento como solía hacerlo. No se dejará intimidar por Hyunjin, y menos en este momento. En cambio, Hwang no tenía nada que decir. Según su apariencia desarreglada, podía deducir que acababa de despertar.

―Te daré tiempo, deduzco que acabas de despertar y debe ser difí- ―Hyunjin le interrumpió antes de poder terminar sus palabras.

―Fue mi culpa ―soltó―. Yo... lo dije.

Seungmin no era capaz de entender y al parecer, Hyunjin lo vio en su rostro.

―¿¡No lo recuerdas, Kim!? ―se levantó de repente asustando a Seungmin, haciendo que este viera hacia arriba en dirección a el contrario, confundido― Maldición. Dije que te mataría en otra vida, Seungmin

Y claro, Kim recordó el momento en el que el frío de la espada de Hwang rodeó su cuello. Imbécil.

Oh, en efecto ―se levantó del sillón empezando a dar vueltas y sonriendo irónico―. Es tu culpa. Todo es tu culpa, Hyunjin

Los dos se miraban formando un silencio abrumador. Seungmin negaba con la cabeza, nunca lo admitiría en voz alta pero se sentía decepcionado de aquel.

―Y para colmo, ¡sorpresa! ¡En este puto universo estamos comprometidos! ―la cara de Hyunjin pareció deformarse ante la declaración.

―¿Tú acaso me matarás para que salgamos de aquí y volvamos a la supuesta vida que tenemos? ―Hyunjin pareció confundirse con la palabra "supuesta". Seungmin rió― Hwang, sabes muy bien que nuestra vida está jodida. ¿Quién quisiera sentarse en un trono para dirigir a un reino cuando debería ser un príncipe a una edad tan temprana? ¡Allí estoy yo! ¡Condenado!

Por alguna razón. Los ojos de Seungmin por segunda vez se llenaron de lágrimas traicioneras.

―Y que en algún momento no tan lejano tú también lo estarás. Y te aseguro, Hyunjin —dio un paso hacia él, con lágrimas descendiendo por su mejilla―. Que cuando seas rey, sentirás que todo el castillo vendrá sobre ti.

Dicho eso, se fue subiendo algunas escaleras con el intento de buscar algún aposento. Lo encontró agradeciendo por lo bajo, recostándose a la vez que abrazaba alguna almohada que encontró con sus manos. Dormiría, y esperaba que al día siguiente despertara en su querida y a la vez odiada Aethelu.

carpe diem. hyunminWhere stories live. Discover now