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Oriana

Los ojos se exaltaron cuando escuché el ruido del timbre sonar, me había quedado dormida en el sillón viendo Damián Kuc, me quería morir. Cuando el timbre sonó por segunda vez, me levanté enojada y me dirigí hacia la puerta arrastrando mis pantuflas sobre el suelo.

—Ya voy insoportable.— hablé elevando la voz cuando el timbré se escuchó por tercera y última vez.— ¿Quién es?

—Abrí que me estoy mojando.— pidió tocando la puerta, en cualquier momento me la tiran abajo.

, chistoso pero no.— reí cuando vi quién se encontraba del otro lado, no me sorprendí al ver al morocho con la capucha puesta aunque sus rulos ya estén mojados por la lluvia.— Tengo comida que bajonear y horas para dormir, así que andate. No te quiero ver.— le sonreí, pero como siempre me trabaron la puerta con el pie para no cerrarla.

—Dejame hablar una última vez y te dejo de joder.— pidió, notaba que su voz otra vez estaba quebrada, pero no quería darle el gusto tan rápido.

—¿Para qué? ¿Para que me vuelvas a decir que estás confundido, me beses y después te arrepientas diciéndome que fue un error como si fuese mi culpa?— interrogué mirándolo alzada.

—Por favor.— murmuró y el brillo en los ojos se veía a simple vista, estaba a punto de llorar. Y eso me ablandó bastante.

Me hice a un lado rendida y vi cómo se adentró a mi casa, parecía que era la primera vez que venía ya que se demostraba bastante tímido, o hizo algo o una cagada se mandó, porque nunca antes lo vi así. Se sentó en el sillón con los brazos cruzados y yo imité su acción, esperando a que hable levanté mis piernas para apoyar mi cabeza sobre ellas, espero que sea rápido.

—La culpa no me deja dormir hace días.— habló para romper el silencio, no entendí a que culpa se refería.

—¿Culpa de qué?

—No sé cómo decirle a Nicole que yo ya no quiero nada con ella.— confesó sin mirarme, quedé helada.

—¿Y yo qué tengo que ver con vos y Nicole?— alcé ambas cejas, el morocho giró su cabeza para mirarme unos segundos y no despegaba su vista de mis ojos. Al instante entendí lo que me quería decir.— No Mateo...

—¿Te pensás que yo estoy orgulloso de lo que está pasando?— interrumpió acomodando su cuerpo en frente mío.— Me siento tan mierda, Ori.— dijo escondiendo su rostro en sus manos.

—¿Y cómo se supone que tengo que estar yo? ¿Igual que vos?— interrogué tratando de que me mire a los ojos, él negó.— ¿Cómo es eso de que ya no querés nada con Nicole? ¿Qué pasó?— continué.

—No te puedo soltar y me enferma no hacerlo, no la quiero lastimar.— respondió, vi que se deslizó una lágrima al costado de su rostro pero que al instante la borró pasando su mano por esa zona.— El otro día en vez de aclararme me confundí más y tengo todos los cables cruzados, estuve todo el puto verano diciéndole a todo el mundo que ya había superado a mi ex y no superé un carajo, no sé qué mierda hiciste para tenerme tan enganchado, Oriana. No lo entiendo ni lo voy a entender nunca, no voy a madurar jamás si sigo teniendo sentimientos encontrados con la misma persona de hace dos años.

—¿Qué pretendés hacer? ¿Volver?— reí sarcásticamente, él se limitó a negar por segunda vez.— Entonces no sé qué querés que te diga, sos vos el que tiene que resolver lo suyo, yo 'toy en la mía. Allá vos si tenés oxidada la tuerca.— acoté alzando ambas cejas.

bad luck; trueno.Where stories live. Discover now