02| Orgullo

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Rose Collins.

Las agujas del reloj anunciaban las nueve de la noche cuando los chicos decidieron armar una fogata en el jardín trasero para que pasemos una "memorable primer cena". Por mi parte podía decir que ya no me sentía tan incómoda y expuesta como las primeras horas, pero aún no podía soltarme del todo con ellos.

Le envié un último mensaje a mi madre informándole que estaba bien y salí de mi habitación para dirigirme a la cocina, no terminé de pasar por el pasillo cuando Eros apareció en mi camino y sonrió de forma amigable.

— ¿Ayudarás a los chicos?.— preguntó con las manos en los bolsillos de su pantalón negro.

— De hecho iba a prepararme un té.— confesé sintiéndome una inútil y él sonrió.

—¿Puedo apuntarme a tu plan?.— la pregunta quedó faltando en el aire por unos segundos y asentí antes de incomodarlo.

— Claro.

Por alguna razón, me sentía inquieta cada vez que uno de los chicos se aparecía a mi alrededor, como si tuviera que darles una buena impresión aunque ellos no parecían estar así de nerviosos. Bajamos las escaleras en completo silencio y caminamos hasta la cocina donde tomé dos tazas con sumo cuidado y luego calenté el agua.

Miré sobre mi hombro a Eros quien estaba con la vista en su móvil y sonreía a la pantalla, fruncí el ceño curiosa pero me contuve los deseos de preguntar; no quería parecer una entrometida. Por un instante, mi mente pareció quedarse en blanco mientras observaba los brazos y manos de Eros mientras él tecleaba algo.

Me aclaré la garganta y aparté mis ojos de él.

— ¿Y qué puedes contar?.—preguntó tomándome por sorpresa y mi expresión quedó vacía.

— Ah...— murmuré al mismo tiempo que mordía mi labio inferior con nerviosismo.— No lo sé, intento acostumbrarme a Los Ángeles.

— ¿Visitaste algún lugar o sólo te mantuviste en casa?

— Oh sí, Victoria y Roy me llevaron a varios lugares y fiestas.— dije con una sonrisa tras pensar en ellos.— Son divertidas y un poco descontroladas.

— ¿Victoria y Roy?.—preguntó con el ceño fruncido y asentí.

— Mis mejores amigos.

— El nombre de la chica me suena familiar pero no reconozco al chico.—murmuró para sí mismo y reí.

— ¿Recuerdas a mi única amiga de la infancia? La vecina de mis abuelos.— aclaré y él asintió.— Es ella, y Roy es un amigo que me presentó cuando llegué.

— Vaya, creí que éramos los primeros en recibirte.— comentó con una sonrisa lobuna y le extendí su taza de té.— Es una lástima que no hayas visto las fiestas que nos montamos nosotros.

— ¿Ah si? ¿Debería emocionarme la idea?.—pregunté divertida haciéndolo reír.

— Podrías ser nuestra invitada de honor la próxima vez.

— Un placer.— le seguí el juego y sonrió.

La puerta trasera se abrió dejando ver a Ryan quien corrió hacía la canilla para meter su mano bajo agua, fruncí el ceño cuando salió humo de la misma y luego escuché las risas de Foster y Sean anunciando su llegada.

— ¿Cómo pretendes armar una fogata si no sabes usar un encendedor?.—preguntó Sean antes de sentarse para tomarse el abdomen.

— ¡Vete al infierno, Sean!.— gritó Ryan mientras fruncía sus labios de dolor y dejé la taza sobre la mesada para verlo confundida.

Pequeño Demonio: Enamórame ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora