|36| Sabio no ser sabio

107 20 27
                                    

Multimedia: Mirrors (Justin Timberlake)

El traje de Black Widow me seguía quedando espectacular. La vanidad es lo que hace que esté contemplando mi reflejo y me gloríe de ello, una vez en la vida.

Extraño mis cómodos y prácticos pantalones, con los que voy y vengo a mi antojo, pero esto que siento es cercano a la satisfacción. Estoy completa y no hay peluca, solo un antifaz oscuro, de cuero e impregnado a mi piel con un gel que cuidaron que no quede como un adorno permanente.

—De todos modos no la necesitas —dice Presley toda ancha, refiriéndose a la peluca—. Natacha cambia su tono de cabello más adelante...

—No sé porque pero creo que acabas de insultarme.

—¡No es un insulto! —Pero se está riendo.

Volqué mi vista a la puerta, con Eliana señalando su reloj insistentemente.

—A mover las nalgas, señoritas. ¡A moverlas!

Me entró la risa.

Era la hora de la fiesta. Pasadas las 11 pm es cuando se aumenta el nivel de diversión, dice Presley. Y le creo. De las tres ella es la versada, mi caso la que se apunta y Eliana la que se queda en casa, o está muy ocupada.

Hay que ponerle remedio pronto.

En lo que íbamos de vuelta a Bárbados mi celular sonó en mi mano y tuve a Presley sorteando con él, moviendo los dedos con rapidez en la pantalla. No encontré razones para quitárselo; su expresión concentrada valía el que hurgara mis cosas, siempre acababa riéndome de su actuar como niña traviesa.

—Es Eliseo —avisó—. Le estoy respondiendo que estás muy enojada por la mentira del casorio. A ver cuál será su actitud.

No podía evitar reír.

—No estoy molesta.

—¿Y eso qué? Las reconciliaciones son interesantes, déjate mimar.

—Le tengo miedo a ver hombres desnudándose —dice Eliana—. Si Carlos lo nota... Ay mamá.

—¡Pero qué les pasa a ustedes! —ruge Presley, horrorizada—. Pensando, pensando todo el tiempo en ellos. Si un hombre no te permite hacer lo que gustes siempre que gustes, ¿para qué estás con él?

Mi cuñada no reflejó nada en su rostro, pero dijo:

—Existe una línea delgada entre hacer algo a consciencia sin la intención de herir con el hacerlo de forma deliberada. Si sé que Carlos no va a sentirse cómodo con que vea a un tipo en tanga, no voy a hacerlo. A eso se le llama respeto.

—También existe una línea delgada entre dejar de moverte a tus anchas a no hacerlo porque a él no le simpatiza, como si no te conoció mientras lo hacías.

—La permisividad está ligada a la confianza.

Nadie tiene que permitirte nada.

—Estás mal entendiendo, Presley. Hablo de que lo que está permitido para ti, en tu interior, va a dictar lo que harás la siguiente hora. —Eliana dialogaba con aplomo y entusiasmo—. Solo tu decides qué es lícito, y cuando compartes tu vida con alguien además de ti mismo el orden de prioridades cambia. Tú sigues siendo tú, pero no pasas por encima de otro para ser más tú.

Este tema no suena a que dos personas decidieron que era la hora de las discusiones de parejas.

Irrumpí entre las dos.

—¿Qué pasa? —le pregunto a Presley, quien desvía sus ojos. Suficiente prueba de que me estoy perdiendo de algo—. Vamos, tiene que estar pasando algo para que te comportes pasivo agresiva con Eliana.

¿Sí te queda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora