|12| Paces

158 20 0
                                    

Multimedia: Sorry (Justin Bieber)

La semana acababa. Toda ella transcurrió lentamente y el día viernes vino como un fuerte golpe en la mandíbula; realmente doloroso pero contundente.

Mi madre calló en cama. No fue nada grave y es de las que no pueden estar atadas a un espacio pues enloquece, a los dos días de enterarme ya deambulaba de un sitio al otro, su trabajo se lo exige, así que más rápido de lo debido manejaba un par y medio de eventos, se ocupa de que a papá no se le pierda la cabeza y ha conjugado con su hija por elección (Eliana) un almuerzo para mañana; no hay opción para los noes.

No sé si estoy preparada para estar con todos mis hermanos en un mismo espacio sin que salga la señora Andrews en defensa de su propia reputación que es, claro, también la de sus hijos. Tuve suficiente de sus mensajes de voz perpetuando el parentesco, que no hay manera de que su única hija se pusiese en esas dejando tiradas tres décadas y media acompañando a Cannon por una minúscula parte de la misma vida porque a mí se me apetecía. Y un sin fin de otras acusaciones además de los consejos de lo que está bien, lo que debería hacer.

—No tienes otro hermano como él —decía en uno de los mensajes.

Tengo tres más, pero lo cierto es que no hay nadie como Cannon. Él es el primero, le sigue Charly, luego yo, Conor y Christopher. Con Cannon tienes ese hermano protector en los años de secundaria pero que ha ocupado mucho de su tiempo en la escalinata del éxito que poco pudimos vernos, sobretodo en el tiempo en que estuve en la academia militar y pasé unos años en la policía. Entonces, estaba viviendo el cenit de su carrera y justo también conoció a Rebecca.

Rebecca, Rebbeca.

Rebecca, conocerte es como contraer una hipoteca.

O como beber un barril de cerveza.

Al principio no crees que vendrá la jaqueca.

Pero sucede, porque continúas siendo Rebecca.

No la detesto, pero fue divertido y una herramienta de autoayuda el crear esa rima.

Creo que una persona capaz de engañar a otra que dice amar es muy desdichada y no tiene nada para ofrecer, pero su puesta en escena para con Cannon arruinó mucho de él hasta hacerlo dependiente de otros; a quien recurrirías si necesitas cualquier cosa, necesitó de otro.

Está claro que no me encuentro molesta; no siento algo certero, todo dependerá de lo que Cannon decida hacer y no saberlo ha puesto parte de mi vida en ascuas. Si doña Loreanne Andrews ha concretado que sus hijos se vean, lo conseguirá.

—He hablado con mi fan número uno —comentó Eliana, recorriendo la vista por el sector de pastas en el supermercado. Le seguía con una canasta, puesto que no vamos a comprar mas que unos pocos ingredientes para su pasta con salsa blanca.

—Hmmm.

—¿No quieres saber lo que me ofreció?

—No.

—¡Los servicios de su agencia! —dijo aun así—. Está seguro que voy a necesitarlo; se le hace extraño que no me ha pasado nada peligroso después de tanto revuelo.

—Porque a donde vas suelen ser discretos y porque te cambiaste el color de cabello. Es difícil reconocerte.

Eliana se caracterizaba por su cabellera como Pocahontas, larga, lisa y azabache. Ahora que está castaña con reflejos rubios y en múltiples rizos, con lentes y acompañada con gente que no sea su marido, apenas reparan en ella hasta que la oyen decir oraciones largas, es distinguible y si atina a soltar una palabra o grosería en español, lo empeora. Pero una de sus cualidades es ser discreta en público, en sitios reducidos. En un supermercado hay menos rango de tortura.

¿Sí te queda?Where stories live. Discover now