Capítulo Once

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Hyperion se acercó lo más que pudo a su flor. Olía extraordinario, pero lo que más amaba él era sentirla. Ella tenía su cabeza apoyada sobre su bíceps. La Especie tenía la mano libre apoyada sobre el vientre de la mujer, ligeramente redondeada.

Él sonrió al saber que su flor tenía a otra cría en su vientre, y siguió sobándola.

—Hache, ¿Crees que estamos destinados a estar juntos? —La mujer preguntó suavemente.

Hyperion con una sonrisa, respondió—: Sí.

—Me gustaría que eso fuera verdad, me gustaría que todo fuera verdad. Quiero creer que esto es verdad. —La voz de la mujer se quebró en la última frase.

La Especie borró su sonrisa y trató de mirar el rostro de su compañera. Ella lo volteó evadiéndolo.

—Cuida bien de Máximum —dijo Anahí.

La mujer se levantó lentamente sin voltear a mirar al macho a la cara. Y se acercó a la puerta, vacilando un momento pero después de unos segundos abrió la puerta y salió. Hyperion no podía moverse, trataba con todas sus fuerzas pero no podía, su cuerpo lo traicionaba no dejándolo moverse, mientras veía como su compañera huía. Tampoco podía gritar ni hablar, sus cuerdas vocales estaban entumecidas. Tanto era su desespero por gritar, hablar o siquiera moverse que empezó a sentir pequeños pinchazos en su cabello, como si alguien lo jalara.

Entonces, abrió los ojos.

Máximum lo saludó con un gorgoteo y una sonrisa mientras trataba, una vez más, de meterse el cabello de su papá en la boca. Abrazaba con fuerza a su peluche, mientras reía.

El macho miró a su hijo, estaba feliz y él era feliz de verlo pero su felicidad no estaría completa hasta que su flor regresara. Suspirando, cargo al bebé levantándose de la cama.

 Suspirando, cargo al bebé levantándose de la cama

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―Vamos a comer.

Fueron a la cocina. Hyperion le dio paso fruta cortada muy pequeño mientras el preparaba su café habitual. Veía como el niño comía con energía la fruta e intentaba darle de comer a su pequeño peluche. Bebía café cuando su mirada cayó sobre ese objeto que había encontrado en las manos de su cría, el cual, antes había estado donde del peluche. No sabía que era, pero sabía que tenía que ser importante. Antes se había planteado la posibilidad de llamar para que vinieran a recogerlo, pero no quería a nadie en su casa y cerca de su hijo, pero sabía que tenía que ser con su compañera y podría ser importante. Había tenido tiempo más que suficiente para estar a solas con cría, conociéndolo. Se despertaba muy temprano y se dormía muy temprano, le encantaba la fruta, el agua y las comidas saladas. Tenía sus habilidades de escalar bastante desarrolladas y ya daba pasitos. Algunas veces se quedaba mirando la ventana, muy quieto y serio, tal vez pensando en su mamá.

―Maximum, mamá vendrá. ―Le dijo mientras le limpiaba los restos de fruta de la cara con un paño―. Y tendrás muchos hermanos.

La pequeña Especie rio ante el comentario de su padre.

Hyperion. Nuevas Especies #3Where stories live. Discover now