Capítulo 14

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Cuando por fin llegaron a la oficina de Alik Levidiev, Valentina pensó que moriría. Había sido fácil manejar en carretera, pero una vez entrando a la ciudad, todo se había complicado con el cambio de velocidades y el freno. ¡Y el desgraciado clutch!

—Detente aquí, ellos estacionarán el auto por ti—le indicó Frederick. Valentina trato de dejar el auto lo más cerca a la acera posible. Fue un poco difícil apagar el auto, pero finalmente lo consiguió. Giró la llave triunfal y salió del auto. Miró al joven y le entregó las llaves.

—Buena suerte con él—le dijo y tomó la mano que Frederick le ofrecía.

—¿Ves que no fue tan difícil?

—Fue un infierno, pero al menos ya ha terminado—suspiró ella.

—De camino al hotel, conduciré yo, así tendrás tiempo de descansar. —Frederick se detuvo al final de las escaleras y abrazó a Valentina por la cintura para darle un suave beso al cual ella respondió sin dudarlo, pero no le echaría los brazos al cuello o no podría separarse de él. —Vamos—susurró él sobre sus labios antes de darle un último beso y caminar dentro.

Habló unas cuantas cosas en ruso con el joven recepcionista, de lo que ella había alcanzado a comprender solo el nombre de su marido y el de Alik, antes de que este hablara por un intercomunicador. Les dijo algo mientras les sonreía y Frederick contestó regresándole la sonrisa. Valentina no había comprendido absolutamente nada de lo que estaban hablando, por lo que solo le sonrió al joven a modo de disculpa y gratitud antes de seguir a Frederick hacia el elevador.

—¿Qué te dijo?

—Que Alik estaba esperándonos en su oficina, que no nos detuviésemos a hablar con su secretaria, ya que esta estaba enterada de nuestra visita y que pasáramos directamente a la oficina sin tocar la puerta.

—Alik es demasiado directo—señaló ella.

—Es su forma de hacer las cosas—dijo simplemente él.

Podía sentir la forma en que su agarre sobre su mano se tensó, aplicando un poco de fuerza, pero Valentina no iba a quejarse, estaba ahí para dar apoyo emocional a Frederick, así eso significara que su mano sufriera en el proceso. Había dejado el semblante risueño para adoptar uno serio. Conocía demasiado bien a su marido como para decir que estaba preparándose para el rechazo y la pérdida de amistad con Alik. Al pensar en ello, sintió una súbita melancolía apoderarse de ella, por lo que se abrazó al costado de él sin decirle nada. No porque no tuviese nada que decir, sino porque sabía que Frederick no quería escuchar nada en ese momento.

Al salir del elevador, Valentina se dio cuenta de dos cosas; la primera, el pasillo a la oficina de Alik estaba decorada en tonos negros, lo único un poco luminoso en este era la tenue luz ubicada en el techo; y la segunda, al igual que Frederick, Alik no tenía ningún cuadro o retraro en las paredes, Valentina se preguntó qué tanto serían su marido y Alik Levidiev parecidos. La alegre secretaria les sonrió mientras los veía pasar, diciendo algo en ruso, lo que Valentina supuso que sería un saludo por lo que contestó la sonrisa de vuelta aunque se dio cuenta que Frederick ni siquiera había volteado a ver a la pelirroja.

Alik estaba sentado en su silla giratoria, viendo hacia el enorme ventanal de su oficina. Valentina le escuchó decir algo en ruso, notando que su voz adquiría un tono demasiado profundo en su idioma natal. En una rápida inspección a la oficina, se dio cuenta que las paredes eran más bien enormes ventanales de vidrio tipo espejo y que esta tenía en la esquina una chimenea un poco discreta. Valentina se preguntó si sería una verdadera chimenea con troncos y flamas reales o si solo sería una cosa electrónica.

—Tomen asiento, no es cómodo tratar cosas estando de pie.

Valentina sintió a Frederick tensarse aún más mientras la ayudaba a tomar asiento y él se sentaba en la silla junto a ella.

Valentina®️Where stories live. Discover now