Capítulo 8

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  Diana miraba el anillo encandilada, mientras esperaba a Chris sentada en uno de los bancos de las pistas. Era un anillo simple, pero precioso. Lo miró desde distintos puntos, girándolo y jugando con la luz entre sus dedos. Se preguntaba cuánto tiempo podría haber tenido Chris ese anillo guardado.

De pronto entendió por qué sacaba tantas veces el tema y por qué él parecía tan decepcionado con sus respuestas. Ella había estado evitándolo por su bien, mientras que su propio novio era el mismo que llevaba planeando dar ese paso tras bastante tiempo. Se sintió mal al pensar que quizás Chris creía que ella no quería estar con él de esa manera.

Suspiró, volviendo a guardar el anillo en la bolsita y meterlo en su bolso.

Sabía perfectamente cómo arreglar tantas meteduras de pata: ella misma iba a ser quien le sacara el tema y quien se lo pidiera.

Dio un brinco al sentir las frías manos de Chris sobre ella y ladeó la cabeza para mirarle, tenía el cabello un poco despeinado -como le sucedía cada vez que se pasaba la mano por el pelo- y se había aflojado la corbata un poco -cuyo nudo entonces caía sobre el segundo botón de su camisa blanca.

—Ahora traerán los gofres —comentó, viendo cómo se sentaba a su lado—. Y ya he metido los nombres en el ordenador. Así que más te vale que estés mentalizado para que te dé una paliza.

—Muy bonito —entrecerró los ojos—. No te voy a dejar ganar como la primera vez.

Diana se puso en pie, colocándose con los brazos en jarra mientras caminaba hacia la fila de bolos de distintos colores. Se volvió a acercar a Chris, inclinándose un poco hacia delante para parecer intimidante.

—Te voy a machacar —le aseguró.

—¿Qué nos apostamos? —torció la cabeza.

—Quien pierda, frega los platos y —exclamó— limpia la casa a fondo durante un mes.

Chris soltó una carcajada ante esa idea, aceptando sin problemas la apuesta que le estaba ofreciendo. Señaló hacia la pista, invitando a Diana a lanzar su bola.

Empezando la partida con un pleno, se giró hacia su novio, invitándole a tirar al mismo tiempo que le susurraba "Vas a caer".

La partida avanzó entre distintas maneras de retarse, miradas competitivas y comentarios que solo pretendían buscarle las cosquillas al otro.

En algún momento, durante la última tirada, Chris había pensado en dejarle el anillo en los gofres, pero cuando introdujo su mano en el bolsillo para sacarlo y colocarlo sobre el plato de plástico, la bolsa de terciopelo no estaba. Se palpó el bolsillo con pánico ante la idea de haberlo podido perder mientras hacía alguno de sus tiros.

Cerró los ojos con fuerza, maldiciendo todo lo posible, antes de mirar entre los huecos de los bancos. Aunque no encontró nada más importante que unos cuantos peniques, cacahuetes -probablemente rancios- y chicles pegados.

Se volvió a rascar la nuca con nerviosismo, intentando disimular todo lo posible frente a Diana cuando se dio media vuelta, celebrando el semipleno que acababa por darle la mejor puntuación que había obtenido nunca.

—Tu turno —sonrió—. Aunque no te va a servir de mucho, pero bueno —volvió a tomar asiento en los bancos.

Vio a Chris más nervioso que cuando llegó y dudaba que fuese por haber perdido la apuesta. Rió para sí misma cuando la idea de que quizás estuviera buscando el anillo le cruzó la mente, no pensaba decirle nada todavía.

Miró por todos lados, buscó en todos los huecos de la pista, e incluso intentó mirar dentro de los agujeros de las bolas. Se insultó a sí mismo, como si el anillo fuese a caber en aquel pequeño lugar.

FMSD / Chris EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora