Capítulo 33: A solas

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NATHAN WILLIAMS

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NATHAN WILLIAMS

Hice lo que ella me había pedido. Espere unos minutos para poder entrar a la casa y dirigirme a su habitación pero no antes de haber pasado por todos los obstáculos para entrar bien sin que me descubrieran y poder meterla en un lío grande, no solo a ella sino que a ambos.

Por poco y había hecho algo de ruido al abrir las duras ventanas de una de las habitaciones que estaban por cerca de ese árbol que había escalado. Al menos no tuve desequilibrio y poder darme un severo golpe en la espalda que me dejaría en un estado sin moverme. ¿Por qué lo estoy haciendo? No lo se porque pero solo acepte el humilde permiso que ella me había dado para escabullirme en su hogar hasta estar a solas en su habitación.

Bien hubiera rechazado y largarme a mi casa pero cuando ella me lo pidió tan directo en el auto solo reaccione deprisa al ver sus ojos llenos de cansancio, necesitaba a alguien quien pasara una noche a su lado. Se veía que no quería estar en esa habitación sola; no quería estar en esas sábanas frías que no podían mantenerla en paz. Por eso lo hice, por tener la presencia de esa chica que estaba pasando por algo en el fondo que no deja ver a la luz.

Solo llegué de repente a su habitación, dando unos suaves toques a la puerta para que me diera permiso de entrar a su lugar privado donde ella descansaba y permanecía diariamente. Pude entrar dejando que ella tomara la perilla y diera vueltas para darme acceso, lo que me cautivo fue el hermoso y acogedor lugar tan fresco.

—Tienes una hermosa habitación, princesa— Susurré al entrar. Tenía ambas manos en mis bolsillos mientras ella estaba quitando el gancho que sujetaba su cabello.

Antes que empezara el partido ella se había puesto un gancho dorado de detalles diminutos que sostenía su cabello. Lo andaba puesto antes que entrara al campo y tener de un agarre perfecto que no dejará caer algún mechón que molestara de ella, pero a las horas se había desecho ese peinado.

—Gracias.. Y perdón por el desorden— Hablo cuando voltee a ver el sillón pequeño que tenía cerca a su escritorio.

Había algunas prendas encima de ella pero no me molestaba porque era su habitación y si tuviera algo desordenado tampoco le haría que lo guardara; también decirle que debe ser ordenada ya que no tenía derecho porque no era mi lugar privado. Igual yo era así, dejaba algunas camisas en el suelo y hasta la hora de recordar de esas prendas era cuando ordenaba mi habitación.

—No debes preocuparte por eso, yo igual soy desordenado— Sonreí al verla de reojo.

Soy un poco curioso así que al estar viendo con detalle su habitación pude acercarme a su escritorio donde había fotos con marcos blancos y flores de girasol como decoración. Tome una de ellas donde estaba una fotografía de una mujer más adulta, estaba sentada en una silla de madera y en sus piernas estaba una niña con vestido rosado y de dos coletas en su cabello.

The Crush © [ En proceso ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora