Capítulo 4

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Viernes.

¿Quién no ama los viernes?

Las clases acabaron y tenía la tarde libre, hasta en la noche trabajaría en el Lux. Había estado pensando, en toda la clase de técnica en sonido, sobre cuál iba a ser mi decisión y creo que había decidido la equivocada. Sin embargo, estaba dispuesta a correr el riesgo en querer volver a ser pianista.

Ya que no pude responderme la pregunta de "¿qué pierdo intentando de nuevo?", pierdo la promesa que me había hecho sobre no volverlo hacer, pero recordé las palabras de mi madre sobre que siempre debía hacer lo que gustaba.

Sólo debía tomar la dirección contraría del Lux y caminar por el parque. El día estaba soledo. Era un perfecto día para que los perros y niños jugaran en el parque. Veía a los niños balancearse en los columpios o deslizarse por el tobogán, riendo felices. También habían personas haciendo ejercicio y ladridos continuos.

Un ladrido en especial fue el que llamó mi atención, detuve mi paso y miré hacía los lados. El ladrido se escuchaba más cerca y me volteé. Era blanco y tenía manchitas negras en diferentes partes del cuerpo; principalmente en las orejas.

—¡Hola!—Dije y me agaché para acariciar su cabecita.

Era hembra. Estaba tranquila cuando empecé a acariciarla, normalmente no conozco cachorros que sean así con extraños.

—¿Te perdiste?—Le pregunto suavemente y miro su collar, tiene una placa con su nombre.

Velvet

"Yo te conozco"—Pensé.

Escucho un grito de una voz femenina y alcé la mirada, provenía de una chica rubia. Venía trotando y se veía totalmente preocupada.

—¿Eres su dueña?—Le pregunté y me puse de pie.

La chica se acercó a mí, sus mejillas estaban rojas y su frente llena de sudor.

—Hola, sí, se me escapó—Dice mientras respira hondo.—¡En un segundo se me fue de las manos!, ¿cómo la encontraste?

—Ella vino a mí.

—¿Qué?—Se ríe confundida.—¿Nos conocemos?

—No, pero tiene un buen olfato, supongo que mi olor le llamó la atención.

—De igual forma, ¡gracias por no dejar que se te escapara!—Me dice con una sonrisa.—Yo no suelo sacarla a pasear porque mi esposo es quién lo hace.

Trago en seco.

—Me hace falta experiencia, aunque a veces parece que ella no me quiere.

—Sólo ten paciencia, tal vez en un tiempo se adapte.

—¿Cuánto tiempo?—Pregunta y alcé los hombros.—Pues llevo dos años a lado de mi esposo y ella nunca a querido que yo me acerque. ¡Ella daña mis cosas!

—¿En serio?, wow, lástima, no sé qué decirte. No soy especialista en cachorros.

—Soy Jillian—Me extiende la mano y le acepté el saludo.

—Kaelie—Respondí y volví a agacharme para despedirme de la perrita.—Adiós bonita.

—Espero que nuestros caminos se vuelvan a encontrar. Y de nuevo, ¡muchas gracias!—Dice Jillian y simplemente sonreí.

Retomé mi camino a casa de Spencer, se me hizo fácil llegar porque conocía las calles de memoria ya que en el pasado caminaba mucho por aquí. Cruzo la calle y llego a una casa gris, que parece recién construida, tiene dos ventanas medianas adelante y la puerta de entrada, alrededor hay arbustos y un porche.

La Estrella De KWhere stories live. Discover now